La prohibición del Rey Carlos III a Meghan Markle en el funeral de Isabel II

El diagnóstico de cáncer del Rey, junto con el de su nuera, la Princesa Kate Middleton, ha sido un golpe devastador para la Casa Real. Si bien muchos esperaban que estas enfermedades pudieran servir de puente para sanar las rencillas familiares, la realidad ha sido bien distinta. Las distancias entre los miembros de la realeza, especialmente entre el monarca y su hijo menor, el Príncipe Harry, se mantienen intactas.

El distanciamiento entre los Windsor se remonta a 2020, cuando Harry y Meghan Markle decidieron abandonar el Reino Unido para empezar una nueva vida en los Estados Unidos, alejándose de las controversias familiares. La falta de reconciliación entre padre e hijo sigue siendo una de las historias más trágicas de este año. A pesar de la gravedad de la situación, los intentos de acercamiento parecen estar condenados al fracaso.

Uno de los episodios más mediáticos fue la prohibición de Carlos III a Meghan Markle para que no viajara al castillo de Balmoral el día del fallecimiento de la Reina Isabel II. Según el medio 'Daily Express', durante una llamada telefónica, el Príncipe Harry insistió en que su esposa debía acompañarle a Escocia para despedirse de la monarca, pero su padre rechazó rotundamente su solicitud. Esta negativa enfureció a Harry, quien, aunque disgustado, finalmente aceptó la decisión tras enterarse de que Kate Middleton tampoco viajaría a Balmoral. En sus memorias, 'Spare', el duque de Sussex no dudó en calificar la actitud de su padre como «absurda e irrespetuosa». Según sus palabras, Carlos III explicó que simplemente no quería que «hubiera mucha gente alrededor», y que ni Kate ni Meghan serían bienvenidas.

A pesar de la prisa de Harry por llegar a despedirse de su abuela, Isabel II falleció antes de que pudiera llegar a Escocia. Un desgarrador episodio que el Príncipe describió como una muestra del desdén hacia su esposa por parte de su padre, un desdén que se evidenció incluso en los momentos más críticos para la familia.

Este complicado panorama ha dejado en evidencia las profundas grietas dentro de la Familia Real, que no solo se enfrentan a las enfermedades y dificultades personales, sino también a una falta de unidad que parece imposible de restaurar. Con la salud de sus miembros en juego y las relaciones familiares más frías que nunca, el futuro de la Casa Real Británica parece estar en la cuerda floja.