Hazte premium Hazte premium

Muere el dueño de El Brillante, el bar que hizo famosos los bocadillos de calamares en Atocha

El tabernero Alfredo Rodríguez falleció el pasado lunes a los 67 años, tras una vida dedicada al sacrificado oficio de la hostelería

Alfredo Rodríguez, dueño de El Brillante Maya Balanyà
Adrián Delgado

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La hostelería madrileña sumó el pasado lunes una importante pérdida. Alfredo Rodríguez , dueño de El Brillante , el bar que hizo famoso el bocadillo de calamares entre los viajeros que llegaban a la estación Atocha, murió de forma inesperada. Tenía 67 años y llevaba detrás de la barra de este emblemático establecimiento de la capital desde que tenía 14 años. Su pasión por el oficio de tabernero, aprendido de su padre –quien fundara el negocio en 1951–, ha sido reconocida por instituciones como la Academia Madrileña de Gastronomía que se ha hecho eco de esta triste noticia.

«Tenemos que lamentar la pérdida de Alfredo Rodríguez , dueño de El Brillante y una de las personas que más han contribuido a la fama de uno de los bocados más populares en Madrid. Descanse en paz», compartió en redes sociales la academia que preside Luis Suárez de Lezo. Trabajador incansable, el último día que pudo atender a sus clientes tras la barra fue el pasado domingo. El culto al trabajo y su empeño por llevar el nombre de El Brillante más allá de la Glorieta de Carlos V logró que este hostelero hiciera de su bar un caso de éxito en España.

En su plantilla, tal y como ha venido recogiendo ABC a lo largo de su historia, han llegado a trabajar hasta 140 empleados . Un día después de conocer la muerte de Alfredo, sus locales han levantado la persiana y atendido a sus clientes. Algunos de sus trabajadores, preguntados por el futuro de este icónico espacio, han mostrado su preocupación. «No sabemos qué va a ser de nosotros sin Alfredo», han explicado.

Clásico bocadillo de calamares de El Brillante Isabel Permuy

Tabernero solidario

Muchos de ellos son empleados de más de 50 años a quien este empresario al que encumbró el bocadillo de calamares –entre otras especialidades de la casa como las bravas, la oreja o los churros de los desayunos y meriendas– quiso expresamente dar la oportunidad que no encontraban en el mercado laboral. «No quiero un Rolls-Royce, quiero crear puestos de trabajo», aseguraba en la última entrevista publicada en ABC.

Alfredo Rodríguez también mostró su faceta más solidaria durante la pandemia, cuando colaboró y donó miles de bocadillos, bollería, cafés y toda clase de bebidas a los sanitarios que luchaban contra la Covid-19 en el hospital de campaña de Ifema y en el Doce de Octubre. «Siempre dar. Dar es el mayor honor de mi vida», presumía orgulloso en la citada entrevista.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación