Jon Rahm, el campeón de golf cuya familia es su mejor talismán
El vizcaíno de 26 años, número uno del mundo, acaba de ser padre de un niño
Jon Rahm y su esposa, Kelly Cahill
En un mundo en el que muchos deportistas de élite actúan de manera descerebrada, muy lejos del ejemplo que deberían lanzar a los jóvenes, da gusto encontrarse con personajes como Jon Rahm . Con un joven de solo 26 años que habla con la ... coherencia propia de alguien con el doble de edad. Tiene una cabeza privilegiada, cuando juega y cuando habla, y sus declaraciones son impecables cuando tiene un micrófono delante.
Quizá le haya ayudado estudiar Comunicación y estar fuera de su casa los diez últimos años, primero becado por la Federación Española en la Residencia Blume de Madrid, posteriormente por la Universidad de Arizona State en Scottsdale (EE.UU.). Luego, cuando se hizo profesional hace cinco campañas, ya se quedó a residir en esa ciudad americana. Mas, al contrario de lo esperado, esa lejanía de su hogar de Barrica (Vizcaya) le hizo reforzar aún más unos hábitos familiares que cualquier otro habría roto por la distancia.
Tradicional como pocos, se enamoró en su primer año universitario y decidió entonces que Kelly Cahill sería la mujer de su vida. Pero, lejos de esperar a la treintena para pensar en el matrimonio, a los 23 se prometieron de la manera más clásica y a los 24 ya estaban casados. Eso sí, como le prometió a su ‘amama’, lo hicieron a la bilbaína, en la mismísima Basílica y con la bendición de la Virgen de Begoña.
Después se volvieron a casar a la americana en San Diego (California), justo antes de que comenzara la pandemia, y esa fue la última ocasión en la que pudo verse con sus familiares. Después, el Covid se llevó por delante a su entrañable abuela y a otra tía abuela que estaba en una residencia y tuvo que sobrellevar el horror del confinamiento con videoconferencias diarias.
Por eso fue tan importante para él el nacimiento de su hijo Kepa el pasado mes de abril, justo una semana antes del Masters de Augusta. «Tenía muy claro que si se retrasaba el parto no participaría en el torneo, pero dio tiempo para todo», comentó. Y justamente ese nuevo integrante del grupo fue el que le permitió afrontar la vida de otra manera. «Para mí fue como un ‘click’ que me cambió la visión de las cosas; de hecho, desde su nacimiento creo que soy una mejor persona», reconoció el domingo al ganar el Open USA y colocarse de nuevo como número uno del mundo.
El matrimonio junto a Kepa
«Creo mucho en el karma y en que las cosas pasan por algo -prosiguió- y sabía que iba a ganar este grand slam. Se celebraba en San Diego, en el campo donde gané mi primera prueba americana, me prometí y me casé y además con mis padres presentes. Hacía un año que no les veía y ellos tampoco conocían al niño, así que fue la primera vez que las tres generaciones Rahm estuvimos juntas en un campo de golf». Eso es lo que más le gustó a Jon y no por los 40 millones de euros que ya acumula en su cuenta, sino por poder disfrutar de los suyos en un entorno tan especial para él. Y además, porque se trataba del Día del Padre en Estados Unidos, que vivieron intensamente su ‘aita’ Edorta y Jon.
La ligazón familiar del campeón es tal que, aparte de una agencia de representación que le gestiona sus asuntos deportivos y económicos, todas su otras actuaciones pasan por el filtro de los suyos. Su padre recibe las distintas solicitudes que le remiten y un grupo de amigos de toda la vida (los Barrenechea) le organiza las actividades e intenta acoplarlas en los pocos días que el vasco pasa en España, cuando las atiende con su mejor sonrisa: la de un campeón atípico e irrepetible.
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