«No pararán hasta que Meghan muera»: las claves de la entrevista del Príncipe Harry con Oprah Winfrey, al detalle

Esta fue la primera entrevista televisada del hijo del Príncipe Carlos y su mujer, Meghan Markle , desde que renunciaron a su trabajo como miembros de la Familia Real y representantes de la Reina Isabel II . Racismo, pensamientos suicidas, celos, inseguridad, la exactriz estadounidense relató su experiencia y no guardó nada en el tintero hasta pintar un retrato oscuro y siniestro de la Firma, nombre coloquial con el que se conoce a la Monarquía en Inglaterra.

Ahora, poco más de un mes después, el hermano pequeño del Príncipe Guillermo de Cambridge vuelve a convertirse en el foco de todas las miradas después de anunciar que será uno de los protagonistas del documental sobre salud mental 'The me you can't see', 'Lo que no ves de mi', que ha creado junto a la periodista Oprah Winfrey. En ella, Harry se sincera como nunca antes lo había hecho sobre la ansiedad que sufrió, sus ataques de pánico o la terapia que realizó tras la traumática muerte de su madre, Diana de Gales , en un accidente de tráfico en agosto de 1997 mientras huía de los paparazzi. «La terapia me ha preparado para poder afrontar cualquier cosa», reconoce. «Tomar la decisión de recibir ayuda no es un signo de debilidad. En el mundo actual, más que nunca, es un signo de fuerza. Soy el primero que reconoce que tenía miedo cuando fui por primera vez, miedo a perder. Cuatro años de terapia para una persona que nunca pensó que alguna vez lo necesitaría es mucho tiempo. Tampoco estaba en un ambiente que motivara a hablar de eso. Fue como... mejor quedarme callado», añade.

Sobre la muerte de su madre, el duque de Sussex confiesa que «no quiero pensar en ella, porque si pienso en ella me acuerdo de que no puedo traerla de vuelta y me voy a poner triste. ¿De qué sirve pensar en algo triste? ¿Cuál es el punto de pensar en alguien que has perdido y que nunca va a regresar? Y simplemente decidí no hablar de eso. Nadie hablaba de eso», y tras esto. «Cada vez que me subía al coche y cada vez que veía una cámara empezaba a sudar. Sentía como si la temperatura de mi cuerpo fuera dos o tres grados más alta que la de todos los demás. Me convencía a mí mismo de que mi cara estaba totalmente roja y que todos podrían ver cómo me sentía, pero nadie sabría por qué. Fue muy embarazoso . Se te mete todo en la cabeza». Y ahora siente esa misma presión sobre su mujer. «A mi madre la persiguieron hasta la muerte, porque tenía una relación con alguien que no era blanco, y mira lo que pasó. ¿Queremos que la historia se repita? No pararán hasta que ella muera . Es terrorífico perder a otra mujer en mi vida», sentencia.

Al principio, el Príncipe Harry utilizó las fiestas y salidas nocturnas como vía de escape. « Estaba dispuesto a beber, estaba dispuesto a tomar drogas , estaba dispuesto a intentar hacer las cosas que no me hacían sentir como me sentía. Pero poco a poco me di cuenta de que, vale, no bebía de lunes a viernes, pero probablemente estaba bebiendo en un día lo que bebería en una semana. Y no es porque lo disfrutara, sino porque estaba tratando de ocultar algo», asegura.

«Las personas que están heridas, ya sea por su crianza, su entorno, por lo que les sucedió, por lo que han estado expuestas, lo que han visto... sea lo que sea, si no lo transformas, si no lo procesas, termina saliendo de diferentes maneras y no puedes controlarlo. Fue como si alguien hubiera tapado todas las emociones que había reprimido durante tantos años y de repente pasaron a un primer plano. Vi a médicos de cabecera, terapeutas... vi a todo tipo de personas. Pero fue al conocer y estar con Meghan cuando supe que, si no iba a terapia y lo arreglaba, iba a perder a la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida», confiesa emocionado sobre la presencia de su mujer en su vida. «Hubo mucho aprendizaje al comienzo de nuestra relación (...) En el momento en el que empecé con la terapia y, creo que fue en mi segunda sesión, mi terapeuta me dijo: 'Parece que estás volviendo al Harry de los 12 años'. Me sentí un poco avergonzado y me puse a la defensiva , en plan: '¿Cómo te atreves, me estás llamando niño?'. Ella dijo: 'No te estoy llamando niño. Estoy mostrando empatía por lo que te sucedió cuando eras un niño. Nunca lo procesaste. Nunca se te permitió hablar de ello. Y ahora todo vuelve de forma repentina y se manifiesta de diferentes maneras'. Ese fue el comienzo de un viaje de aprendizaje para mí . Me di cuenta de que había estado viviendo en una burbuja, dentro de esta familia, dentro de esta institución, estaba atrapado en una mentalidad», explica.