Adriana Abascal y Manuel Filiberto de Saboya: una extraña pareja se cuela entre la alta sociedad

La modelo y el príncipe protagonizan el primer romance sonado (e inesperado) de este 2025

Ninguno de los dos ha llevado una vida convencional, y mucho menos el aristócrata italiano

Romance sorpresa: Adriana Abascal y el príncipe Manuel Filiberto de Saboya, juntos en el desfile de Rocío Peralta

Adriana Abascal y Manuel Filiberto de Saboya, en el desfile de Rocío Peralta. GTRES

La noticia saltaba el viernes de la pasada semana. Adriana Abascal, de 52 años, lucía sus delicadas formas en el desfile flamenco de Rocío Peralta en Sevilla. Hasta ahí todo normal. Llamó la atención la presencia del príncipe Manuel Filiberto de Saboya ... en primera fila, aunque es bien conocido que este peculiar aristócrata italiano no rehúye los saraos. Pero lo que no se esperaba nadie es lo que vino después: abrazos, caricias y arrumacos. Efectivamente: una nueva (y extraña) pareja ha llegado a la alta sociedad.

El duque de Saboya y la bella Adriana no esconden su amor. No lo hicieron en el desfile sevillano, prodigándose ambos en gestos de cariño y el ir y venir de manos, ni en los días posteriores, paseando su amor por las calles con besos furtivos incluidos, que alguna que otra imagen va circulando. Lo único que falta es un photocall, un posado consentido de ambos celebrando su amor. Aunque en realidad eso ya solo es protocolo.

Lo cierto es que ambos forman una pareja altamente improbable. La elegante Adriana Abascal nació en México en 1970 y 20 años después se metía de lleno en la jet-set para ya nunca salir. Fue entonces, en 1990, cuando unía su vida a la del magnate de Televisa Emilio 'El Tigre' Azcárraga, enlace -aunque dicen que nunca llegaron a casarse- que apenas duraría siete cortos años, pues su millonario marido fallecería en 1997. Su romance vivió largos días de recreo a bordo del Eco, donde 'El Tigre' murió de cáncer en brazos de ella. Adriana heredó la embarcación, pero por lo que fuera decidió deshacerse de ella y se la vendió a Larry Ellison, dueño de Oracle, por la bonita cifra de 57 millones de euros.

No cundiría el desánimo sentimental en el corazón de Adriana Abascal y en 2001, con 30 años, se casaría con el entonces presidente de Telefónica Juan Villalonga, de 48, en una boda celebrada en Los Ángeles entre el derrape de limusinas, las propinas en fajos de billetes y los incandescentes flashes de la prensa del corazón. A la pareja le dio tiempo en celebrar la llegada de tres hijos antes de divorciarse en 2009.

Y vendría un tercer matrimonio para la bella Adriana, y esta vez el afortunado sería otro hombre de posibles, el empresario francés Emmanuel Schreder, cuya unión duraría de 2013 a 2021. Antes de lo último con su príncipe, mantuvo un romance el galerista Maxime Falkenstein.

La modelo mexicana dice de sí misma que se siente «un poco bruja» porque nació el 31 de octubre, víspera de Todos los Santos, y porque desde pequeña mostró cierta devoción por el ocultismo. Le gusta poner flores blancas por la casa para sentir las buenas vibraciones y nunca falta a su alrededor el agua, las plumas y velas.

Un príncipe característico

Si bien Adriana Abascal ha dado que hablar básicamente por sus lustrosos matrimonios, diferente es el perfil de Manuel Filiberto de Saboya, de 52 años. No solo ha llevado -según su gusto- una agitada vida social y mediática, sino que hasta ahora también era conocido por ser hombre de una sola mujer. Está casado -o estaba- desde 2003 con la actriz francesa Clotilde Courau, con la que tiene dos hijas.

No constaba su separación, aunque también es cierto que no posaba con su teórica mujer en Instagram desde hace más de un año. Ahora ya se sabe por qué, cuando los medios ya se atreven a anunciar que llevaban un tiempo viviendo vidas aparte.

Nieto de Humberto II, último rey de Italia, Manuel Filiberto de Saboya es pura ansia de vivir. La boda de Emanuele Filiberto y Clotilde Courau tuvo como invitados de excepción al príncipe Alberto de Mónaco y el cantante Johnny Halliday. ¿Qué unía a ambos? Varias cosas. Primero, que presentaron a los novios. Y segundo, que ambos definen qué le gusta al príncipe: la vida royal y el mundo del espectáculo. Aquel 25 de septiembre de 2003, la actriz mostraba su embarazo de seis meses a los más de 2.000 invitados a su boda.

El príncipe Manuel Filiberto ha probado de todo, desde ser actor y productor hasta concursar -y triunfar- en la edición italiana de 'Bailando con las estrellas', participar en tertulias rosas o aventurarse en la producción de vinos y aceites exclusivos. También en el Festival de la Canción de San Remo junto al cantante Pupo y el tenor Luca Canonici. Cantaron con sentimiento 'Italia amore mio' y el voto del público les otorgó el segundo premio.

Bien podría adaptar ahora la letra para estirar de nuevo su cuello y entonar un improvisado 'Adriana amore mio'. El príncipe y la modelo eligieron Sevilla para escenificar un amor que arrancó flamenco y cuya evolución mantendrá entretenida a buena parte de la crónica social durante los próximos meses o quizá años. Una extraña pareja entre la alta sociedad.

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