Las vacaciones gastronómicas de Dabiz Muñoz y Cristina Pedroche

Lejos de ser una pose, a Muñoz no le cuesta dedicar elogios a sus colegas de diferentes restaurantes y mostrar en vídeos cómo disfruta comiendo lo que otros hacen. «Lo que más me gusta en la vida desde los 12 años (después de mi amada Cristina Pedroche) es comer e ir a restaurantes por todo el mundo y de todas las clases y tipos, no sé si lo notáis. Ya después, cocino, que también me flipa, pero un poco menos», ha bromeado en sus redes sociales.

La pareja, que se casó en 2015 , muestra en cada cosa que hace una complicidad y conexión envidiable . Y, sobre todo, el respeto y la admiración mutuas hacia sus profesiones tan distintas. Pedroche no dudó en colgarse el delantal y en aprender a cocinar -con permiso del maestro- e incluso da nombres a varios platos de la carta del restaurante de su marido. También David ha mostrado públicamente su apoyo a su mujer en estrenos de programas o en las tradicionales Campanadas de Antena 3, donde Pedroche arrasa con sus estilismos.

La pareja arrancó oficialmente sus vacaciones el pasado 1 de agosto en Ibiza, donde aprovecharon para comer en el chiringuito gourmet de Rafa Zafra, en Cala Jondal . Allí disfrutaron de un variado menú compuesto por embutidos, mariscos y pescados. Para el postre se decantaron por una ensaimada rellena, piña y helados. A bordo de una embarcación disfrutaron de las aguas cristalinas de Formentera, de donde se bajaron para comerse un arroz con langosta del restaurante Es Còdol Foradat, del famoso cocinero catalán Nandu Jubany , en la playa de Migjorn.

Unos días después cambiaron el sol y la playa por las montañas y el chubasquero del norte del país. Pedroche se inmortalizó en la catedral de Santiago de Compostela, en Combarro (Pontevedra) donde degustaron la gastronomía típica en el restaurante Loxe Mareiro . En el Molin de Mingo en Cangas de Onís se chuparon los dedos con un arroz guisado con pollo pitu o unos tomates autóctonos que, por la pinta que tenían, daba hasta pena comerlos.

La última parada hasta el momento, la localidad asturiana de Ribadesella, allí han disfrutado de la cocina de Güeyu Mar o una típica fabada en La Huertona . Y para desengrasar un poco, nada mejor que una ruta al Pico Pienzu, a unos 1.100 metros de altitud. Un reto fácil para la pareja ya que ambos son ‘runners’ y están acostumbrados a hacer maratones. Aun así, Pedroche inmortalizó su llegada a la cima con un irónico comentario: «Cuando estás contenta porque ya has subido, te das cuenta de que hay que bajar».

Para aquellos que quieran hacerse una buena guía gastronómica, nada mejor que seguirles en sus redes sociales. Lo que los fogones han unido que no lo separe el hombre.