Muere Clara María González de Amezúa, maestra de cocineros: «Abrió las puertas de una España cerrada»
La fundadora de la escuela de cocina Alambique y ganadora del Premio Nacional de Gastronomía ha fallecido en Madrid a los 94 años
González de Amezúa recibió el premio Salsa de Chiles de ABC a toda una vida en 2016
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Iniciar sesiónEl mundo de la gastronomía está de luto por el fallecimiento de Clara María González de Amezúa. La maestra de cocineros ha muerto en Madrid a los 94 años tal y como ha informado su querida escuela Alambique, que ella misma fundó y convirtó ... en toda una referencia de la cocina nacional por la que pasaron infinidad de chefs que ahora copan lo más alto de la gastronomía patria.
Fue en 1978 cuando Alambique abrió sus puertas como tienda de utensilios y escuela, toda una revolución en la época y que con el tiempo se asentó como paraíso del aprendizaje para quien tuviera la suerte de cruzar sus puertas y absorber la sabiduría, saber estar y conocimientos de Clara María.
Unas cualidades que fueron reconocidas con el premio Salsa de Chiles de ABC en 2016 a toda una vida, la que ella entregó en cuerpo y alma a una pasión que inculcó a nombres ahora propios y referentes como Paco Roncero, Iván Cerdeño o Samantha Vallejo-Nágera.
Un año antes había recibido el Premio Nacional de Gastronomía, otro prestigioso galardón para conmemorar y celebrar la figura de una mujer pionera que nunca vio límites y se ganó el respeto entre fogones.
La cocina española, tan prestigiosa ahora en todo el mundo, le debe gran parte del camino de la internacionalidad a la maestra González de Amezúa, que con los idiomas que sabía y la determinación, ambición y astucia que atesoraba, logró que a su escuela acudieran cocineros de todo el mundo.
«Era una mujer que le daba importancia al lado humano, además de al profesional», comenta su hija María, en declaraciones a ABC.
«Estaba siempre dispuesta a dar su consejo y su opinión sólo cuando se lo pedían, era muy pragmática», destaca. «Venía mucha gente a preguntarle, a consultar y ella siempre era cariñosa», añade.
Cuenta su hija que «nadie creyó» en su madre cuando decidió abrir Alambique, que en los inicios tuvo su propio organista para vender el barquillo, tan propio del Madrid profundo. Pero Clara María, que hablaba varios idiomas en un tiempo en el que la España cerrada post dictadura no daba muchas facilidades para ello ni para abrirse al mundo, vio desde el principio el potencial de internacionalidad de la cocina que tanto amaba.
«Abrió las puertas de una España cerrada», comenta su hija, que recuerda que uno de los grandes aciertos de su madre en su carrera fue traer a dar clase a Alambique a los chefs con tres estrellas Michelin franceses, en una época en la que en nuestro país las estrellas de la guía por excelencia eran sólo una utopía.
«Tendió puentes y lazos», cuenta María, quien considera que la fama de la cocina española «se la debemos a todos» los cocineros que han trabajado por ella, pero que su madre «siempre tendió la mano» a todo el que lo necesitó y «apoyó muchísimo» a quienes quisieron labrarse una vida en la cocina.
Para ilustrar el respeto que le tenían las grandes figuras de la gastronomía, su hija cuenta una anécdota de una mesa redonda que organizó entre Ferrán Adriá y Santi Santamaría, enemigos conceptuales, que, sin embargo, ambos aceptaron por la plena confianza en que Clara María sabría cómo conducir el debate sin conflictos.
Destaca su hija la firme creencia de su madre en que «somos lo que comemos», por lo que también fue pionera en resaltar las virtudes saludables de productos españoles como el aceite de oliva.
Productos españoles que promocionaba allí donde iba, como aquella vez en la que, para contrarrestar el éxito que comenzaba a alcanzar a nivel mundial el vinagre de módena, ofreció un sabio consejo durante uno de sus viajes en Estados Unidos: la mezcla de vinagre de Jerez con Pedro Ximénez ofrecía resultados de textura similar y con gran sabor. Al día siguiente, cuenta su hija, «se acabaron las existencias de ambos productos». Toda una 'influencer' de la época.
En una entrevista con ABC en 2017, la maestra recordaba cómo fue emprender a finales de los 70 y aquellos inicios de Alambique, hoy en día institución, un sueño por el que casi nadie apostaba:
«Mi marido, con esa mentalidad de entonces, consultó a un amigo cuánto dinero me tenía que dar para montar el negocio, sobre todo teniendo en cuenta que no iba a funcionar... Acostumbrada a llevar una empresa como la familiar, cuando me enteré de esa conversación, le dije muy digna que no necesitaba nada», recordaba. Una mujer que siempre tuvo las cosas muy claras: «La sociedad nos tiene que escuchar a las mujeres más porque tenemos un sentido común que el hombre no tiene», sentenció.
Clara María ayudó, defendió, apoyó, enseñó y cuidó a infinidad de cocineros durante toda su vida y llevó la gastronomía española por bandera como embajadora en todo el mundo.
Un mundo que ahora la llora pero la celebra, que la echará de menos pero la recordará siempre y que llevará grabado a fuego lento sus enseñanzas y consejos, haciendo así vivir para siempre a toda una dueña y señora de la cocina nacional.
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