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Jeff Bezos, obligado a cambiar de planes ante la creciente resistencia a su boda en Venecia

Las protestas de un grupo de residentes contra el enlace del año están haciendo que el millonario cambie de planes para proteger la fiesta final

El insólito acuerdo prenupcial con el que Jeff Bezos blinda su fortuna antes de su boda con Lauren Sánchez

Lauren Sanchez y Jeff Bezos GTRES
Adrián J. Sáez

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Se las prometían tan felices ellos. Jeff Bezos, el magnate de Amazon, y su futura esposa Lauren Sánchez, imaginaban una boda de mil y una noches en Venecia: para ello, habían alquilado los cinco hoteles más lujosos de la ciudad y casi toda la flota de taxis de la laguna, al servicio de una fiesta por todo lo alto con invitados de postín (DiCaprio, Jordan, Musk y algún Trump).

Pero un grupo de residentes (poco más de 50.000, 51.129 a día de hoy, para ser precisos) se han coordinado en torno al comité 'No space for Bezos' (no hay espacio para Bezos) para protestar contra esta boda tan simbólica para mal. La estrategia era tan pacífica como sencilla: tratar de obstaculizar simbólicamente la boda mediante acciones pacíficas como bloqueos de calles, canales cortados por barcas y kayaks, y hasta saltos en el agua en un ambiente de fiesta con música.

Más precisamente, la movilización pretendía dificultar el acceso al lugar de la fiesta final: la Scuola Grande della Misericordia, antigua sede de una confraternidad que se usaba para todo tipo de eventos (de partidos de baloncesto a exposiciones) y que desde hace un tiempo gestiona el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, para fiestas privadas.

Hace días la Torre de la isla de San Giorgio Maggiore apareció con una enorme pancarta con el nombre de Bezos tachado y esta mañana un grupo de activistas de Greenpeace Italia y Everyone Hates Elon desplegaron otra con el lema en inglés: «Si puedes alquilar Venecia para tu boda, puedes pagar más impuestos«.

Resistencia contra Bezos en Venecia GTRES

La primera victoria fue averiguar las fechas reales de la boda (26-28 de junio, frente a las anunciadas 24- 26), porque en la laguna todo se sabe si uno tiene sus fuentes. Y la segunda ha sido mayor, porque Bezos ha decidido un doble cambio de programa: primero, no llegará a Venecia el superyate 'Koru' del magnate ni su escolta de apoyo 'Abeona', que tenían reservado puesto de atraque en primera línea pero que se podían ser blanco fácil para acciones de protesta.

La otra supone irse con la música a otra parte: así, la fiesta final se desplaza al Arsenal de Venecia, un lugar igualmente espectacular que permite una mayor posibilidad de aislamiento, privacidad y seguridad de un evento que ya constituye materia de orden público.

Alquilar toda Venecia

No es la primera vez —ni mucho menos— que un famoso decide dar el «Sí, quiero» entre los canales, pero las cosas se han salido de madre en esta ocasión: no se puede alquilar toda Venecia con un gesto tan prepotente. No se puede, porque parece la puntilla contra una ciudad que ya sufre como ninguna otra el problema del turismo de masa.

Así, las protestas contra el matrimonio Bezos-Sánchez tienen realmente una doble naturaleza: son un ataque directo contra la figura del millonario, que con Amazon representa un sistema capitalista desaforado y es uno de los partidarios de Trump en su segundo mandato. Sí, ha donado un millón a tres instituciones (Consorcio Corila, la oficina local de la UNESCO y la Venice International University) que trabajan sobre la preservación de Venecia, pero parece 'peccata minuta' para el coste de la boda (unos 16 millones) y su fortuna.

Por otro lado, representan una verdadera batalla por Venecia, porque hay que decirlo alto y claro: mientras que para algunos Venecia es una suerte de Disneyland a cielo abierto que hay que aprovechar todo lo que se pueda, en realidad es —al menos por el momento— la aldea de los irreductibles galos. Sólo que no la asedian romanos sino turistas, con la complicidad de un gobierno municipal totalmente centrado en la explotación de la ciudad. Y, por cierto, encabezado por un alcalde investigado por corrupción.

Por eso, esta boda es la gota que colma el vaso de la paciencia y constituye una ocasión de oro para reflexionar sobre los problemas de la ciudad, que son muchos: el éxodo de residentes por el coste y la falta de las casas, el 'overtourism' y el alquiler sólo orientado para uso vacacional, la gestión de la isla desde los intereses de la terraferma (o sea, de Mestre) cuando son realidades totalmente diferentes y —entre otras cosas— la consideración de la ciudad como un escaparate para desfiles y actividades para la galería.

Venecia no se puede alquilar al mejor postor ni todo se puede hacer por don Dinero: es una ciudad viva, que se encuentra amenazada de muerte. Y nadie niega el derecho general de visitar Venecia, «admiración del mundo» según escribe Cervantes en 'El licenciado Vidriera', pero conviene cuidarla para que no desaparezca. No por el agua, no por causas externas, sino por la acción de los hombres. Porque, si así ocurre, todos la echaremos de menos, pero será nuestra culpa: y no tendremos perdón de ningún dios.

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