Brad Pitt, apolo mundial y dandi de gimnasio
la dorada tribu
Acaba de cumplir 60 años, pero sus estampas últimas o penúltimas acreditan que los cumplen otros. Se ve, en la hemeroteca de biografía, que gusta de tocar varios palos. No se le aprecia maduro, pero casi
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Iniciar sesiónHa cumplido Brad Pitt 60 años, y por ahí se han publicitado las estampas últimas o penúltimas de Pitt, que acreditan que los 60 años los cumplen otros. Brad Pitt es Brad Pitt. Dijo él que a partir de los 50 años empieza el ... cuerpo a resentirse, y ahí es donde uno ve que amanece la elegancia, porque cuando decae el cuerpo se anuncia el espíritu, que es quien de verdad luce los trajes.
Ahí empieza el espejo interior, y desmaya el espejo propiamente dicho. Arriesgó Coco Chanel que la elegancia es el esqueleto. Pitt es un esqueleto con mucho gimnasio, pero a partir de ahora, sesentón, el hueso gana a la mancuerna, y ahí se inaugura la distinción. Lo demás es 'footing' o escaparate. O ambas cosas. En Pitt se va entornado el apolo mundial y va asomando el dandi joven, que no es el joven dandi, sino más bien todo lo contrario.
Hay muchos Pitt en Brad Pitt, pero siempre es él mismo, porque no gasta hueca planta de maniquí sino empaque de tío que a veces se va de gira por los abismos íntimos. Quiero decir que Pitt ha encontrado un modo propio de estar, una manera suya de llevar cualquier harapo, un lenguaje, en fin, por encima del revuelto birbilirloque de sus percheros, donde igual tiene una gorra de saldillo que una levita Armani. Es un jaleo de gafas de sol, vaqueros grunge, camisas de espuma y algún esmoquin de Oscar, que sale siempre muy celebrado en las encuestas de la elegancia. Sobre todo porque es un jaleo o pleito de todo eso.
CAMALEÓNICO
Su estilo viene litigando contra su juventud de leyenda, su celebridad planetaria, y su vestuario de alboroto
Vivió fijo, durante años, en el amor por Angelina Jolie, que es una palmera sexual, con morbo de tatuada, que una veces doblaba de elegante a nuestro hombre o bien lo doblaba de canalla, según ocasión y ropero de oro para esa ocasión. Ya digo que ahora nos están sirviendo un largo álbum de Pitt, porque ha cumplido años, cuando los años los venimos cumpliendo el resto. Se ve, en la hemeroteca de biografía, que no recae en el horterismo del estampado y que ha probado todos los peinados o despeinados, por exigencias del guión, a ratos, y otros ratos por exigencias del guión de su vida, que gusta de tocar varios palos, y hasta palos opuestos.
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Ángel Antonio HerreraHay dos: la de pasado canalla y la de presente de escaparate, como mamá de 'spot'. La musa de Brad Pitt se emplea de musa de sí misma. Esta es la Angelina del momento
No se le aprecia maduro, pero casi. No es un cromo de carpeta de adolescentes, pero aún sirve para competir en calzoncillos con Cristiano Ronaldo. Empieza a perder gimnasio, pero la pajarita le queda como a James Bond. Creo que fue Valentino quien le definió como «un icono de estilo». Bueno, pues vale. La frase es fácil, pero el término estilo boceta bien al actor, que se sale de todo boceto porque practica unas veces la sobriedad del color negro y otras veces el entusiasmo del desaliño, que en él queda distinto. No sé si hace falta recordar aquí que ha trabajado con Steven Soderbergh, Ridley Scott, Tarantino, o los Cohen, pero mejor lo recordamos.
Cuando recogió su Oscar fue a la ceremonia más solo que la luna. Su estilo viene litigando contra su juventud de leyenda, su celebridad planetaria, y su vestuario de alboroto. En los platós de portería, ruedan de modo guadiana los nombres de algunas famosas nacionales que pudieron pasar una noche sexual, en Madrid, con Brad Pitt, cuando vino a presentar película, hace años, según dicen los que dicen que saben. Esa baraja de nombres de guapas se abre o se cierra, según el momento, pero quien pasó la noche con Brad Pitt fui yo, hasta que al alba, casi, nos fuimos a la cama. Por separado, naturalmente.
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