Clara María González de Amezúa, pionera de la moderna cocina española

Nacida en Madrid en el seno de una familia acomodada e ilustrada (su padre, Agustín González de Amezúa, presidió la Real Academia de la Historia), era una mujer muy culta que hablaba perfectamente varios idiomas y que desde muy niña sintió una gran pasión por la gastronomía. Primero aprendiendo en la cocina del mítico Horcher y más tarde viajando a Francia para formarse en las escuelas de Le Cordon Bleu París y L'Ecole de Cuisine La Varenne. En 1970 viajó a Estados Unidos para hacer un curso en la tienda de menaje de Williams Sonoma y para visitar a la célebre cocinera y divulgadora Julia Child . En las tiendas de cocina de Elisabeth David descubrió un fascinante mundo de utensilios que no existía en España.

A su regreso volvió con la idea de abrir en Madrid una tienda similar a aquellas. Y junto a tres socias y parte de la herencia de su padre puso en marcha, en 1975, Alambique, un establecimiento pionero en nuestro país donde podían encontrarse todo tipo de instrumentos de cocina y del que finalmente se convirtió en propietaria única. Con la tienda convertida en un éxito, el siguiente paso, cuatro años después, fue crear una escuela de cocina. Para promocionarla llevó a Madrid a grandes chefs con estrellas Michelin como Alain Ducasse o Alain Gigant para que impartieran clases en Alambique inaugurando una etapa de modernidad en la gastronomía española. A esas clases asistieron cocineros de toda España, muchos de los cuales se convertirían más tarde en profesores de la escuela. Cincuenta años después, ahora con su hija María Llamas al frente, Alambique sigue siendo una referencia como tienda y como escuela.

Simultáneamente asesoró y apoyó a jóvenes cocineros que ahora ocupan puestos destacados en el panorama gastronómico nacional como Toño Pérez, Ángel León, Paco Roncero Carlos Posadas o Manuel Domínguez. Y fue una gran embajadora de la cocina y de los productos españoles en el mundo cooperando con el Ministerio de Agricultura y el ICEX en las acciones que llevaban a cabo en el exterior. Durante más de tres lustros estuvo en el Consejo Oleícola Internacional defendiendo las virtudes de nuestro aceite de oliva virgen extra y promocionándolo en Estados Unidos, Australia y Asia. Desde su aparente seriedad, siempre tenía una palabra amable o un consejo para quienes se acercaban a ella.

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En una entrevista que nuestra compañera Angie Calero publicó en este periódico en 2017, Clara María, siempre una señora en su aspecto elegante y en sus formas, aseguraba que no le divertía ver la cocina como un espectáculo y recordaba aquellos primeros años de Alambique como una etapa «muy gratificante».

Madre de ocho hijos, visionaria, empresaria de éxito, gran gastrónoma, ha sido una mujer que ha sabido romper barreras pero siempre de una forma discreta. En esa entrevista hacía, desde su experiencia, un alegato por la igualdad de las mujeres: «La sociedad nos tiene que escuchar más porque tenemos un sentido común que el hombre no tiene». Feminismo bien entendido de una mujer que siempre estuvo en vanguardia, abriendo caminos a la gastronomía.

Atrás quedan sus estupendos libros de recetas y sobre el aceite de oliva, su premio nacional de gastronomía a toda una vida en 2015 y su trabajo incansable a lo largo de sus muchos años de vida. Con Clara María González de Amezúa se ha ido una pieza fundamental para entender la moderna gastronomía española.