Britney Spears, la vida de una estrella secuestrada por su padre
Un documental repasa la caída a los infiernos de la estrella del pop de 39 años que lucha porque su padre deje de tutelarla después de 13 años, en los que ni siquiera puede votar ni conducir sin su permiso
Qué le ha pasado a Britney Spears
¿Qué queremos? ¡Liberar a Britney! ¿Cuándo lo queremos? ¡Ya!» Con los gritos de un grupo de fans empieza el documental «Framing Britney Spears», producido por ‘The New York Times’ y emitido por Hulu, cadena de Disney, que ha sacudido los cimientos de la prensa ... sensacionalista norteamericana, a la que se acusa de acoso y derribo. «Que alguien me explique si lo que le ha pasado a ella le ha ocurrido a un hombre alguna vez en América», comenta una fan mientras una lágrima de ira aflora en sus ojos.
Sólo recordamos un caso peor: el de la actriz Frances Farmer, que acabó sola tras ser sometida a una lobotomía. Britney Spears (39 años) era una mega estrella del pop: arrasaba en las listas de ventas, sus videoclips marcaban tendencia y su personalidad sedujo a miles de adolescentes que se reconocían en su rebeldía. Luego llegaron las adicciones, las depresiones, los escándalos y una campaña mediática que rozaba el acoso para sacar todos los trapos sucios con los que se alimentaron horas de televisión y páginas de tabloides.
En 2008, Jamie Spears logró que la Corte Superior de Los Ángeles le concediera la tutela total sobre las finanzas y la vida de su hija: la cantante no puede usar tarjetas de crédito, conducir ni votar sin el consentimiento paterno. En 2020, Britney acudió a la Justicia para reclamar un nuevo tutor. Según Liz Day, periodista de ‘The New York Times’, pidió a su padre que se retirase, pero éste se negó: «Le tiene miedo y no quiere seguir con su carrera hasta recuperar el control sobre ella». «Pero para entender cómo Britney ha llegado hasta aquí, hay que ver cómo empezó todo...»
Con estas palabras, el documental nos traslada a McComb, en Misisipi, donde su amiga Felicia Culotta relata cómo trabajó con ella: «Primero parecía su carabina, luego su amante, también su hermana mayor, pero lo que no podía ser era su madre. Así me convertí en asistente personal». Con testimonios de personas cercanas, se va construyendo un relato que repasa su breve pero intensa carrera: empieza como un sueño que se hace realidad pero acaba en pesadilla. Samantha Stark se embarcó como directora del proyecto porque «estaba interesada en ver cómo era el tratamiento informativo en el caso de una artista con serios problemas mentales. Resulta chocante verlo con los ojos del 2020, con la forma en la que ahora hablamos de las mujeres.
Britney dejó imágenes icónicas, como cuando se afeitó la cabeza o salió a golpear un coche con un bate de béisbol, y la prensa se lanzó a criticarla sin saber qué había detrás de esas reacciones. Yo quería conocerlas, entenderlas, porque han pasado muchos años y seguimos pegados al recuerdo de esas imágenes».
A pesar del exhaustivo trabajo de investigación, no llegó a entrevistarla: «Queríamos hablar con ella libremente y no bajo la supervisión de alguien que controlara las preguntas o las respuestas. Lo que se sabe de ella es lo que publica en redes, pero no sabemos si sólo aparece lo que le dejan publicar». Uno de los artistas que salen peor parados en el documental es su expareja Justin Timberlake, a quien se acusa de aprovechar la publicidad de su ruptura para lanzar su carrera en solitario. Su reacción ha sido furibunda. Pero ahora son miles quienes piden no sólo la libertad de Britney sino, también, disculpas de todos aquellos que le hicieron daño, incluidos los periodistas del corazón. Las estrellas se han sumado a la campaña: Sarah Jessica-Parker, Bette Midler, incluso Miley Cyrus le gritó: «Te quiero, Britney» en plena actuación de la Super Bowl. El hashtag #wearesorrybritney (#losentimosbritney) es Trending Topic tres días consecutivos. Lo será hasta que sea libre.