Adriana Abenia: «Mi pareja me da estabilidad cuando la vida cojea»
La presentadora de televisión se abre en canal en su segundo libro 'La vida ahora' donde habla de trabajo y familia
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Madrid
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Iniciar sesiónUn físico espectacular, una sonrisa que contagia, una familia diez, un vida laboral óptima… Nadie pensaría que Adriana Abenia tiene motivos para proclamar un quejío y lamentar tantos pasos dados sin pensar en las consecuencias. Hoy se desnuda en su segundo libro 'La ... vida ahora' donde relata momentos nada dulces de una biografía que pocos conocen.
—Lo que ha hecho en 'La vida ahora' es más que un desnudo completo. Suena a catarsis y reseteo completo. ¿Había necesidad?
—Realmente fue una propuesta de mi editorial porque nunca valoré abrirme en canal pero ha servido que pasara un tiempo porque antes habría sido impensable contar mi historia sin cicatrizar las heridas.
—Comienza con su polémico trabajo en 'Sálvame' y acaba justo diciendo que no quiere acudir al último programa de despedida.
—El destino es caprichoso. Ironías de la vida pero eso es lo que me pasó. Era inevitable no hablar de ese programa porque yo me rompo precisamente cuando trabajo ahí y mi último capítulo me sitúa en Sancti Petri con mi familia y con el final de 'Sálvame' en las pantallas.
—¿Cosas del karma?
—Tal vez sí exista el karma.
—La imagen que traslada de mujer pletórica es muy contraria a lo que cuenta de su vida.
—La sociedad valora demasiado el físico ya que lo importante es lo que hay dentro de uno. Reconozco que mi físico me ha ayudado en muchas cosas pero también he tenido que demostrar más. Aunque en el libro hablo de la tele, lo que a mi me pasa se puede extrapolar a otros trabajos. En mi caso lo que ocurrió es que encima me gustaba tantísimo lo que hacía que olvidé cuidarme, mi ciudad, mi novio con el que llevaba desde los 15 años, me fijé demasiado en las opiniones ajenas, en buscar el aplauso… olvidé si me sentaba bien y si era feliz. No supe frenar.
—El mundo que vivimos no nos deja tiempo para reflexionar.
—Consumimos la vida en vez de disfrutarla. La manía de nuestra sociedad de vivir deprisa es lo que nos hace daño. He aprendido con el tiempo que hay que saber entender que no se puede llegar a todo y no se puede ser la mejor en todas las parcelas. Hay que seleccionar a qué se dedica el tiempo y hacer un ejercicio de renunciar porque no puedes ser la numero uno en el curro, jugar con tus hijos después de una jornada laboral, ser la mejor con la pareja, cocinar… hoy soy más indulgente que antaño cuando me auto exigía tanto y ya no quiero ser perfecta. ¿Y al final para qué? Romperse es una oportunidad para reconstruir.
—Su pareja Sergio, a quien conoce con sólo 15 años, es el pilar de su vida. Su historia es de las de antes porque hoy en día suena imposible durar tanto.
—Cuando empezamos a salir mi padre dijo que duraríamos tres meses y ya vamos a por los 30 años juntos. Él me ha aportado estabilidad. Esa pata que sostiene cuando la vida cojea. Siempre ha puesto cordura en todo lo que hacía. Fíjate que me convertí en madre por tener algo auténtico mío, alguien que me quisiera sin concesiones. Lo bueno del tiempo es que he aprendido a controlar hasta mi trabajo en la tele. Sabía que en esta profesión todos tenemos un sustituto y por eso me entregué en cuerpo y alma hasta la crisis que sufrí en 2010 por la que tuve que ser ingresada.
—Describe con todo lujo de detalle esa crisis y que supuso un antes y un después en su vida.
—No escuchaba mi cuerpo, es más lo desoía, y es que iba como los burros buscando el azucarillo. La vida pasaba al lado y no me enteraba, hasta que una resonancia médica me hizo entender que había que terminar con el ritmo que llevaba. Tenía que replantearme las cosas. Mi madre intentó que dejara la tele pero yo entendí que dejarla supondría tirar por la borda todo el trabajo y esfuerzo que había realizado. En esa séptima planta del Hospital La Princesa, estancia que no conté porque no quería que nadie sintiera pena por mí, escuchaba las quinielas donde jugaban con mi nombre para otros formatos. Ahora comprendo que estaba bloqueada.
—¿Y hoy cómo está?
—Genial. Trato de entenderme y ser realista y no buscar la mejor versión de mí misma sino mostrarme cómo soy. No quiero gustarle a todo el mundo porque no sería honesta. Tengo mis días terribles como todo el mundo porque todos tenemos nuestra Cruz y sé que con este libro puedo ser una mano amiga para tanta gente que pasa por lo mismo y no sabe frenar.
—¿Qué cambiaría?
—Soy lo que soy fruto de lo bueno y malo que he hecho pero claro que me arrepiento de cosas. Sobre todo habría dicho más veces que no porque el no me ha llevado más lejos que el sí.
—¿Habrá más hijos después de Luna?
—Sergio no quiere y la verdad es que estamos hoy muy cómodos. Volver a empezar cuesta y en el libro también me refiero a la maternidad real.
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