Lágrimas impostadas, la granja de Archie y una foto en blanco y negro

Meghan esta tan acostumbrada actuar que no movió ni las piernas en toda la entrevista

Era una de las entrevistas más caras de la historia: seis millones de dólares bien amortizados con una audiencia global que incluía a los seguidores de los Duques de Sussex , además de curiosos y los monárquicos que necesitaban otra razón de peso para ... quemar sus figuras del Museo de Madame Tussauds como en las Fallas o ver si al final votaban para indultar al ninot real. Y más bien ocurrió lo primero. El peso de la actuación lo llevó ella, que para eso es la actriz. Acostumbrada a los guiones. Éste era el papel de su vida: víctima que no ha logrado convencer al pueblo de ser la nueva Diana , aunque para eso se haya ella autoproclamado sucesora. Que venga diciendo que ni siquiera había googleado a su marido antes de conocerlo, no se lo cree ni ella. Pero hubo más fantasías: aprendió hacer la reverencia en un parking, que no se lleva bien con Kate Middleton , su cuñada, que la hizo llorar antes de la boda, y aprovecha el 'prime time' mundial para reírse en su cara asegurando que la quería imitar y que incluso le copiaba el desayuno.

Y como Meghan ha visto ‘The Crown’ y los trastornos que su exsuegra tuvo por culpa de la presión mediática y su matrimonio fracasado, ella también ha coqueteado con algo tan peligroso como la idea del suicidio cuando, una noche antes de ir al Ópera Hall de Londres, se derrumbó ante su marido: «¡No puedo más!». En ese trágico momento brotaron lágrimas de cocodrilo porque ni siquiera se le corrió el rímel. Tal vez solo fuera un conato. Se recompuso rápido para soltar uno de los grandes titulares: «A mi hijo no le hicieron príncipe porque no quieren un negro en Buckingham». Por si fuera poco, le quitaron lo más importante: la seguridad. Que no entendemos muy bien para que la quiere si, como bien dijo, la tenían confinada en palacio, donde se aburría como una ostra. Pero, claro, el tema del racismo en EE.UU. y frente a Oprah Winfrey (la presentadora de color es una estrella de la televisión), el plan consistía en ganarse a la audiencia y de paso, lanzar un misil xenófobo a su familia. Sin embargo, Meghan no explicó por qué le encantan las fotos en blanco y negro que suavizan su piel, si tanto reivindica su raza.

En un momento del show aparecen jugando en la playa con Archie , pero la secuencia es en blanco y negro. Igual que la imagen del anuncio del embarazo. Meghan todo lo tiñe de blanco y negro. Así parecer ver la vida. Y pasa del llanto a la risa en cuestión de segundos: habla de la granja de Archie y aprovecha para regalar a Oprah media docena de huevos de las gallinas que los Sussex crían en su mansión de Montecito, donde han encontrado el refugio perfecto, un búnker al más propio estilo CNI.

Meghan esta tan acostumbrada actuar que no movió ni las piernas en toda la entrevista , las mantuvo todo cruzadas en todo momento, con las retenciones que una no puede contener cuando está embarazada. Y bebió agua en un vaso con pajita para darle naturalidad a los momentos en que parecía estar pasando un mal trago.

Entonces apareció el marido, el príncipe del cuento de hadas. Harry estuvo más contenido y diplomático: se nota que se ha educado en ‘La Firma’, como ellos llaman a la Casa Real, y reconoció que la relación con su familia ahora no es tampoco idílica. Al parecer, la ‘capitana en jefe’, como llama a su abuela la Reina Isabel II , habla con ella por zoom pero evita las visitas presenciales. Mientras, Meghan le cogía la mano para que se relajara y soltara algún titular más que justificase el dineral que se llevaron. Pero no hubo manera. Lo único que reconoció es que le cortaron el grifo desde que puso rumbo a Canadá y que se ha mantenido gracias a la herencia que le dejó su madre Diana .

Harry tiene la risa floja, como cualquier padre primerizo, cuando habla de Archie. El gran anuncio es que esperan una niña para el verano. Qué suerte, ya tienen la parejita. No desveló el nombre de la pequeña , pero se hacen apuestas. Seguro que Meghan elige Diana porque ella conoce el negocio: el victimismo vende y esa niña será un seguro de vida para que la comparen siempre con su abuela. Si de verdad quisiese protegerla, buscaría un nombre ajeno a tan doloroso pasado real. De paso, heredará las joyas de su difunta abuela, la Princesa de Gales, que ahora Megan luce en ocasiones especiales como estrategia de marketing: Meghan es la nueva Diana. Al menos, la actriz ya tiene garantizada una escena en ela próxima temporada de ’The Crown’, de la que se ha confesado fan, aunque según ella los guiones se quedan cortos. Con una carrera basada en un éxito, la serie ’Suits’, asegura que los creadores de la serie de Netflix sienten celos por ella y por su marido, así que le tocará a ella guiarles cuando toque su capítulo.

Su popularidad no era bien recibida en Buckingham Palace, donde los papeles estaban bien repartidos y a ella le tocaba uno secundario. Pobre Meghan, ahora se va a volcar en su Fundación Archie, con la que el matrimonio piensa hacer mucha labor social , además de sacarle partido a sus millonarios e improvisados contratos con Netflix y Spotify, porque que no los esperaban dice, que se marcharon y dejaron la realeza sin plan B. Todo ha sido espontáneo: cuesta creerlo cuando tiene contratado al mejor equipo de imagen y marketing detrás.

Meghan, reencarnada en la versión negra de Lady Di, atrapada en un papel que cree legítimamente explotar porque lo ha abandonado todo por amor . Eso dijo en la entrevista. En realidad, Harry ha renunciado a mucho más, pero parece no darle tanta importancia.

Los beneficios de la entrevista serán donados a obras benéficas, porque quieren demostrar que ahora apuestan por una vida sencilla en la que se lleva un vestido de Armani de 3.500 euros. Pura sencillez. Ya puestos a sorprender, hubiéramos preferido verla de granjera.

Hoy no toca zoom de Buckingham para tomar el té. Ni hoy ni en mucho tiempo, porque si la etiqueta de ‘nueva Lady Di’ le funciona en América, la marca fracasa en Reino Unido, donde hoy la única diana es ella, sí, pero de todas las críticas. La duquesa de Sussex se ha ido dejando la imagen de una oportunista que ahora ve las basuras de Londres llenas de los cutres souvenirs rotos de su boda. En este cuento, parece que el protagonista era un príncipe perdido y atrapado por su pasado , que buscaba venganza por la temprana muerte de su madre, que ansiaba y cariño y afecto, que parecía haber rozado el sueño con la punta de los dedos, porque los cuentos tienen un final feliz. Tiene pinta de que el guion va por ahí.

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