Friedrich Merz, el canciller alemán de más edad en el cargo, cumple 70 años
Su mujer le ha regalado dos entradas para el concierto de la Filarmónica de Berlín
Quién es Friedrich Merz, el futuro canciller y antiguo rival de Merkel
Corresponsal en Berlín
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Iniciar sesiónJóvenes de la Junge Unión, las juventudes de su partido, esperaban a primera hora al canciller alemán, a su llegada a la oficina, con altavoces que reproducían 'Rambo-Zambo'. El humorista Stephan Raab publicó durante la última campaña electoral esta composición, con la que pretendía ... ridiculizar la poca conexión de Freidrich Merz con los jóvenes alemanes y que terminó convertida en un éxito discotequero.
Celebraban así a su manera el cumpleaños del canciller, nada menos que 70 primaveras. Y en coherencia con sus propuestas de retraso de la edad de jubilación, Merz sigue trabajando a su edad y presume de estar plenamente en forma. Monta en bicicleta, juega al golf y presta atención a una dieta saludable. «Ya prácticamente no bebo alcohol», asegura.
Los fines de semana, Merz suele pasarlos en casa, en Sauerland, mientras que los laborables transcurren en Berlín o viajando por el mundo. Su jornada laboral es de 16 horas, pero concede gran importancia a sus seis horas de sueño. «Lo principal es permanecer activo», resumía ayer, durante la recepción ofrecida por su grupo parlamentario en el Bundestag. Había anunciado que trataría la fecha de su cumpleaños como un «día de trabajo normal».
Su agenda, de hecho, lo situaba regresando de Santa Marta, en Colombia, donde debía haber asistido a la IV Cumbre de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, pero el viaje fue cancelado, debido a que pocos jefes de gobierno americanos participarían y se adivinaba un fracaso, y su asistencia fue cancelada. Ahí fue cuando su fiel Jens Spahn, actual enlace de Merz con el intrincado mapa de las familias de la CDU alemana, improvisó una recepción en Berlín con más de 300 invitados. Asistieron presidentes regionales, personalidades de la economía y la cultura, además de miembros de todos los grupos parlamentarios excepto la extrema derecha de AfD, con la que Merz ha prometido por activa y por pasiva que no trabajará.
Otra ausencia destacada fue la de Angela Merkel, némesis de Merz en el interior del partido, que según fuentes de la CDU había sido invitada pero no pudo asistir debido a un viaje a Israel. Durante la recepción, en un contexto informal y medio en broma, un miembro del Partido Socialdemócrata intentó provocar al canciller sugiriendo un debate sobre el «relevo generacional». Merz parafraseó a Ronald Reagan, que a la edad de 73 años declaró: «no haré de la vejez el tema de esta campaña electoral; no me aprovecharé de la juventud y la inexperiencia de mi oponente con fines políticos».
Merz es fundamentalmente un hombre de familia. La noche anterior, la había dedicado a la celebración en la intimidad con su esposa, Charlotte Gass, que ejerce como jueza desde 1994 en el Tribunal Administrativo de Arnsberg y se acercó a Berlín, para asistir con él a un concierto de la Filarmónica y cenar juntos. En Arnsberg es donde tienen la casa familiar, a unos 40 kilómetros de su lugar de nacimiento. Por cierto, el camino de acceso a su casa conduce a través de la calle «Zur Friedrichshöhe», que podría traducirse como «Al alto de Friedrich».
Ayer, a última hora, tuvo tiempo también para pasar un rato con sus tres hijos y siete nietos, seguramente los invitados más especiales a la recepción para el canciller alemán. Merz hizo saber de antemano que no quería regalos y que, si alguien sentía la necesidad impetuosa de hacerlos, los hiciese a «Fundación Friedrich y Charlotte Merz», que tiene como objetivo mejorar la educación en el área urbana de Arnsberg, con becas para estudiantes de familias socialmente desfavorecidas, donaciones para material didáctico, bibliotecas y viajes educativos.
A pesar de su larga trayectoria y generosa edad, Merz consigue mantener a raya su intimidad y guarda algunos persistentes secretos. Su nota de selectividad, por ejemplo, sigue siendo una incógnita. «Ahora tengo nietos que van a la escuela y quiero que se mantenga su motivación», bromea al respecto. Tiene una segunda vivienda en Gmund, idílicamente ubicada en la orilla norte del lago Tegernsee, en un pueblo de unos 6.000 habitantes en el que disfruta del silencio y la calma.
Su perfil aventurero se despliega en el aire. Siempre quiso pilotar aviones y hubo de esperar a los 53 años para hacerlo, «primero porque no teníamos tanto dinero y después porque mi mujer me hizo prometer que no pilotaría hasta que nuestros hijos se hubieran independizado», según su propia explicación. También había llevado con mucha discreción esta faceta hasta que acudió en uno de sus dos aviones privados y pilotado personalmente a la boda del exministro de Finanzas liberal Christian Lindner y la presentadora de televisión Franca Lehfeld, en la exclusiva isla de Sylt.
Fue la sensación de la fiesta y hubo de elevar de nuevo el aeroplano porque varios invitados le pidieron que les diese una vuelta sobre las Islas Frisias Occidentales. En sus corbatas suele lucir motivos simpáticos o relacionados con sus aficiones y una de las que más usa es en la que están estampados pequeños aviones
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