Eduardo Navarrete: «Ni tengo pareja ni la quiero, no busco nada que me ate»
El diseñador, que estrena colección y cuerpazo, recuerda la relación con su padre, su salida del armario y sus comienzos en el espectáculo
La emotiva carta de Eduardo Navarrete a Verónica Forqué en el primer aniversario de su muerte
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Iniciar sesiónNada le gusta más a Eduardo Navarrete (29 años) que divertir a los demás, hacerles reír: «Me sale el alma de cabaret. Cuando veo que la gente estalla en risas, me vengo arriba, no lo puedo evitar. Soy divertido, alegre, de naturaleza optimista. Hay ... gente que se aferra al dolor, que le gusta regocijarse en lo malo. Yo no. No veo el problema». Su moda es un reflejo de su espíritu burlón.
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Lo comprobaremos con su colección de baño N-61, inspirada en sus veranos en Vistabella, Alicante, con 25 'looks' en los que no faltan los homenajes a su madre «a partir de unas sombrillas de rafia que tenía en la piscina del chalet» y dos artistas invitadas, Lorena Castell y La Terremoto de Alcorcón, vestidas con hinchables de playa y flotadores. Para el desfile, en la pista de patinaje de la estación de Chamartín, las modelos irán a en patín: «Yo también, aunque no sé patinar.
Ya les he dicho que si nos caemos, lo hacemos con gracia«. Va a ser un show. De eso se trata. Además, firma la fiesta de cierre de la Semana de la Moda en Space, con el diseñador Maison Mesa como invitado especial. Y todavía no sabe qué ponerse: »Con lo egocéntrico que parece que soy, no soy de llamar la atención en eso, ni siquiera lo tengo pensado. Lo más seguro es que repita modelo y me ponga la camisa de 'El hormiguero'«.
En el programa de Pablo Motos habló de sus numerosas cirugías y le llovieron las críticas: «Yo no hago apología de la cirugía estética, yo hablo de mi vida, de mi experiencia personal. Estoy contento con el resultado. Me he operado mucho, sí, pero también hago crossfit, eso no lo dicen. Tengo un 'six pack' de escándalo. Pero una siempre quiere más», confiesa entre risas.
Eduardo pasa por uno de los mejores momentos de su vida: «He conseguido hacerme a mí mismo tanto en lo personal como en lo profesional y en lo físico. Acabo de comprar mi casa, he alquilado una oficina de 200 metros cuadrados para mi empresa de comunicación, no tengo planes para ir a ningún 'reality' y en Navidades saldrá mi libro. Ahora mismo no tengo pareja ni la quiero, no busco nada que me ate en este momento de plenitud. No necesito a nadie. Soy muy independiente. Eso no quiere decir que esté cerrado al amor, pero no lo busco. Me veo muy bien sin tener que darle explicaciones a nadie. Novio, ¿para qué? Ya lo he tenido».
¿Y cómo le gustan los hombres a Eduardo? «No tengo un canon. Me cabe todo. Me enamoro de la persona. No he tenido novios que me hayan llevado por el mal camino, soy yo el que suele llevarlos a mi terreno. Los traigo a mi mundo, que es maravilloso, lo más«.
Apoyo familiar
Lejos quedan los tiempos oscuros. Su salida del armario no fue especialmente fácil: «Fue gradual. Pero un día me compré un bolso y cuando mi madre me vio me dijo que no iba a salir de casa con eso, que era de mariquita. Así empezó el drama. Yo hablé con mi hermana y ella con mi madre«. De nuevo, el tiempo como factor balsámico.
«Y ya empecé con la noche, con el travestismo, el diseño de vestuario. Mi inspiración era el Galliano de los 2.000, el de las fantasías para Dior inspiradas en Egipto. A mí me decían que era una travesti muy elegante. Es verdad que yo enseñaba cacho, pero era más sutil. Parecía una señora y me echaban más años. Siempre he tenido algo de 'viejoven'. La personalidad se forja, y yo siempre me he movido con gente mayor que yo, aunque parte del carácter viene así de fábrica». Pero la noche cansa: «Yo estaba harto de ir de un lado para otro con las pelucas. No era lo mío». Lo suyo es ser vedette, pero a otro nivel.
La foto: El padre de la criatura
Cuando entró en 'MasterChef Celebrity', a Eduardo no le pillaba de nuevas el mundo de la hostelería. La foto, que tomó su madre, nos muestra al diseñador junto a su padre preparando una mesa en el restaurante familiar: «Yo me crié entre la cocina y la barra de La Fortaleza. A los nueve años ya servía cafés y cañas«. Su relación con su progenitor fue un tanto complicada: »Es que era mayor. Me tuvo a los 50 años y encima, con su ideología, había cosas de mí que le chocaban. Él solo pensaba en trabajar. No entendía nada de mi mundo.
Cuando me fui a estudiar moda a Barcelona, estuvo tres años preguntándome cuándo volvía para trabajar en el restaurante. Se definía como analfabeto, pero era una excusa para no entender lo que no quería. Y eso provocó un distanciamiento«. Pero el tiempo lo cura todo: »El tiempo y la voluntad de querer entender«. Eduardo le dedicó a su padre unas emotivas palabras en las redes sociales: »Sé que soy como soy por ti, llevo en mi sangre tus genes de emprender, trabajar y persistir. Te quiero, espero no decepcionarte nunca y algún día llegar a ser como tú«. Lo hizo un tiempo antes de que falleciera y de que, orgulloso, le viera triunfar en las pasarelas: »De todas formas, siempre me he llevado mejor con las mujeres«. Su abuela, sin ir más lejos: »Es mi persona favorita del mundo«
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