Lucía Hormigo: «Lo que no lloro, lo escribo»
La joven, de 27 años, se ha convertido en una escritora que acumula más de 335 mil seguidores en Instagram
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Lucía Hormigo
Su futuro iba a ser el marketing y la publicidad después de haber terminado la carrera y crear dos empresas propias, una de organización de eventos y la otra una agencia de redes sociales y modelos. Desde pequeña ha tenido de referencia a su ... madre: «Siempre nos decía a mi hermana y a mí que todo lo que teníamos dentro había que sacarlo escribiendo, incluso a la hora de planificarse también era necesario tenerlo por escrito». Y del psicólogo, que desde los 17 años, le recomendaba lo mismo.
Se lanzó hace un año a escribir en Instagram textos y frases: «Yo no tengo ninguna vergüenza pero me daba palo hacer público algo personal y que no funcionara», pero no ocurrió esto, si no todo lo contrario. Muchas personas conocidas empezaron a compartir sus publicaciones en sus cuentas haciendo que el trabajo de Lucía se hiciera cada vez más viral: «Al día pueden empezar a seguirme unas 3.000 personas».
Escribe a diario, se sienta a pensar y los textos le salen solos gracias a sus vivencias: «Si quiero escribir sobre el amor, pienso en mis experiencias y lo plasmo, o por ejemplo, si me pilla en una época en la que estoy ligando con un chico, también lo escribo». Lo fantástico de esta escritora es que no habla de temas superficiales, se abre en canal para contar temas relacionados con la salud mental y el proceso de depresión que arrastra desde la adolescencia: «Ayudo a mucha gente porque recibo una cantidad enorme de mensajes diarios, donde me agradecen que les ayude a salir del pozo donde están. Yo no soy psicóloga y no quiero que nadie deje su terapia solo por leerme a mí, ir a terapia es fundamental», y esto es una terapia para ella igualmente: «Lo que no lloro, lo escribo».
En febrero de este mismo año, lo deja con su pareja a la vez que está pasando por un trastorno alimenticio del que a día de hoy está prácticamente recuperada. Siempre ha sido una persona muy positiva, pero tenía una nube negra que no le dejaba ver más allá, fue en ese momento cuando comprueba su correo electrónico que hacía tiempo que no revisaba y ve un mensaje del Grupo Planeta donde le ofrecen escribir un libro: «Mi madre estaba en el jardín hablando por teléfono, le pedí entre gritos de emoción que colgara para poder contarle la noticia».
Por supuesto aceptó y tuvo la primera reunión a los dos días. Desde ese momento empezó su rutina de trabajo: «Me paso el día escribiendo pero no me privo para nada de la vida». Se levanta a las 7 de la mañana todos los días, comienza la mañana haciendo deporte y desayunando para luego ponerse a escribir frente al ordenador, por las tardes hace plan con sus amigos: «Necesito socializar muchísimo y me sirve para tener más inspiración», después cena, se ducha y se pone de nuevo a escribir.
Su gran frustración
Esta profesión tiene su lado malo como todo y es quedarse en blanco. «Cuando me pasa esto paro, no puedo seguir pensando porque me frustro muchísimo». Aunque muchas veces le llega la inspiración cuando menos se lo espera, por ejemplo antes de dormir o estando en cualquier plan: «Cojo el móvil corriendo y lo escribo en notas para que no se me olvide». Lo más sorprendente es que desde que Lucía escribe, ha dejado de leer: «No quiero que me influya absolutamente nada, tengo a cuentas de Instagram, de textos a los que conozco, bloqueadas para que no me salgan». Y es que tiene todo el sentido porque todo lo que leemos se queda en el subconsciente.
Su libro de autoayuda favorito es 'El Monje que vendió su Ferrari' que se lo ha leído unas 4 veces: «Me parece brutal». Y es que ella está rodeada por un círculo de amigos que leen en cantidad: «Mi ambiente es culto, tengo un amigo con el que paso las vacaciones y que cada verano se lee 10 libros». Por ahora, no quiere pensar en metas ni sueños «Me abruma hasta donde he llegado ahora, todavía no me lo creo».
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