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Un año escolar en el extranjero: las claves para evitar aterrizajes forzosos

Estudiar un curso completo fuera de España para cumplir en unos meses con el objetivo de dominar el inglés es una opción atractiva, enriquecedora y cada vez más extendida. Pero la experiencia debe estar muy meditada y organizada, tanto en la ida como en el regreso al programa español

Fernando Pérez

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Siempre será mejor tarde que nunca pero, sin duda, cuanto antes es la opción óptima. Dominar el inglés ya es una obligación para meter la cabeza en el mercado laboral, y dejar resuelta esa asignatura mientras se realiza un curso escolar en el extranjero es una opción muy eficaz y una lección exprés de madurez . Pero el viaje puede ser a ninguna parte si la maleta no incluye buenas dosis de convencimiento. «Si el niño no está seguro, mejor dejarlo para otra ocasión. La experiencia depende mucho de que el estudiante vaya con mentalidad positiva», explica Paula Samper, responsable del programa Año Escolar en Education First. ¿Y cuál es la edad idónea para romper fronteras? Marta Galea, secretaria general de Aseproce, la patronal de las empresas del sector, recuerda que depende mucho de la madurez de cada niño, «pero el momento más adecuado es el año que se empieza cuarto de la ESO. Es el curso que normalmente más chicos salen, a partir de los 15, aunque los niños son cada vez más maduros y crece el número de los que se van con 11 o 12 a destinos cercanos». «Haber tenido experiencias previas en el extranjero no es imprescindible, pero si conveniente», asegura Samper.

EE.UU. es el destino estrella. «Tienen un programa de colegios públicos, regulado por el departamento de Estado, que permite matricularte y convivir con una famillia. Canadá también está subiendo, y tiene un nivel educativo enorme,», detalla Galea. Irlanda es la protagonista entre los destinos más cercanos. «Es la opción para los que les apetezca estar más cerca y volver en Navidades, por ejemplo. En EE.UU. la inmersión es total», añade Samper. Reino Unido es más complejo. «Tiene un programa muy diferente al nuestro, más difícil, y predomina el internado. Su nivel educativo es muy alto y a veces no cuesta más», explica Galea.

La disyuntiva entre residencia o familia de acogida también es otra de las decisiones claves. Las primeras son seguras y profesionales, pero convivir con otros niños españoles puede dificultar el objetivo de pensar y hablar en inglés, algo que garantizan las familias. «Hay que tener en cuenta que son voluntarias, realmente quieren tener una experiencia de intercambio cultural», explica Galea. En uno u otro caso, la adaptación nunca es fácil. «Lo peor de mis 10 meses en EE.UU. fue el principio, el integrarse en el nuevo instituto, estando un poco perdida con el idioma; también es difícil porque se echa de menos a familia y a amigos», explica Marta Sanz, que estudió su curso con 15 años, en Lee’s Summit, Missouri. Superado el choque inicial, esta es una de esas experiencias enriquecedoras que abre mentes y moldea personas. «Lo mejor y lo que no cambiaría por nada es a la gente que conocí, los amigos que hice y la familia con la que estuve viviendo, de la que ya siempre me sentiré parte», asegura Marta.

La vuelta a casa tampoco es sencilla. Óscar Martín relata que su hijo Mario «estuvo un año en Canadá para cursar Primero de Bachillerato. Era un estudiante de sobresalientes y allí también sacó unas notazas. Pero entre la gran oferta de asignaturas optó por algunas exóticas como cocina o fotografía, dejando de lado materias que le esperaban aquí. El aterrizaje fue brutal: sus notas en Segundo (el año de la Selectividad) bajaron alarmantemente en el primer trimestre, con algún suspenso, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo titánico para ponerse al día» . Algunas empresas ya ofrecen apoyo para repasar el contenido español a distancia. Y es recomendable acudir a una academia antes de empezar el nuevo curso español. Aterrizajes complicados al margen, el viaje sí garantiza un alto nivel de bilingüismo. «Ahora soy capaz de ver películas, leer libros en inglés, defenderme en conversaciones durante viajes en el extranjero.... cosas que antes no podía hacer», asegura Marta Sanz. Y es que con el inglés... mejor antes que después.

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