Joaquín Torres «Nunca llegaré a ser el arquitecto que había soñado»
A sus 52 años ha aprendido que es más importante ser que tener. Si hubiese sido libre hubiese estudiado Bellas Artes y sería un afamado escultor
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Iniciar sesiónLos últimos diez años, Joaquín Torres (52) ha vivido una auténtica metamorfosis personal y profesional. Y que mejor manera de recordar de donde viene y a dónde va, que citarnos en una de las primeras viviendas que construyó en Boadilla del Monte, a ... 20 kilómetros de Madrid. Desde la lejanía uno ya distingue el sello de A-Cero «es verdad que es una arquitectura muy reconocible y hemos creado escuela (sin ser pretencioso) pero hay muchísima gente que nos copia. La clave es que las formas de las viviendas están basadas en el mundo del arte, en esculturas. Desde pequeño me ha gustado el mundo del arte y especialmente la escultura», confiesa. La ha investigado a fondo, habla de maestros como Oteiza o Chillida y les explica a sus clientes que la forma de sus casas va a estar inspirada en tal o cual escultura de un artista consagrado «eso no te lo cuestionan, con lo cual la forma la tienes asegurada. Luego tú misma has podido hablar con una clienta, uno de mis mayores logros es oír decirles 'Joaquín yo vivo en tu mejor casa'. El objetivo es ese».
Reivindica que la arquitectura residencial es la peor pagada y la más exigente pero reconoce un logro «He llegado a tener una relevancia pública cuando la vivienda es el patito feo de la arquitectura. Parece que un gran arquitecto no lo es, si no ha hecho un gran museo, un rascacielos o un puente. Yo siempre he defendido que no es verdad, porque uno de los arquitectos más importantes del siglo XX es Frank Lloyd Wright que se dedicó a lo residencial hasta que a los 82 años hizo el Guggenheim de Nueva York«. Le pregunto si tuvo ocasión de conocerle ya que me reconoce que todos son un poco discípulos de él. Sobre todo el arquitecto canadiense Frank Gehry, autor del Museo Guggenheim de Bilbao o las famosas bodegas de Marqués de Riscal. «A Wright no, pero con Gery si tuve ocasión de cenar. Me pareció encantador, también empezó con residencial y acabó siendo el arquitecto de Whalt Disney. La gente que tiene muchísimo talento es gente que suele ser muy sencilla. El ego, la soberbia es el pecado de los mediocres».
De Torres también han dicho que era pretencioso y que le gustaba la fama porque se convirtió en el arquitecto de cabecera de La Finca, una de las más exclusivas de España donde viven futbolistas, cantantes y empresarios muy reconocidos. Pero ese Joaquín se ha desvanecido y ha dado paso a otro totalmente diferente a nivel arquitectónico y personal «Mi arquitectura al igual que yo no busca ya imposibles, no quiero lograr una imagen sino una consistencia. Esa aureola de la fama y de querer ser el número uno ha dejado de importarme completamente. Ahora cuando me pongo delante de un proyecto pienso en el cliente y no en la repercusión que va a tener esa vivienda a nivel de arquitectura. Es más sosegado y sin tanto estrés», confiesa. Para eso ha tenido que pagar un alto peaje emocional y artístico. «Probablemente nunca llegaré a ser el arquitecto que había soñado en ese momento de obsesión. Yo siempre hablo de la película de 'El cisne negro', los números uno llegan por obsesión, pero te dejas en el camino tantas cosas que yo ya no estoy dispuesto. La vida es otra cosa mas allá del triunfo profesional. He aprendido que es mucho más importante ser que tener. Yo me vendía a mí mismo y al mundo un Joaquín que no exisistía», reconoce emocionado.
Eligió arquitectura para agradar a su padre que siempre fue una de sus obsesiones. «Un Joaquín más libre hubiese hecho Bellas Artes, me seduce mucho más lo formal, lo estético, la armonía que toda la técnica y la ingeniería que tiene la arquitectura y que a mi me aburren. La obra no me gusta nada, me ocasiona mucho estrés, de ahí que ahora apueste por la construcción industrializada». Es como se conocen a las casas modulares o prefabricadas con las que esta teniendo mucho éxito sobre todo en Cataluña y el País Vasco «Siguen siendo zonas del país con mentalidad más avanzada. La verdad es que cuesta cambiar el chip porque en los años 80 se inundaron urbanizaciones de este tipo de casas, pero eran mediocres y de baja calidad. No hay que equivocarse, porque lo que se ahorra es en tiempo, económicamente son solo un poco más baratas. Una casa como esta en la que estamos tardó 18 meses en construirse y podría hacerse en cuatro. Ya trabajamos con promotores de la talla de Pryconsa que empiezan a confiar y es fundamental para la calidad del producto final».
Socio generoso
Se considera la excepción en una gran mayoría «Mi padre era rico y me permitió montar una empresa con 24 años. Hay mucha gente buena que no va a poder. He currado como un cabrón, tenía talento, pero si no hubiese tenido unas circunstancias hubiese acabado trabajando para otro. La arquitectura es una profesión que antes tenía mucho prestigio y estaba bien pagada, pero ahora no».
Su estudio A.Cero vivió una etapa delicada en la que llegó a la suspensión de pagos, pero Torres nunca tuvo miedo a que desapareciese «Yo le decía a mi socio, a lo mejor no tenemos trabajo para 100 arquitectos pero desde luego para dos, más que de sobra». Su socio, Rafael Llamazares es la persona con la que más horas ha convivido. «Lo conocí con 20 años y salvo el día de Nochebuena y Navidad, lo veo todos los días de mi vida. Él y su marido son los padrinos de mis hijos. Es una persona de una generosidad increíble, no solo por dejarme el protagonismo a mí, sino porque siendo un arquitecto de muchísimo talento me dejo el camino libre. Somos amigos para toda la vida, incondicionales».
Lo que si se fracturó durante una época de su vida fue la relación con su padre, pero ha decidido que no quiere vivir en el rencor y cuidarle ahora que esta muy delicado. También entiende el rol de su madre a la que considera una mujer muy inteligente que ha priorizado a su marido frente a todo. Habla de un padre ausente, con el que no podía compartir nada. Por eso, Joaquín decidió dedicar mucho tiempo a los suyos. Álvaro y Manuel, hijos de su matrimonio con Mercedes. «Estoy satisfecho de haberme dado cuenta a tiempo. Cuando decido separarme y aceptar mi homosexualidad estaba convencido que mi rol de padre iba a ser el sustento económico pero que el tiempo, la dedicación todo eso que llamamos custodia iba a ser para ella. El primer fin de semana que me quede a solas con ellos, entre en pánico, no sabia que hacer. Siempre había estado con una nanny, como iba a ser capaz de dedicar tiempo si a mi me aburren los niños. Una psicopedagoga me dijo que los niños necesitan tiempo con su madre y con su padre. Y aprendí a serlo y estoy orgulloso porque nadie se lo esperaba, ni siquiera mi exmujer. Ni yo mismo, nadie de la familia daba un duro por mí. No es nada excepcional, seguro que hay muchísimos padres como yo. Renuncié a muchas cosas y lo hice sin ningún problema».
Dar un paso como el que dio de aceptar su homosexualidad cuando ya tenía toda una vida hecha también tiene un coste «A una grandísima amiga le conté que quería parar y que no quería vivir ni un día mas en una mentira y me dijo Joaquín ni se te ocurra, tu vive tu vida pero sigue con Mercedes. Se te va a venir la vida abajo, y pensé como puede haber gente que me quería que me aconseje eso. Lo mío no es admirable porque tardé mucho pero sí un paso muy difícil».
Y hace seis años apareció en su vida, Raúl Prieto, un atractivo sevillano con mucha clase y uno de los directores más valorados de Mediaset. «Ha sido tan generoso y respetuoso con nuestra relación. Yo es una maleta que si fuese a la inversa no se como me lo tomaría. Mi hijo Álvaro me decía el otro día 'papá porque no te casas'». Parece que ahora ya esta preparado «Ahora sí, durante muchos años no quería porque había habido un fracaso y no quería que mis hijos sufrieran ninguna inestabilidad más. Pero ahora tienen una edad que lo entienden perfectamente y una relación con Raúl impecable». Conociéndole imagino que prepara algo inolvidable «Me casé en Venecia con Mercedes y me gustaría poder hacer algo tan especial y mimado con Raúl, porque se lo merece». Le divierte mucho viajar con él, porque los arquitectos ven las ciudades desde otra perspectiva. Joaquín Torres se siente tan liberado que ni siquiera le estresa haber cambiado una casa de 2.000 metros por un piso de 500 metros. Eso sí, rodeado de arte «Tengo obras buenas que me conmueven y emocionan y que las sitúo. Nunca he comprado para guardar».
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