Los amores de Carmen Sevilla, 'la novia de España'

Pero en su ausencia, queda el recuerdo que deja a varias generaciones de espectadores que vieron sus películas y sus divertidas apariciones en televisión. Su vida sentimental merece un repaso porque Carmen Sevilla fue una mujer de principios que llegó virgen al matrimonio, algo sorprendente en el mundo del espectáculo donde se da por entendido que los artistas con un poco casquivanas o menos convencionales.

Carmen podía haber sido una estrella en Hollywood, más que Sara Montiel, pero no quiso. Ella quería estar con los suyos, en su tierra, con sus miedos e inseguridades. Conocida como 'la novia de España', lo cierto es que Carmen presumía de ser 'la virgen de España', porque su deseo era llegar al matrimonio sin haber catado hombre. Y Hollywood era la cuna del pecado.

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Hija del letrista Antonio García Padilla, Carmen creció entre las grandes, rodeada de artistas, en una familia bien. Que fuera virgen no quiere decir no tuviera sus devaneos: el primer beso se lo dio Jorge Negrete en el cine, su primer novio fue el torero mexicano Carlos Arruza, que hizo lo posible para casarse con ella, pero quería que ella dejara de trabajar, algo que Carmen no estaba dispuesta a hacer porque estaba empezando su carrera.

Su belleza era tal que los hombres caían rendidos. Mario Moreno, Cantinflas, llegó a regalarle un anillo de diamantes que ella devolvió por consejo de Lola Flores. Quedaron como amigos con derecho a roce: solo besos furtivos en el coche. Fue un amor platónico, nada de tocamientos. No como los de Charlton Heston, que le metía mano cada vez que podía mientras rodaban 'Marco Antonio y Cleopatra'. Paco Rabal también tenía la mano muy larga, pero lo hacía con gracia. Y si tuviera que elegir los mejores besos de sus compañeros de reparto, se quedaría con los de Yul Brynner.

En sus memorias, Carmen Sevilla habla de los novios que tuvo antes de su primer matrimonio: Ricardo Fuster, un millonario con el que estuvo dos años y que llegó a comprar el piso en el que iban a irse a vivir y Lucho del Villar, un empresario chileno con el que le gustaba salir de fiesta. Hasta que conoció en Milán al compositor Augusto Algueró. En tres meses ya se habían casado. Fue un auténtico flechazo que se aceleró mientras trabajan juntos. Él era un romántico que le regalaba flores y se le declaró como en las películas. Ella, que tenía 30 años y había cumplido su palabra de llegar virgen a ese momento, aceptó. Se publicaron en la revista 'Semana' las memorias de Augusto, en las que se insinuaban que la pareja vivía en pecado y Carmen llegó a pedirle a Fraga que lo desmintieran.

La boda fue en El Pilar, en Zaragoza, el 23 de febrero de 1961. Vestida por Pertegaz, con diadema de diamantes y zafiros, tuvo a Estrellita Castro como madrina. La noche de bodas no fue como había imaginado. De hecho, pasó sin pena ni gloria. La propia Carmen decía: «De cintura para arriba yo era divina, pero de cintura para abajo yo no tenía ni puta idea, porque yo no tenía la experiencia de hacerle cosas a los hombres, ni yo sabía que los hombres tenían que hacerme cosas a mí».

Al poco de acabar la luna de miel en Buenos Aires empezaron las peleas. Él quería que lo dejara todo, ella llegó a sufrir un aborto espontáneo. Por si fuera poco, las infidelidades por parte de Augusto fueron constantes. Al fin tuvieron un hijo, Augusto Jr, y tal era su éxito que lograron darle dos padrinos de renombre, Marisol y El Cordobés. Carmen fue madre cuando ya deseaba separarse. Tuvo un segundo aborto mientras el matrimonio iba a peor, coin infidelidades ya indisimuladas, hasta que finalmente Agusto Algueró se marchó de casa para irse con Blanca Estrada.

Ya con experiencia, Carmen encontró en Vicente Patuel al amor de su vida. Él supo entenderla y quererla, pero era muy celoso. Aunque dejó que siguiera en el cine, al final logró que se apartara del espectáculo para irse al campo con sus ovejitas, en su finca de Extremadura. Se casaron en secreto 1985 y lo celebraron en la casa palacio del duque de Ahumada en Arcos de la Frontera. La alianza llevaba una inscripción, una fecha, 28 de marzo de 1974, el día en que se conocieron, cuando él le pidió un autógrafo.

A pesar de que algunos cuentan que Vicente la dejaba sola en la finca muchas veces, ella en sus memorias solo tiene bonitas palabras para el que fuera su marido, que falleció en abril de 2000. Y eso es lo que cuenta.