Joyas enológicas cargadas de historia en el Cerrato Palentino
Al sur de la provincia, barrios con miles de bodegas subterráneas invitan a disfrutar del vino y también a un viaje en el tiempo
Entre páramos calcáreos, suaves ondulaciones y llanuras cruzadas por el los ríos Pisuerga y Arlanza, el Cerrato Palentino, histórica comarca vinícola, esconde verdaderas joyas enológicas que han permanecido prácticamente inalteradas en los últimos seis siglos. Se trata de numerosos barrios de bodegas subterráneas, que ... combinan el disfrute del vino con la historia y la cultura. Pasadizos y espacios que son la viva expresión del aprovechamiento de los recursos naturales y la arquitectura rural ligada a la elaboración y conservación de buenos caldos y que constituyen, además, una seña de identidad de este territorio al sur de la provincia palentina. Esta comarca invita a un paseo por la historia, no solo del antiguo y nuevo mundo vitivinícola, sino también del que fue hogar y lugar de paso de reyes y princesas a lo largo de los años.
En su inventario, el Cerrato palentino aglutina unas 3.500 bodegas tradicionales. Muchas de ellas se agrupan en sus dos barrios plagadas de este tipo de construcciones, que están catalogados como Bien de Interés Cultural. Por un lado, está el ubicado en Baltanás, el conjunto excavado periférico más importante de Castilla y León, por su extensión y por el número de bodegas -374 en seis niveles superpuestos- cuya primera referencia data de 1543. Sorprende al visitante por su encanto paisajístico. Y es que hay quien dice que sus chimeneas, elaboradas en piedra y fiel reflejo de la arquitectura tradicional, pudieron inspirar a Antonio Gaudí para la construcción el edificio de La Pedrera de Barcelona. Es en esta localidad donde está el centro enoturístico 'La Zarcera' que descubre los secretos de este singular entorno.
A tan solo quince minutos, las bodegas de Torquemada, con una superficie de 120.000 metros cuadrados, llegaron a albergar en el siglo XVI más de mil construcciones excavadas en un terreno llano y con gran desnivel. Hoy quedan unas quinientas censadas en este municipio, cargado de historia, pues fue el lugar de nacimiento de Catalina de Austria y cuna del inquisidor Tomás Torquemada, pero con propuestas jóvenes como la Bodega Valdesneros.
La siguiente parada está en Dueñas, con cuatro barrios de bodegas y cuevas, cuya primera constancia en los archivos data de 1211. Testigo del paso del tiempo es la Bodega Remigio de Salas, con origen en el siglo XVIII y que aún produce gracias a una de las mejores plantaciones de viñedos de la zona y al lagar donde se lleva depositando la uva que más tarde se convierte en vino amparado por la Denominación de Origen Cigales desde 1887. En Palenzuela, con más de cien años de historia, se encuentra Pagos de Negredo, con viñas situadas a 740 metros en el valle del Arlanza, mientras que en Alba de Cerrato, confluencia de los vinos de Arlanza, Ribera y Cigales, la bodega Carreprado invita a una inmersión en la cultura cerrateña. Singular es también la laberíntica trama urbana de bodegas de origen medieval que aún conserva Astudillo, un tesoro patrimonial y arqui- tectónico de más de dos kilómetros de extensión con pasadizos de sillería y bóvedas de cañón y apuntadas.
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