FOTOMATÓN
Julio Iglesias le desea la felicidad a Isabel Preysler
El cantante estuvo aquel día campeón, a mi juicio, porque preguntado por la Preysler dijo que era madre de sus hijos, y que él ya no está en esos menesteres
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Madrid
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Iniciar sesiónNo faltan ganas de ponerle un micro a Julio Iglesias, a ver qué opina de la ruptura de Isabel Preysler. Pero a Julio me temo que no vamos a pillarle. Julio está siempre ahí, sin estar, mayormente por causas familiares, porque la familia ... es quien da novedades, y no él.
Recuerdo ahora que sí aludió a Preysler y Mario Vargas Llosa, cuando Julio presentó un último disco, y lo de «último» lo dijo él. «A estas gentes les deseo la felicidad», soltó Julio. Llamaba «gentes» a un escritor clásico, y a su novia, Isabel, que es alguien de la familia.
Esa aparición de Julio nos dejó un poco tranquilos respecto a los rumores siempre vivos de su mala salud, y nos trajo dos novedades. Una, que Julio ha llegado al virtuosismo de despeinarse, estando calvo. Esto sólo le pasa a algunos ilustrísimos de la variedades, y muy de cuando en cuando. Y novedad dos. Que Julio tuvo que ponerse, durante un momento, en el papel de 'ex' de la Preysler, cuando por lo general, en artistas de tanta eslora, y tanta biografía, la 'ex', o las 'ex', suelen ser ellas.
Mientras la separación de Preysler y Vargas Llosa repercute en lo alto, Julio Iglesias, que algo tiene de hilo musical del mundo, resulta un 'ex' de la Preysler. Julio estuvo aquel día campeón, a mi juicio, porque preguntado por la Preysler dijo que era madre de sus hijos, y que él ya no está en esos menesteres. Él llama menester al amor, una cosa de juventud que asoma de pronto, por vía ajena, cuando has cumplido más de medio siglo cantando rancheras.
Vargas Llosa e Isabel Preysler han rematado un noviazgo de Premio Nobel. Y ahí está Julio Iglesias, que tiene todos los Grammys de ascensor, y encima es un clásico de todo karaoke, entregando un rato de una rueda de prensa profesional para hablar de lo personal, pero de lo personal de otros.
Me parece elegante, este gesto de Julio, elegante entre otras cosas. Conste que eso de «clásico de cualquier karaoke» no lo escribo bajo ironía. Para mí, quedar en el repertorio de karaoke es el triunfo mayor de un artista, porque se incorpora directamente al pueblo, y ahí avala su inmortalidad. El primer tramo del cancionero de Julio es un inventario muy notable, y en ese primer tramo está Isabel Preysler, como musa, pero como musa real que sale en las canciones y sale en las portadas.
Como cualquiera, Julio es «él y sus circunstancias», pero en él las circunstancias son una familia de los pósters del colorín, donde aporta una monada de esposa, Miranda, un coro de dorados niños de spot, y luego Enrique Iglesias, Julio José y Chabeli, que van por libre, hechos ya unos mozos y casados o ennoviados con tenistas o maniquíes. Enrique Iglesias le ha salido cantante, Julio José mozo de variedades y Chabeli le ha salido Chabeli o Chábeli, o sea, una chavala con tiempo sobrante para pensarse si le pone o no le pone acento a su nombre. En cuanto a Isabel, pues no hay rival. Reúne en su biografía sentimental a un cantante principalísimo, a un aristócrata de largo linaje, a un superministro de la 'beautiful people', y a un premio Nobel con buena lámina.
No creo que Julio sospechara nunca que en la presentación de un disco iba a hablar de la Preysler. Pero lo hizo. Servidumbres de ser el 'ex' primero. Y de alguna manera, siempre el último.
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