Carlos Ferrando «la edad de oro del periodismo de sociedad se ha acabado»

«Yo era un relaciones públicas que les regalaba copas, los atendía y poco a poco me forje amistades que me confiaban todo como si fuese un confesor. A ellos les venía muy bien salir en los periódicos y en las revistas. Tu sabes la de contratos que se han firmado en Bocaccio. Pilar Miró tenía una mesa y me decía 'de aquí se puede sacar una película'. Todas las noches venía con Balbín que entonces presentaba 'La Clave', era la hostia. En Archy venía una vez a la semana el actual Rey Felipe VI, entonces príncipe y pinchaba. Allí se fraguó parte de su historia con Eva Sannum«, recuerda Ferrando. Reconoce que aunque la vida no es de color de rosa, la suya si lo haya sido »Este libro es una celebración de cómo estos personajes me han hecho feliz a mí. Yo trabajaba en Petrol en Tarragona y esto ha sido una fiesta y lo he disfrutado al máximo«.

Su primera incursión en el mundo de las letras fue gracias a Doña Rosario, la madre de Rocío Jurado, a la que conoció un día al terminar un espectáculo al que acudió con unos amigos. Ferrando la cautivó con su lengua afilada y le contrató para contestar las cartas que la cantante recibía de las fans «No me pagaba pero iba a la casa dos veces por semana, me daba un café con leche y yo contestaba las cartas que muchas eran incendiarias. Cuando apareció Pedro Carrasco en su vida deje el trabajo pero nunca la amistad«. Hasta que un día Pedro J. Ramírez y otros fundadores de 'Diario 16' le invitaron a pasarse por el periódico y escribir lo que había pasado esa noche en Bocaccio. Y ahí empezó su aventura periodística que le llevo a dirigir el dominical del periódico y a saborear el éxito en la radio y la televisión «No tenía los problemas que tenemos todos de que escribo hoy, al contrario tenía que pensar que quitar. Tenía que darle a alguien, y al día siguiente cuando le ponía una copa, me insultaba pero a la semana volvía».

Si hablamos de personajes, Antonio Banderas es el que más le ha impresionado. Jamás imaginó que alcanzaría el éxito en Hollywood sin saber ni una palabra de inglés. Era especial y Madonna se volvió loca con él, recuerda Carlos. Fue coincidiendo con el primer concierto de la artista en España. Al ver que no podía lo intentó con su hermano Manuel, también sin éxito. Ambos estaban casados. Después en el rodaje de 'Evita' estoy seguro de que paso algo entre ellos, fue mucho tiempo y ella era guerrera y nada sutil.

La mayor decepción se la llevó con Miguel Bosé, al que adoraba «Acabas queriéndolo, era guapo, culto, con una educación exquisita. Toda su vida era glamurosa y sin embargo sus canciones no decían nada. No hizo nada por la música. Nadie se atrevió nunca a decirle que no», recrimina Ferrando. Estuvo a punto de casarse con Sara Montiel o eso cuenta la leyenda «no fue así, lo que si estuve es en la 'operación conquistar a Sara'.

Ella tenía muchas casas y joyas, pero le faltaba liquidez, entonces una revista le ofreció pagarle muy bien la exclusiva de la boda. Y se trajo de Cuba a Tony Hernández, que se vestía de Sara en La Habana y tenía pareja. Le pareció el perfecto, aunque el día de la presentación se trajo a su novio y quería sentarlo en la mesa con ellos. Le tuvimos que decir que no podía aparecer. Al poco tiempo regresó a su país con su pareja. Sara era especial, durante años cenaba lo mismo todas las noches en su casa al acabar el programa. Me quedaba embobado escuchando sus historias. Era íntima de La Pasionaria y se iba a Moscú a verla. Fue la única de su época que se negó a ir a adorar a la mujer de Franco al Pardo. Le hicieron muchas putadas por ello«, recuerda.

Ferrando ya no quiere escribir porque dice que no sabe dónde va a ir a enterarse de lo que hace alguien «ya no hay fiestas, y lo del photocall me parece inmoral para un periodista tener que estar hablando con un anuncio». Ahora se pasa el día leyendo periódicos y yendo al cine y al teatro. Tuvo alguna tentativa de irse al otro barrio, pero con la pandemia se dio cuenta de lo bonito que es vivir «para poder hablar con gente, me cogía todos los días la misma barra de pan que ya estaba dura y con un periódico andaba horas y hablaba con la gente con el cuidado de que no me viera la policía». Presume de una salud de hierro ya que la primera vez en su vida que ha ido a un hospital fue para ponerse la vacuna del covid.

Se despide convencido de que ya no va hacer nada más, que este libro es el final y que le gustaría que le recordasen como alguien «que les hizo reír, que sabía contar las cosas y esconder las que no quería contar». Atrás deja muchos amigos, Almodóvar, Ana Belén, y otros con los que un día fue feliz, aunque esta última hoy haga como que no le conoce, algo que ha aceptado, aunque le ha dolido mucho. Su musa seguirá siendo Esperanza Roy y sus dos grandes amores; su madre, de la que dice que «era un pobre de pedir y la convertí en una diosa» y César Heinrich, el guapo periodista todoterreno que ha colaborado con él en el libro y que «ahora mismo es como mi padre. Nos hemos llevado siempre tan bien siendo tan opuestos…».