Carlos Danés: «A veces me he cuestionado si ser sacerdote o monje»
El compositor habla con ABC sobre el cristianismo y su amor por el arte y la música clásica
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Iniciar sesiónCarlos Danés, 26 años, es pianista y compositor y asegura estar intentando encontrar un sentido que llene su vida y el camino para servir a Dios a través del arte y del amor al prójimo. Su referente en la vida es Jesús, y cuando ... tiene alguna duda siempre se pregunta qué haría él en su lugar.
—¿Cuándo comenzó a descubrir su pasión por la música?
—Desde muy pequeño me gustaba cantar y bailar, pero comencé a desarrollarla a la par que estudiaba e iba creciendo como persona. Empecé a los ocho años a dar clases con Javier Negrín, él me enseñó hasta que terminé la carrera. Mis padres me apuntaron porque era un niño muy inquieto, fue una actividad enfocada a mi relajación y concentración, pero no fui consciente hasta mi adolescencia cuando supe lo que era el amor, el desamor, la tristeza, la alegría, el desengaño, ahí es cuando empecé a comprender realmente la música. Pero eso tiene sus peligros.
—¿A qué peligros se refiere?
—Mientras que eres joven, eres soñador, te montas una película de lo que crees que es la música y piensas en la fama, conseguir engañar a alguna chica, potenciar tu inteligencia, pero hoy en día mi postura es distinta.
—Completó los diez años en el conservatorio y luego paso cuatro estudiando la carrera en la universidad y un máster, ¿Cuál fue su siguiente paso?
—Tuve una crisis existencial y me convertí al cristianismo después de tener una experiencia con Dios. Decidí irme a Suiza a estudiar un año teología, filosofía y antropología para intentar ver donde tenía una dirección sobre la cual construir mi fe.
—¿Pensó en convertirse en sacerdote?
—A veces me he cuestionado si ser sacerdote o monje, o dedicar mis fuerzas a transmitir el evangelio a través de la música y el arte. Dudas en la vida siempre hay. Por ahora estoy bien como músico, pero si Dios precisa otra cosa de mí, me lo hará saber.
—¿Encuentra refugio en la Biblia como Tamara Falcó tan de actualidad tras su participación en la XIV Edición del Congreso Mundial de las Familias celebrado en México?
—Es una de las fuentes principales donde los cristianos encuentran un camino directo al encuentro con Dios. Para mí la Biblia y en concreto los evangelios son refugio, inspiración, esperanza y fortaleza.
—En ese mismo encuentro hemos conocido que un actor mexicano, Eduardo Verástegui, ha practicado el celibato durante 17 años, ¿qué le parece? ¿se lo ha planteado?
—Para mí, la castidad, entendida como una virtud que propulsa al ser humano a realizar actos conservando una pureza, es decir, realizar actos con una disposición de verdadero amor (ojo que esto no es fácil), es una meta a la que llegar sin duda. No solo en el ámbito de la sexualidad, que es a lo que la mayor parte de la gente lo relaciona, sino en todos los ámbitos.
—En la actualidad, ¿tiene pareja?
—Si, una chica maravillosa, con mucho talento y con mucho amor dentro de ella. He aprendido mucho de ella y le estoy muy agradecido. Es matemática, lo cual encaja muy bien con mi faceta de músico (ríe).
—Volvamos a la música y a uno de sus logros de los que está muy orgulloso, la Asociación Artística de Música Callada. ¿Cómo surgió la idea?
—Del consenso de un grupo de amigos que somos aficionados a la música clásica y que hemos detectado el desinterés general de la población hacia el arte. Los jóvenes artistas tienen más difícil sacar sus proyectos adelante, por eso creamos esta asociación para ayudarles a conseguirlo.
—¿Por qué eligieron ese nombre?
—'Música callada, soledad sonora…' es un poema de San Juan De la Cruz, tiene una connotación religiosa porque para mí cualquier arte o cualquier acción que carezca de una voluntad espiritual es una acción vacía.
—¿A qué cree que se debe ese desinterés de la juventud por el arte en general?
—La estimulación excesiva de hoy en día no es compatible con la contemplación de una obra de arte. Para hacerlo necesitas silencio, tiempo, tener el corazón abierto, no tener prejuicios e intimidad, y es un esfuerzo que hoy en día los jóvenes no quieren hacer. En general entre las nuevas generaciones la música clásica pasa desapercibida a la vez que la pintura, la escultura o la buena literatura.
—La Asociación dice que es un pozo sin fondo y tuvieron que idear un plan para poder llevar a cabo los proyectos ¿Qué se les ocurrió?
—Junto con seis socios creamos Quiet Music Studios, un estudio de grabación audiovisual donde componemos y grabamos música para películas y anuncios entre otros. El equipo está formado por un experto de audio, uno de vídeo, un constructor de drones, un administrativo y un compositor que en este caso soy yo.
—Para ser un buen músico, ¿es necesario tener talento o se puede desarrollar con el trabajo diario?
—El talento es necesario, hay personas que no tienen ningún talento, se empeñan en ser músicos y lo pasan fatal, pero también te digo que hay gente que sin talento y mucho trabajo consiguen ser músicos y otros que teniendo mucho talento si no trabajan nunca llegan a realizarse. Sin trabajo el talento no sirve de nada.
—¿Cuál ha sido su mayor logro musical?
—Poder estrenar en el Auditorio Nacional de Madrid dos obras mías. Primero fue un quinteto para piano y cuarteto de cuerdas y después un concierto para dos pianos y orquesta que acaba con un solo de una soprano que se mete de repente en el concierto con el himno de San Francisco de Asís, que hace una alabanza a las criaturas del mundo.
—¿Y un sueño pendiente?
—Me gustaría tocar alguna obra que no sea mía, con una perfección técnica que requiere mucho tiempo y que no tengo.
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