Una estrella sin alhajas, deja de brillar

Encima le salen voces como las de Manuela Carmena que alza su voz contra la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. Y la Belarra, tan demócrata ella y tan de izquierdas, no acepta ni una sola crítica, incluyendo la de la ex alcaldesa Carmena, a la que tanto hicieron la ola en su día. Pero Sánchez se va a un barrio de Madrid, acompañado de unos colegas del partido socialista para jugar, o hacer que jugaba, una partida de petanca. Como el juego tiene su origen en la Provenza francesa, sin duda se habrá querido dar un toque europeo más, ahora que tiene puesto su futuro hacia allí.

Triste y pobre ha sido la decisión del gobierno griego de no reconocer la trayectoria del Rey Constantino. Han perdido una ocasión única para dar una lección de democracia al mundo, de vender su país al exterior y de aprovechar la visita de los miembros de las Casas Reales, con muchos jefes de estado presentes, para asumir su propia historia.

No fue un funeral de estado, pero si un gran funeral, muy dignamente organizado, con una serena elegancia y una gran falta de categoría y sensibilidad por parte de los dirigentes de Grecia.

Para la prensa social ha sido un regalo. Se ha visto la unión de ambas familias reales de Grecia y España. Con una fotografía se ha comprobado la relación familiar de Don Felipe y Don Juan Carlos. Con otra, la buena actitud de Doña Letizia y Marie Chantal de Grecia. Sin olvidarnos de la sintonía de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía. En general el extraordinario apoyo de las Casas Reales. La unión de la Reina Doña Sofía y sus nietos, algunos de los cuales la acompañaron a la Acrópolis, desde donde les enseñó la parte de su tierra y sus raíces, en un acto con un sentido muy especial.

Los hijos de Constantino, Príncipes de Grecia y de Dinamarca, dieron un ejemplo, junto a su madre la Reina Ana María de saber estar, de gran categoría y de indudable clase, recibiendo a todos los asistentes presentes en la Catedral Metropolitana y en el cementerio de Tatoi.

Se ha muerto Gina Lollobrigida en su casa de la Vía Apia en Roma. De aquella época dorada solo queda Sofía Loren, que la envío una corona de flores con una cinta poniendo «Arrivederci», un último adiós hacia quien no tenía ninguna simpatía, pero sin duda un gesto muy de entre dos grandes divas. Una viviendo amparada por el calor y la protección de sus dos hijos y un enorme reconocimiento a nivel mundial. La otra rodeada de un grupo de gente de dudosa reputación, administrando su fortuna y, al decir de algunos, dilapidándola hasta dejarla en una situación casi de pre ruina ante la impotencia de una cierta lejanía familiar. Como anécdota ya no le quedaban ni aquellas fabulosas joyas que tanto lució en su buena época. Ahí empezó su declive. Una estrella de aquella época sin alhajas, deja de brillar inmediatamente que deja de poseerlas.