El día que la Princesa Diana rompió con su madre, Frances Shand Kydd
La relación entre Lady Di y su madre estalló el día de su boda. Celos, reproches y una infancia marcada por el abandono definieron un vínculo lleno de heridas sin cerrar
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Se cumplen 21 años del fallecimiento de Frances Shand Kydd, madre de la Princesa Diana de Gales, quien murió el 3 de junio de 2004 a los 68 años tras una larga batalla contra el párkinson y el cáncer cerebral. Aunque su figura siempre estuvo rodeada de un aura aristocrática, también vivió marcada por la tragedia, la exposición pública y una compleja relación con su hija, la mujer que se convertiría en 'la princesa del pueblo'.
La relación entre Diana y su madre fue distante, tensa e intermitente, y alcanzó uno de sus momentos más convulsos precisamente el día en que Diana contrajo matrimonio con el entonces príncipe Carlos, el 29 de julio de 1981. En su biografía Diana: Su verdadera historia, el escritor Andrew Morton reveló que la princesa quedó «terriblemente decepcionada» por Frances aquel día tan significativo. «Ella seguía llorando y siendo tan valiente y diciendo que no podía soportar la presión. Yo tendía a pensar que era yo la que estaba bajo presión porque era la novia», confesó Diana a Morton, en unas declaraciones que formarían parte de una exclusiva que conmocionó al Reino Unido y al mundo.
Diana incluso aseguró que su madre la volvió «loca» durante su compromiso con Carlos y que Frances se sintió «herida» al no ser incluida en los preparativos para la ceremonia real. En palabras de la propia princesa, el estrés de la boda llevó a su madre a empezar a tomar Valium, un medicamento para la ansiedad que, según Diana, Frances siguió tomando desde entonces.
Después de la boda, madre e hija llegaron a pasar entre tres y cuatro años sin hablarse, aunque hubo momentos de acercamiento esporádico. Uno de ellos fue en 1982, cuando Frances fue vista en el Hospital St. Mary tras el nacimiento del príncipe Guillermo. La recién estrenada abuela expresó entonces alivio porque Diana no tuviera que soportar más la presión de engendrar un heredero varón, en un gesto que dejaba entrever algo de la empatía que a menudo se había echado en falta entre ambas.

Las raíces de la fractura emocional entre madre e hija se remontan a la infancia de Diana. La separación de sus padres en 1969 tuvo un impacto demoledor en ella. Tras una amarga batalla legal por la custodia, la futura princesa y sus hermanos quedaron al cuidado de su padre, el vizconde Althorp. Diana tenía solo ocho años. Charles Spencer, su hermano, recordó años más tarde que Diana «solía esperarla en la puerta, pero nunca llegaba... Nuestro padre era una fuente de amor silenciosa y constante, pero nuestra madre no estaba hecha para la maternidad… no podía hacerlo. Estaba enamorada de otro, perdidamente enamorada».
Frances Ruth Roche, nacida el 20 de enero de 1936 en el seno de la aristocracia británica, contrajo matrimonio con Edward John Spencer cuando tenía solo 18 años. Tuvieron cinco hijos, aunque solo cuatro sobrevivieron. Su unión, lejos de ser armónica, estuvo marcada por el maltrato emocional y la presión por tener un heredero varón, según relata Tina Brown en su libro The Palace Papers. La autora afirma que Frances «fue obligada a pasar por seis embarazos en nueve años» y que su esposo, el vizconde, «se molestaba por su independencia».

Diana, nacida en 1961, no fue recibida con el entusiasmo esperado por parte de la familia Spencer, que anhelaba un varón. Tan inesperado fue su nacimiento que tardaron una semana en decidir su nombre. A pesar de que finalmente llegó un heredero varón en 1964, eso no bastó para sostener el matrimonio. La pareja se divorció cinco años más tarde, y Frances inició una nueva vida con el magnate australiano Peter Shand Kydd, con quien también terminaría separándose décadas después.
A finales de los años 80, cuando su nuevo matrimonio ya se tambaleaba, Frances llegó a culpar a Diana de sus problemas conyugales. «Creo que la presión fue abrumadora y, al final, imposible para Peter. No lo querían a él, me querían a mí. Me convertí en la madre de Diana, y no en su esposa», declaró la propia Frances, en una confesión que revelaba la sombra de la fama de su hija sobre su vida personal.

Con el paso del tiempo, la distancia entre ambas fue creciendo. Según el exmayordomo de la princesa, Paul Burrell, Frances no aprobaba las relaciones posteriores de Diana tras su separación de Carlos, incluyendo la que tuvo con el cirujano Hasnat Khan o el empresario Gulu Lalvani.
A pesar de todo, Frances sí mantuvo una buena relación con sus nietos, los príncipes Guillermo y Harry, quienes solían visitarla en su casa de la isla de Seil, en la costa escocesa. Allí, alejada de los focos y refugiada en su fe católica, Frances vivió sus últimos años dedicada a la caridad y a la introspección, hasta su fallecimiento en 2004.
Veintiún años después de su muerte, la figura de Frances Shand Kydd sigue siendo recordada por su complejidad: una madre ausente para Diana, pero presente para sus nietos; una mujer criada en el deber de la aristocracia, pero profundamente marcada por sus decisiones y por la fama colosal de su hija, cuya relación se quebró en el altar de una boda real y nunca volvió a ser la misma.
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