Belén Esteban no es informadora, sino «especialista en rumores»

El juez decidirá si Carrasco tenía razón, o no; pero lo cierto es que aquella información contada por Esteban aparecía en una carta dirigida a Antonio David, que Moreno abrió mientras él estaba en ‘Gran Hermano’. El contenido de aquella misiva pertenecía a un expediente protegido y, por tanto, en principio, lo que ponía en esa carta no era (ni debía ser) de dominio público. Belén Esteban se enfrenta ahora a entre uno y cuatro años de cárcel . Aún así, ella volvería a contar lo mismo porque dice que su labor es informar, equiparando su trabajo al de un periodista. Una afirmación que refutó Ana Rosa Quintana al asegurar que «Belén Esteban es tan comunicadora como cualquier otra persona».

«De la misma manera que existe el término de curandero para aquella persona que sin ser médico a veces cura y a veces no, hay que buscar un término que defina a esas personas que a veces informan con veracidad, y con frecuencia no lo hacen», explica Juan Caño , Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Para él, «la garantía del título de periodista es fundamental para la credibilidad de cualquier noticia» y recuerda las tres normas básicas que debe aplicar un periodista para que cualquier persona pueda pensar que está bien informada: «Buscar la veracidad de la noticia –algo que normalmente estos señores no hacen–; priorizarla –colocarla al nivel que le corresponde– y contextualizarla».

Caño se remonta a los mentideros de Madrid del Siglo de Oro , «donde había gente que informaba entre comillas, es decir, llegaban con un rumor y tenían seguidores que les creían porque normalmente informaban sobre escándalos». Expandían noticias que a veces eran ciertas y a veces inciertas. «A mí no me gusta llamarles informadores porque supone rebajar a los periodistas a ese nivel», cuenta Caño. Él, a Belén Esteban y sus homólogos los denominaría « especialistas en rumores o especialistas de cotilleo ».

La periodista Paloma Barrientos establece una diferencia entre las informaciones que se dan en programas de televisión por colaboradores que en realidad son personajes en sí mismos (como Francisco Rivera o Esther Doña , por ejemplo) y la información que aporta un periodista en cualquier medio. «Belén es una colaboradora que informa en un programa de entretenimiento de televisión, que nunca lo haría en una revista o en un medio porque no es su papel», explica Barrientos, al tiempo que añade que esos personajes que aparecen «como comentaristas» podrían ser perfectamente entrevistados por periodistas.

«Belén Esteban no es informadora sino propagadora, en todo caso. Su oficio es ejercer de tertuliana de sí misma, por tanto lo suyo no es la primicia sino la novedad, desde la peluquería, o el cabaret, del chisme, y no desde la prosa de artículo, o crónica», apunta Ángel Antonio Herrera . «En síntesis –según él– su figura es ajena al periodismo, pero no a la antropología».

En ciertos aspectos coincide con él otro periodista de esta casa, Salvador Sostres, aunque él sí estima que la ex de Jesús Janeiro «es la gran informadora» que tenemos en España. «Nunca nadie nos ha dado tanta información sobre un ámbito concreto como Belén Esteban. Cuando escuchas a Pedro Sánchez , a Iván Redondo , a Vargas Llosa , a Messi a Florentino Pérez … todos tratan de ocultarte información y de convencerte, pero Belén Esteban no es así. Ella da información de una realidad, de una existencia española y una vida pública. Evidentemente no informa con lo que ella cree que es informar, pero sí lo hace con su actitud, sus operaciones de cirugía, con el trato que tiene con los demás, su peinado… informa con todo lo que ella cree que no informa», apunta Sostres. Cree que Esteban sí ha acuñado un nuevo término llamándose ‘informadora’: «Ella lo es todo. Informa pese a su extravagancia».

Sobre esta cuestión ironizaba el abogado de Isabel Pantoja , Juan Fernández Ramos , esta semana: «Hay que diferenciar entre periodistas, colaboradores y los que dan informaciones más propias de la vieja del visillo, que distan mucho de una seriedad absoluta».