Gastronomía
El verdadero origen (y la historia de amor) detrás de las figuritas de mar de chocolate
Esta pareja de chocolateros belgas fueron los artífices de uno de los bombones más conocidos internacionalmente
Madrid
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Iniciar sesiónDicen que las mejores historias nacen por casualidad y, a tenor de lo protagonizado por Guy y Liliane Foubert, puede que este lugar común sea cierto. Casados desde 1958, esta pareja de chocolateros belgas fueron los artífices de uno de los bombones más conocidos ... internacionalmente: las icónicas figuritas de mar rellenas de praliné de avellanas. También uno de los más replicados porque, ¿acaso se puede patentar la forma de un caballito de mar o la de una concha de mejillón?
Que existan bombones con esta forma en las baldas de los supermercados de medio mundo bajo marcas blancas es la prueba de el éxito que tuvieron desde su creación en 1967. No fueron los primeros bombones que el matrimonio belga ideó bajo el sello de Chocolaterie Guylian, un negocio que nació el mismo año en el que Guy y Liliane se casaron: 1958. Ambos pusieron en común la pasión que sentían por el cacao. Las conchas marinas de chocolate originales están en más de 120 países de Europa, Asia, Australia y América.
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Pero, ¿por qué unas conchas de mar para dar forma a sus chocolates? Guylian creó las originarias figuras marítimas de su marca como recuerdo de unas vacaciones de la pareja en la costa belga. Fue Liliane quien diseñó 11 formas únicas que ya son todo un referente en el mundo chocolatero –emuladas, aunque no idénticas por sus copias– y las jaspeó con chocolate con leche, negro y con manteca de cacao blanca.
Fue Guy quien formuló el famoso relleno de praliné de avellana –más complejo de replicar– que dan alma a estos bombones. La unión de ambos y la historia de amor que forjó esta compañía está presente desde su nacimiento, incluso en la razón social de la empresa con una mezcla de las sílabas y nombres de sus respectivos nombres: Guylian.
La compañía presume hoy de haber llevado ese «amor» a otras causas más justas que rodean el comercio del cacao. Sus conchas marinas y caballitos de mar están elaborados con cacao avalado por Fairtrade, el sello mundial que certifica productos de Comercio Justo.
Los productores certificados Fairtrade reciben un precio mínimo que actúa como red de seguridad en momentos de precios bajos y una prima adicional que se paga por encima del precio mínimo acordado. Estos datos se traducen en que, al año, los productores de cacao de África occidental y sus cooperativas reciben medio millón de dólares en primas de comercio justo para destinar a mejoras en sus negocios y comunidades. Una distinción que comparten otras grandes compañías dedicadas al chocolate como Valrhona, por ejemplo. Tampoco utiliza aceite de palma.
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Su centro de producción no se ha movido de Sint-Niklaas –ciudad belga lugar de nacimiento de su cofundador Guy Foubert– aunque sí que ha cambiado de manos. La marca y la historia pertenecen desde 2008 a una empresa surcoreana, Lotte Confectionery, por 164 millones de dólares.
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