Un mensaje de su marido muerto: Paz Padilla se une a Ana Obregón y cuenta su experiencia paranormal
La actriz cómica se ha atrevido a relatar su vivencia a raíz de la reciente confesión de la presentadora de televisión
Ana Obregón, en la presentación del libro de su hijo: «Con esto cierro sus tres deseos»
F. B.
Madrid
Hace unos días, Ana Obregón paralizó Madrid al conceder su primera rueda de prensa tras convertirse en abuela a sus 68 años por gestación subrogada utilizando el esperma de su hijo Aless Lequio, fallecido por un cáncer en el 2020. Un evento ... que realizó en en el hotel Westin Palace de la capital para promocionar 'El chico de las musarañas', el libro que comenzó a escribir el joven y que tuvo que finalizar ella tras su muerte.
Ante más de cien medios de comunicación, la actriz confesó un fenómeno paranormal que vivió dos años después de la muerte de su unigénito. «Llegamos a una comida, que no me acuerdo dónde era, y yo puse mi teléfono encima de la mesa. De repente, empieza a sonar mi móvil. Y miro, ¿y de quién era la llamada?», pregunta de manera retórica ante la atenta mirada de los allí presentes.
«Era de Aless, se lo enseñó a Susana (su representante), luego a la editora... fue un momento mágico porque era una señal. El teléfono estaba en un cajón desde hacía años», añadió con voz temblorosa. Fue en ese momento cuando decidió continuar con el libro que su hijo había comenzado a escribir. «Me dije que tenía que hacerlo porque es lo que él quería», aseguró.
Pocos días más tarde de esta revelación, Paz Padilla se ha animado a contar su propia experiencia. Al parecer, tras la muerte de su marido, Antonio Juan Vidal -fallecido en julio de 2020 a los 53 años tras tiempo luchando contra un tumor cerebral-, dio de baja su teléfono y lo guardó en su mesilla de noche. «Escribo el libro, lo estreno, preparo la obra de teatro y el 7 de septiembre de 2021 voy a estrenar», comienza explicando. «El día del estreno, recibo una foto de Antonio y mía, y miro y digo: '¿perdona?'. Un mensaje de Antonio. Lo abro, es su número de teléfono y hay una foto de los dos», añade sin poder evitar emocionarse.
«Cuando llego a casa, voy a la mesilla de noche y el móvil no tenía batería. Lo pongo a cargar, estaba totalmente vacío. Abro el móvil, aunque no tiene línea, y efectivamente, el último mensaje que manda desde el teléfono es esa foto. ¿Alguien me lo puede explicar? Nadie sabía las claves para abrir ese teléfono salvo yo. Nadie podía abrir ese teléfono y además no había línea […] ¿Es una manera de comunicarse que tienen con nosotros o es que nos reconforta pensar que en cierta forma ellos están?», se pregunta.
«Yo lloraba y lloraba, pero lo interpreté como que me mandó una señal. No cuestiono a Ana en absoluto», y lo relaciona con las mariposas que siente desde que su marido la dejó. «Es como las mariposas, todos los días veo una. En Filomena, con un frío horroroso y nevando, estoy leyendo el último capítulo del libro, llorando como una condenada, y miro fuera y había dos volando. Tengo una casa en Cádiz que es una novena planta y hasta ahí llegan las mariposas. Todos los días veo una», finaliza.
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