Rockade: cervezas, picoteo y aquellos fabulosos años 80

Rockade está consagrado a ellas. Este bar de La Latina, que acaba de estrenar segunda sede en Malasaña, alberga una colección de 'arcades' de época que sus dueños, los hermanos Marchante, de Bilbao -allí funciona otro Rockade, el primero-, han ido comprando a coleccionistas y en rastros. Es un lugar para ir con los amigos, los hermanos, los hijos, la pareja, a picar algo, probar cervezas distintas y dejarse llevar por el espíritu neón y rockero de aquellos años.

«Como soñar es gratis, durante el confinamiento me puse a idear cómo sería mi bar ideal, el que nunca podría abrir«, cuenta Juan Marchante, el hermano que propuso la idea de negocio, y que pese a ser decorador lleva 30 años en restauración. Ese local de fantasía reunía alfombras de Marruecos, lámparas de China, telas de Missoni Home, mesas indias, máquinas de arcade y buena música de los 80. Sus socios lo vieron viable y se lanzaron. Aquello fue en 2020, un año después trajeron la idea a Madrid.

En lo que hace a gastronomía, su cocina está en manos de la chef Dana Butca y presumen de elaboración propia y de buen producto. Pero no tienen ambiciones de alta cocina. En Rockade se hace 'street food', o comida callejera y al paso, con hamburguesas (la más vendida es la Happy, a 7,50 euros), perritos, hummus, tacos y arepas como propuestas principales, muy en línea con ese viaje a un pasado aún virgen de sushi, pokes y detox. Son platos para picar y compartir, para alternar con una partida de Space Invaders, Street Fighter o en el Come-Cocos, en una noche animada.

Su carta de cervezas es un fin en sí misma, con 30 referencias nacionales e internacionales, tanto en botellín como a presión, con precios que van de los 3 a los 8 euros y etiquetas como Alhambra Amontillado, Casimiro Trigo, Franziskaner Naturtrüb o Founders Centenial, además de las lager, Ipas, tostadas o Budweiser.