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ESPECIAL COLEGIOS

Enseñanza bilingüe: un modelo consolidado que aún necesita un repaso

Los programas bilingües avanzan en España: más de 1,3 millones de alumnos de Primaria y ESO de centros públicos y concertados estudian una lengua extranjera como lengua de enseñanza, mayoritariamente inglés

FOTOLIA
María José Pérez-Barco

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El desarrollo de la enseñanza bilingüe en España no tiene parangón. Ha sido toda una revolución para el sistema educativo y también para una sociedad en la que, precisamente, el aprendizaje de una segunda lengua es un mal endémico que cuesta superar. Pero han cambiado mucho las cosas en las últimas dos décadas. Desde que en 1996 se implantaron los primeros programas, gracias a un acuerdo de colaboración entre el Ministerio de Educación y el British Council, el avance del bilingüismo ha resultado espectacular, aunque no ha estado exento de polémicas, críticas y desconfianza. Hoy día, según los últimos datos oficiales referidos al curso 2017-18, más de 1,3 millones de alumnos de Primaria y ESO (no se incluye Cataluña) de centros públicos y concertados estudian una lengua extranjera como lengua de enseñanza, mayoritariamente inglés. Representan el 38% de los estudiantes en la primera etapa y el 28% en la segunda. Un crecimiento sin precedentes ya que en el curso 2010-11, que es cuando se recogieron los primeros datos, apenas había poco más de 324.000 alumnos en esa opción.

Ha llegado la hora de hacer balance. La enseñanza bilingüe cuenta ya con recorrido suficiente para ser revisada y evaluada, con el fin de enmendar errores e incorporar avances de mejora, como demanda gran parte de la comunidad educativa. De hecho, en ese proyecto se han embarcado un nutrido equipo de investigadores de la Asociación Enseñanza Bilingüe (AEB) y de 25 universidades españolas que pretenden realizar «una valoración detallada y objetiva de la efectividad, de los resultados y del grado de éxito de todos los programas bilingües de España», explica Xavier Gisbert, presidente de AEB.

Una labor colosal —e imprescindible para los expertos consultados por ABC—, porque una vez que fueron transferidas las competencias de educación a las comunidades autónomas, cada una aplicó los criterios que consideró más oportunos para implantar la enseñanza de una segunda lengua. Así que «tenemos 18 sistemas bilingües distintos», se queja Gisbert. Y por si fuera poco, «existe cierta competición entre ellas, ya cada una quiere destacar en cómo lo está haciendo», matiza Rubén Chacón, decano de la Facultad de Filología de la UNED y organizador del Congreso Internacional de Bilingüismo e Interculturalidad. No en vano, por ese mapa tan diverso, se ha considerado en muchas ocasiones que «España ha sido un banco de pruebas para la educación bilingüe», afirma Chacón.

Cada Comunidad, a distinto ritmo

Las diferencias son muy notables. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid, la primera en implantar este tipo de programa en 2004, recoge por ley que no se pueden impartir las asignaturas de Lengua y Matemáticas en una segunda lengua, «sin embargo, en Andalucía (que lo puso en marcha en 2005) puede darse en cualquier materia», sostiene Chacón. Tampoco se empieza a la misma edad el aprendizaje de otro idioma: los alumnos madrileños se inician en Primaria y los andaluces en segundo ciclo de Infantil. Y se exige distinto nivel de conocimiento a los profesores. «En Madrid piden un nivel de competencia lingüística de C1. Y en muchas otras comunidades es un B2», concreta Gisbert. Por todo eso, «es necesario corregir el modelo y darle un repaso», defiende Rubén Chacón. Y para ello, un informe de la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela y de la AEB recomienda elaborar «un real decreto que regule un marco normativo común para la enseñanza bilingüe» y acordar con las comunidades «un modelo razonablemente homogéneo en todo el territorio nacional».

Los profesores son clave para el éxito de estos programas. «En los primeros años, el proyecto creció mucho en todas las regiones, no había suficientes profesores y se puso mucho énfasis en la acreditación lingüística y menos en la metodología», recuerda Enma Dafouz, profesora de Lingüística en Estudios Ingleses de la Universidad Complutense de Madrid. Pero todo es necesario, por eso hay consenso al reclamar que se dote de más recursos y mayor formación a los docentes en todos los sentidos. Como explica Mark Levy, director del Programa de Inglés del British Council, «no es lo mismo enseñar en otro idioma que en la lengua materna. No se trata solo de aprender inglés, también se precisa enseñar con las metodologías apropiadas. Los profesores que dan su asignatura en inglés tienen que contar con el conocimiento de cuáles pueden ser los problemas lingüísticos que se pueden presentar en el aula y deben saber manejar la situación».

La quimera del equilibrio

Hay otra cuestión de fondo: tampoco se ha explicado a los padres el alcance de lo que supone estudiar en otro idioma. «Muchos quieren que su hijo vaya a un centro bilingüe sin saber realmente lo que significa. Y luego construyen expectativas más altas de lo que se puede obtener con estos programas. No pueden esperar que el niño tenga acento británico», expone Chacón. Que nadie se engañe: «El bilingüismo equilibrado es una quimera. Lo normal es que estos alumnos tengan un dominio en un entorno académico y otro en el ámbito familiar», sostiene. Hay que considerarlos como programas avanzados, de mayor exposición a una segunda lengua... De la misma opinión es la profesora Dafouz. Ella explica que «no tiene por qué utilizarse los mismos términos en dos lenguas. Los multilingües funcionan con repertorios linguísticos que desarrollan según sus necesidades de comunicación».

«No tiene por qué utilizarse los mismos térmios en dos lenguas»

A lo largo de estos años han surgido diversos estudios que ponen en duda la eficacia y los resultados de la enseñanza bilingüe. Apuntan que los alumnos obtienen menos conocimientos de las materias impartidas en otro idoma, que son modelos que segregan a los estudiantes menos favorecidos, que los profesores no están preparados... Uno de los informes más críticos, con el programa de la Comunidad de Madrid, fue de la Asociación Acción Educativa. Los expertos aseguran que no hay investigaciones concluyentes, e incluso que algunas dadas a conocer son pura anécdota. Por ejemplo, «no hay una edad mágica para empezar», indica Enma Dafouz. «Un niño más pequeño puede aprender una segunda lengua con mayor naturalidad, pero uno mayor puede ir más rápido porque ya domina la lengua materna que le sirve de apoyo», explica.

De cualquier forma, con sus virtudes y errores, la enseñanza bilingüe parece estar dando sus primeros resultados porque nos encontramos ante las primeras generaciones que, por lo menos, han perdido el miedo histórico de sus padres a hablar una segunda lengua. Además, como apunta Mark Levy, «en los últimos años el nivel de inglés en España ha subido de una manera que no hay nadie que no lo reconozca». Y eso se comprobará en breve cuando las primeras hordas de alumnos de los centros bilingües, ahora muchos estudiando un grado, salgan al mercado laboral y compitan en un mundo globalizado.

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