Muere Jordi Rebellón, mucho más que el doctor Vilches

A su vuelta a las tablas, esta vez convertido en cabeza de cartel de ‘Mentiras, incienso y mirra’, una comedia amarga que escribimos para él (y para todo el reparto) Juan Luis Iborra y un servidor, Jordi Rebellón comenzaba cada función con un saludo al público: «Buenas noches. Me llamo Ramón». Y en muchas ocasiones, una voz brotaba espontánea entre la platea para corregirle: «No. Te llamas Jordi». O, incluso, «Te llamas Vilches». Jordi llevaba a sus espaldas años de teatro de variedades en compañías de todo pelaje y kilómetros de giras, pero la fama brutal que le había procurado su personaje del doctor Rodolfo Vilches en la serie ‘Hospital Central’ (256 episodios, emitidos entre el 2000 y 2012) le lanzó a un estrellato que, en lo medular, no le hizo cambiar su forma de ser.

Hasta los 30 años, Jordi trabajó en un banco. El hastío que le procuraba la monotonía de su trabajo, su añoranza por el teatro amateur y el recuerdo de la felicidad que su padre encontraba en sus aficiones artísticas le llevaron a tomar una decisión que cambió su destino. Dejó un trabajo seguro y buscó cobijo entre los artistas, con la Escuela de Actores de Barcelona como referente, para dar rienda suelta a su verdadera vocación, aprendiendo de distintos palos, delante y detrás de las cámaras, sobre los escenarios o entrecajas. Jordi bailaba muy bien. Y le gustaba cantar: podía ser el hombre más feliz del mundo cantando ‘Soy minero’. Se lo demostró a Paz Padilla en ‘Paz en la Tierra’, lo confirmó en ‘Tu cara me suena 4’, aunque en esa ocasión fue por Antonio Flores.

Como muchos otros intérpretes, Jordi era un hombre tímido que prefería moverse libre en la intimidad. Y entonces lo hacía abriéndose en canal. Con su socarronería, disfrutaba confundiendo al personal, en ocasiones incapaz de distinguir si hablaba en serio o en broma. Una vez que caías en su trampa, a Jordi le brillaban los ojos y se le escapaba una sonrisa. Su mirada cristalina era su mejor arma para seducir: aunque se confesaba algo torpe, era más bien de los que mataba callando: «De amor voy mal, no me quieren las mujeres», bromeaba recientemente en un estreno. Su vida sentimental es secreto de sumario para sus amigos, tantos como compañeros de trabajo ha tenido a lo largo de su carrera. A todos les era fiel, todos lo eran con él.

Una de las lecciones que Jordi aprendió de la fama y el dinero es que, en esta profesión, ambos vienen y van. Llegan a raudales y se marchan de golpe, como comprobó en 2019 al perder un recurso contra Hacienda que le obligó a pagar una multa de 1,34 millones de euros.

Pero Jordi también era un hombre entregado a las causas que consideraba importantes, como bien recordará el alcalde de Águilas, el pueblo costero de Murcia en el que el actor encontró un rincón que defendió a capa y espada de la especulación.

Jordi hizo de todo antes de ser Vilches, el personaje por el que será recordado, y quiso hacer de todo para demostrar que era mucho más que un actor de un solo personaje. Comenzó en ‘Barrio Sésamo’ (1995) y llegó a ‘Mercado Central’ (2021), dejando por el camino series como ‘Médico de familia’, ‘Amar es para siempre’, ‘Sin identidad’ o ‘Cuéntame como pasó’. Y junto a Concha Velasco protagonizó ‘El funeral’, una de las funciones más taquilleras de la temporada 2018-19.

La repentina muerte del actor ha llegado apenas seis meses de la muerte de Paquita, su madre, que falleció el pasado 15 de marzo en el Hospital de San Rafael, en Barcelona.