El calvario de María José Cantudo: «Estoy viva porque no era mi momento»
ABC habla con la actriz tras vivir uno de los momentos más complicados de su vida
María José Cantudo en 'Aquellos maravillosos años'
María José Cantudo ha despertado de un mal sueño, una pesadilla difícil de olvidar: «Estoy viva porque no era mi día». Todo ocurrió hace ya algún tiempo cuando empezó a encontrarse mal. Sufrió una reacción alérgica que le provocó cambios ... alarmantes en su estado de salud. Sin lógica explicación, se le agravaron dolencias que no requerían mayor atención. Una de sus piernas empezó a entumecerse con la aparición de masas de origen desconocido y que fueron el inicio de una catarata de peligrosos síntomas: «Me aparecieron varios bultos y nadie sabía exactamente el motivo, me hicieron diversas analíticas pero no había nada reseñable ni relacionado con trombos».
El paso del tiempo aumentó su malestar general. Fue víctima del coronavirus, su estómago se resintió pero también su movilidad empezó a estar reducida. Cantudo sufría fuertes y persistentes dolores que le obligaron a permanecer durante un mes en una cama, sin apenas moverse, presa del miedo pero abrazada a esa fe que, en los peores y más dramáticos instantes, siempre le ha fortalecido: «Era algo tremendo, ningún calmante me hacía efecto, no había nada que me pudiera ayudar y yo no podía más. Me hicieron una radiografía y una resonancia magnética pero tras los resultados tardaban demasiado, no me sentí del todo bien tratada y busqué, junto con mi gente más próxima otro médico».
Había que operar, pero localizar a un facultativo que pudiera intervenirle estaba resultando una tarea imposible: «Lo hubiera dado todo porque mi salud y mi vida está por encima de cualquier otra cosa pero era muy frustrante». Fue en ese momento cuando María José encontró a su ángel de la guarda. Todo se desarrolló mágicamente. Dada la gravedad y la prontitud con la que tenia que ser intervenida, el prestigioso neurocirujano Manuel de la Torre hizo un hueco en su apretada agenda para poder aliviar a la paciente, a quien se le diagnosticó disectomía y artrodesis lumbar: «Si no me operaba inmediatamente me podía quedar en silla de ruedas. Me dicen tenemos dos opciones: o te quedas en una silla de ruedas o te opero. La hernia se había abierto y se había adherido a otras vértebras. Caí en las manos de una eminencia que me salvó la vida y que me envió Dios». ABC pudo verla, por sorpresa, en las instalaciones del Hospital Vithas Madrid La Milagrosa horas antes de su delicada operación.
María José estaba bella en la camilla, pero atesoraba grandes miedos por su intervención. En su mirada se agolpaban, agazapados y silenciosos, sentimientos encontrados. Sabía que la única opción para recuperar su vida era pasar por quirófano pero temía que hubiera complicaciones. A su lado, siempre cariñosas, una legión de amigas y su hermana Paqui: «No quería avisar a nadie para no asustar ni molestar ni que me vieran como estaba, pero están aquí a mi lado», decía con el llanto contenido de una mujer frágil.
María José Cantudo en el hospital
La operación, que se realizó el pasado martes, fue todo un éxito: «Creo que esto ha sido, una vez más, obra de Dios. Yo soy muy creyente y sabía que Dios me iba a sacar de esta. Me he salvado de milagro, y no es la única vez que cuando ya no podía más y la noche era eterna, él me ha salvado», dice visiblemente emocionada. María José solo tiene palabras de agradecimiento para el personal sanitario. Todos le sonríen cuando acceden a la habitación para conocer su evolución. Ella, amable y cariñosa, les devuelve la sonrisa y hace hincapié en su agradecimiento: «Me he dado cuenta de lo mucho que me quiere la gente. En estas circunstancias te das más cuenta de que la salud es lo primero y de que hay que ayudar al prójimo en todo lo que se pueda».
Ella lo hace. No solo compartiendo este trance con lo lectores de ABC, sino dejándose fotografiar en uno de los momentos más difíciles de su vida. Sobre la mesita descansa una estampa de la Virgen y las pastillas que debe tomar, puntual, para paliar el dolor que aún asoma: «He sufrido muchísimo, ha sido una agonía horrible, terrible, pero ahora sé que voy a poder ir mucho mejor. Dios me ha salvado, una vez más. En el último momento me ha devuelto la vida».
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Todos destacan su fuerza de voluntad. Ese continuo renacer que la hace única. La forma en la que se repone de los zarandeos de una vida exitosa pero también llena de lucha y sacrificio: «A mí no me han regalado nunca nada, siempre me he producido mis producciones y he luchado para sacar todo el trabajo adelante. Ahora, después de vivir todo esto, como siempre he hecho, quiero estar al lado de quien me necesite», dice en conversación con este periódico: «El mensaje que me gustaría dar es que la gente tenga fe porque con fe se va a todos los sitios».