Restaurantes y tabernas de Madrid con más de cien años de historia
La Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarios de Madrid (RCM) agrupa a 12 establecimientos considerados por el Ayuntamiento de interés cultural y turístico
La Casa del Abuelo, en una foto de enero de 2021
España cuenta con muchos y buenos restaurantes pero son pocos los que acumulan más de cien años de historia. Tabernas madrileñas como la de Antonio Sánchez, abierta de forma ininterrumpida al menos desde 1787 o el restaurante Botín, que fue fundado en 1725 y puede ... presumir de ser el más antiguo del mundo , forman parte de las señas de identidad de Madrid. Los Restaurantes y Tabernas Centenarios han acumulado a lo largo de los años la sabiduría y el saber hacer de generaciones de cocineros. Hoy en día recogen las mejores recetas del pasado y las aúnan con las técnicas actuales para seguir siendo referentes gastronómicos indiscutibles. Restaurantes como los antes mencionados, Café Gijón, Casa Ciriaco o Lhardy son algunos de los doce que se agrupan en La Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarios de Madrid (RCM). Hace pocas semanas, el Ayuntamiento anunció su declaración como espacios culturales y turísticos de especial significación ciudadana e interés general.
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Bodega La Ardosa
Bodega de la Ardosa, 1892
Las Bodegas de la Ardosa -que deben su nombre a la comarca vinícola de Toledo- fueron una red de establecimientos abiertos en el Madrid de finales del siglo XIX. A finales del siglo XIX se abrieron más de treinta con esta marca. La más antigua es la conservada está en el número 13 de la calle de Colón, y se remonta a 1892. Sobre antiguos toneles de vermú a granel reconvertidos en mesas se puede tomar una de las mejores tortillas de patata de la ciudad, según el crítico Carlos Maribona, que añade que el salmorejo y las croquetas no le van a la zaga. La oferta se amplía con buena cecina de León, anchoas del Cantábrico, chacinas de primera y conservas de las mejores marcas. Y todo acompañado de cervezas bien tiradas.
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Un cocinero de «Casa Botín» prepara un cochinillo
Botín, 1725
El Restaurante Botín , casa fundada en 1725, es el restaurante más antiguo del mundo según el Libro Guinness de los récords y uno de los referentes de la cocina tradicional en Madrid. Al pie del Arco de Cuchilleros, junto a la Plaza Mayor, ha sido una parte viva de su historia. Inicialmente fue una de las Posadas-Mesones que abarrotaban los alrededores de la Plaza Mayor, alojando y dando de comer a los visitantes de la capital.
En su viejo horno de leña se asan desde entonces el cochinillo y cordero al estilo tradicional castellano. Lugar de encuentro del Madrid bohemio y literario al que asistían personajes como Valle Inclán y Julio Romero de Torres. Mencionado por grandes autores en sus libros como Galdós, Hemingway, Ramón Gómez de la Serna, Graham Greene, Arturo Barea, Frederick Forsyth, el Conde de Sert o Carlos Arniches entre otros.
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Café Gijón
Café Gijón, 1888
El Café Gijón es un referente en la vida cultural de Madrid y uno de los pocos cafés de tertulia que sobreviven a comienzos del siglo XXI. Fundado el 15 de mayo de 1888 por un asturiano afincado en la capital pronto se convirtió, tras la Guerra Civil, en un famoso lugar de tertulia literaria y reunión de intelectuales y artistas de la época durante el franquismo y la transición española.
En la terraza del Gijón se podía ver frecuentemente a Federico García Lorca. A esta terraza y tertulia de Federico asistía el torero Ignacio Sánchez Mejías. También era frecuente ver a la exitosa actriz de la época Celia Gámez y en el interior del local a un joven Enrique Jardiel Poncela, a Agustín de Foxá y tantos otros.
En este establecimiento se entrega el premio anual de novela “Café Gijón”, fundado por Fernando Fernán Gómez.
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Casa Alberto
Casa Alberto, 1827
En el Barrio de las Letras está la taberna Casa Alberto , uno de los templos de la gastronomía madrileña que abrió sus puertas en 1827. Entre sus recetas más castizas se encuentran el rabo de toro, bacalao a la madrileña, callos, albóndigas de ternera, manitas de cordero, croquetas de jamón y los clásicos platos de cuchara que siempre están presentes en su carta, así como postres caseros, todo ello conducido por su chef Mario Pilar Quiroga.
En este antiguo edificio se dice que escribió Miguel de Cervantes una de sus obras más famosas, 'Viaje al Parnaso'. De esta época se mantienen los elementos característicos de una taberna madrileña, como la pila con su librillo, su grifería, mostrador de ónice, las mesas con taburetes, las columnas de hierro forjado, los zócalos de madera, los anaqueles con la botillería, las frascas y el juego de medidas para servir el vino.
En este primer inmueble vivió Miguel de Cervantes en 1613 y 1614. Aquí escribió varios capítulos de la segunda parte de 'El Quijote' y de 'Los trabajos de Persiles y Segismunda' y en esta casa concluyó su obra 'Viaje al Parnaso'.
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Casa Ciriaco, 1887
Casa Ciriaco está situada el número 84 de la calle Mayor, en el mismo edificio donde el famoso anarquista Mateo Morral, desde el 4º piso, lanzó una bomba escondida en un ramo de flores al paso del cortejo nupcial de Alfonso XIII el 31 de mayo de 1906. El almacén de vinos data del año 1887. En 1929, Ciriaco abre el restaurante de cocina tradicional y casera. En sus mesas se sentó con asiduidad el famoso periodista y escritor Julio Camba. También era un habitual de su cocina Antonio Mingote, autor del original logotipo de Casa Ciriaco. Respecto a la gastornomía, entre sus especialidades madrileñas destaca una estupenda gallina en pepitoria.
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Entrada a Casa Labra, antes del Covid-19
Casa Labra, 1860
Casa Labra , situada en la calle de Tetuán, se fundó con el nombre de Los Peregrinos en 1860 y desde entonces es famosa por sus frituras y croquetas de bacalao. De sus orígenes no se sabe mucho. Fue fundada por un asturiano de Cangas de Onís que acabó traspasando el negocio a otro asturiano y este a su vez a uno de Villacastín (Segovia). Lo que sí se sabe es que esta bulliciosa y ajetreada taberna es una parte viva de la historia de España aquí se fundó, un 2 de mayo de 1879, el actual Partido Socialista Obrero Español de manera clandestina. En 1947, Casa Labra es adquirida por la familia Molina, sus actuales propietarios. Y desde entonces se hizo famoso el pincho de bacalao. «Fuimos probablemente los primeros en cobrar la tapa en Madrid. Mi abuelo prefirió invertir el coste de la tapa en dar un vino de mejor calidad», contaron en una entrevista en ABC .
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Casa Pedro, 1825
En 1702, Pedro Guiñales funda esta casa con el nombre de su mujer, “Casa de la Pascuala”. El establecimiento era entonces una fonda y casa para arrieros, ganaderos y todos aquellos que entraban o salían de Madrid por el camino de Francia. Según consta en la placa colocada por el Ayuntamiento de Madrid, Casa Pedro se fundó en 1825. Este restaurante fue adquiriendo fama con la venta de vinos garnacha y moscatel y teniendo como especialidad asados de cordero, cochinillo y productos de la zona. En sus mesas se han sentado personajes tan ilustres como el joven Rey Alfonso XIII, su majestad el Rey Don Juan Carlos I, así como artistas, toreros, políticos, periodistas, empresarios y miles de madrileños que han agradecido a Pedro la calidad de su cocina y han dejado constancia en afectuosas dedicatorias que adornan las paredes de la casa. La pasión de la familia Guiñales por los vinos les lleva a restaurar la antigua bodega que poseía el Restaurante: se trata de un bello edificio de arquitectura rústica y singular en Madrid. Un auténtico templo para los amantes del vino.
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La Casa del Abuelo
La Casa del Abuelo, 1906
Desde que se fundara en 1906 hasta la fecha, cuatro generaciones de la misma familia han sabido respetar y mantener la tradición del negocio, tanto desde el punto de vista del producto ofrecido como de la decoración y estructura del local. De esta forma, la Casa del Abuelo , una de las tabernas más emblemáticas de Madrid, convertida en una cita ineludible para cualquier visitante de la Villa, continúa ofreciendo su vino dulce “El Abuelo” y sus famosas gambas a la plancha y al ajillo. «En este lugar miles de madrileños de distintas generaciones han aprendido la cultura de la tapa», afirman sus propietarios.
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Entrada de Lhardy
Lhardy, 1839
El restaurante Lhardy, que abrió sus puertas en 1839, ubicado en la céntrica Carrera de San Jerónimo, intenta ahora resistir los efectos del coronavirus y renegociar sus deudas al entrar en un preconcurso de acreedores para intentar remontar su situación, según se supo ayer . «Tenemos tres meses para intentar que el restaurante no quiebre», explicó a ABC Javier Pagola, gerente y nieto de los antiguos propietarios que se hicieron con el local en 1926.
Con Lhardy se introdujo en Madrid la alta cocina europea y la dulcería internacional, sin olvidar tres elaboraciones típicamente madrileñas que han adquirido en sus fogones un rango estelar: el cocido madrileño, los callos a la madrileña y los riñones al jerez. Una parte de la historia de España se ha tejido o comentado entre estas paredes, bajo sus lámparas que evocan la etiqueta y solemnidad del romanticismo. En el espejo de Lhardy, como decía Azorín, «nos esfumamos en la eternidad».
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Malacatín
Malacatín, 1895
Malacatín, situado a escasos metros de la Plaza de Cascorro, en el Madrid más castizo, es una taberna fundada a finales del siglo XIX y que en la actualidad sigue regentada por la cuarta generación de la misma familia. José Alberto, su actual propietario, ha recogido el testigo de la herencia gastronómica y en los fogones se continúan elaborando los tradicionales callos a la madrileña, así como el bacalao con tomate y los lomos de bonito acompañados por un sabroso pisto manchego sin olvidar su plato estrella, el cocido madrileño al que acompaña el mito de que “jamás ha sido terminado por ningún comensal” en sus 120 años de existencia.
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Posada de la Villa
Posada de La Villa, 1642
Allá por el S. XVII, en la Cava Baja, se encontraba el único molino de harina de Madrid, que pasó a convertirse en 1642 en la primera Posada de la Corte, al amparo de las murallas árabes, donde se daba comida y aposento a todos los viajeros que llegaban a Madrid. En 1980 fue rescatada tras dos años de minuciosa restauración, por un enamorado de Madrid y del oficio hostelero, D. Félix Colono, para que continuara en pie y se transformó en el horno de asar actual, especializado en cocina tradicional, como su cocido madrileño hecho en puchero de barro sobre las cenizas de paja y troncos de encina, o el cordero lechal asado en cazuela de barro en el antiguo horno árabe. En la Posada de la Villa se han dado cita personajes muy conocidos pertenecientes al mundo de la política, cultura, arte y deporte. Sus sillas llevan inscritos el nombre de algunos aquellos que disfrutaron de su comida.
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Taberna de Antonio Sánchez
Taberna Antonio Sánchez, 1787
La Taberna Antonio Sánchez es con diferencia la taberna más antigua de Madrid. Se desconoce la fecha exacta de su fundación, pero se sabe que es anterior a febrero de 1787, ya que en esa fecha se pubñicó el traspaso de la misma como negocio dedicado al despacho de vinos. La decoración se conserva intacta desde su origen y en ella se puede contemplar aún las lámparas de gas con que se iluminaban el local, el elevador de botellas desde la bodega, las paredes pintadas con medallones con los rostros de toreros como Frascuelo, Lagartijo y Cara Ancha, que acudían con frecuencia a tomarse más de un vaso de vino con una torrija. En poder de la familia Sánchez, muy vinculada al mundo del toro, pronto se convirtió en una referencia para matadores y aficionados. La Taberna también ha sido lugar de encuentro en sus tertulias literarias de personalidades como Pio Baroja, Sorolla, Marañón o Camba.