El emotivo recuerdo de Kiko Hernández a Mila Ximénez en el aniversario de su muerte
El colaborador de televisión ha concedido una entrevista en la que recuerda a su íntima amiga
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El 23 de junio de 2021 Mila Ximénez murió a los 69 años en su domicilio del barrio de Chamartín de Madrid como consecuencia del cáncer de pulmón que padecía. Justo un año después de que la colaboradora de televisión hiciese pública su enfermedad asegurando que tenía mucho miedo pero que, por otra parte, «un tumor de mierda no me iba a parar la vida».
La periodista, que siempre destacó por su fuerte carácter y su vitalidad, luchó hasta el final. Comenzó a recibir quimioterapia y radioterapia esa misma semana y siempre pensó que lograría vencer al cáncer, pero finalmente no pudo ser.
Este lunes, cuatro años después del triste fallecimiento de la televisiva, la revista 'Semana' habla con uno de sus íntimos amigos, Kiko Hernánez, quien ha reconocido que no hay un día que no se acuerde de su compañera de profesión: «No hay una vez que no piense «¿Qué diría Mila aquí?» o «¡cómo se reiría Mila de esto!». Pero esto no me pasa solo en el programa, sino en mi vida. La echo de menos muchas veces al día y sueño mucho con ella. Sueño que compartimos plató, que hemos tenido una discusión o que nos meamos de risa». Y es que, tal y como ha confesado el colaborador durante su entrevista con la revista 'Semana', su partida fue uno de los golpes más duros que ha tenido que superar: «Cuando se nos fue yo no tenía ganas de trabajar, ni tenía ganas de hablar, ni tenía ganas de participar, ni tenía ganas de reírme. No era yo, no soportaba la idea de estar en un plató sin ella. Solo quería que llegaran las 20:00 para irme a mi casa».
Kiko Hernández también ha recordado el amor que tenía Mila por sus hijas, Abril y Jimena. «Cuando Mila se puso muy malita un día estábamos haciendo una videollamada y Abril le dijo: 'Tita Mila, escúchame tú cuando estés muy malita, muy malita, muy malita, te pones purpurina' y se ponía purpurina en la frente para enseñarle como se hacía. Mila, que no se pudo aguantar el llanto, colgó para que no la viéramos y poder llorar a gusto. Al rato volvió a llamar y apareció con la frente llena de purpurina. Desde ese día, siempre que tenía quimio, se llevaba un botecito de purpurina», ha dicho sin poder evitar emocionarse.
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