Ideas veraniegas de meriendas fáciles y naturales para los más pequeños

Merece la pena intentarlo porque la lista de beneficios, recalca, es larga. «Hace que desarrollen una preferencia por estos alimentos saludables, les proporciona educación nutricional, es decir, aprenden sobre los beneficios de las frutas al probarlos y disfrutar de ellos, hace que vivan una experiencia positiva en torno a la comida, lo que es muy importante para que comer sea placentero y no un momento estresante y también les ayuda a estimular la creatividad y desarrollar la motricidad fina mientras manipulan y juegan con las frutas o su preparación».

Existen, prosigue la dietista y nutricinista de Smileat, diversos trucos para conseguirlo. «Utilizar colores brillantes, presentaciones creativas y nuevos formatos llamará su atención y les incitará a darle una nueva oportunidad a alimentos que habían rechazado anteriormente. Así, es preferible hacer una macedonia de frutas que cortar solo un tipo de fruta en un bol. También es interesante crear nuevas formas. Para ello puedes utilizar moldes para crear estrellas, corazones u otras figuras. Y algo que nunca falla: Involucrar a los niños en las recetas. Esto hará que se sientan protagonistas de la situación y quieran comerse sus propias creaciones».

Las frutas de invierno y las de verano, recuerda esta experta, tienen una composición nutricional ligeramente diferente, o son ricas en nutrientes que responden a necesidades nutricionales específicas de cada temporada. «Por ejemplo las naranjas, mandarinas o el kiwi que son de invierno, son ricos en vitamina C, una vitamina que está relacionada con el desarrollo del sistema inmunológico. Sin embargo, en verano, las frutas tienen más antioxidantes y más contenido de agua, como la sandía o el melón, para ayudarnos a hidratarnos y regular la temperatura corporal en estos meses de calor. Las frutas de invierno tienen un 80% de agua aproximadamente, mientras que las de verano pueden llegar incluso al 90% o más».

Otro ejemplo, prosigue, «son las frutas ricas en carotenoides, como mangos, melocotones, albaricoques… Mientras las frutas de verano tienden a destacar en agua, carotenoides y antioxidantes, las frutas de invierno ofrecen vitaminas y minerales como la vitamina C, potasio, magnesio, fibra o polifenoles».

Su lista de imprescindibles es muy sencilla, asegura, «ya que podremos encontrar estas frutas en cualquier establecimiento. Este hecho facilita muchísimo la introducción de este tipo de alimento en la dieta de los más pequeños. Yo invito a los padres a mezclarlas para que ganen color y mezclen diferentes sabores, así parecerá y será más divertido para los más pequeños. Mis frutas favoritas serían la sandía, el melón, los albaricoques, melocotones, paraguayos, higos, cerezas, ciruelas, mango...».

Es verdad, admite esta dietista, que a veces pensamos que cuando llega el verano tenemos más tiempo libre pero a veces, esto no coincide con la realidad. «Se nos acumulan otros quehaceres con los niños fuera del cole y esto nos lleva, por ejemplo, a priorizar otro tipo de alimentos más rápidos o sencillos. Como decimos en Smileat, el verano está para abrazar la culpa, porque este tipo de situaciones son totalmente normales en prácticamente todas las casas«.

Aunque el tiempo se nos coma, nunca mejor dicho, y para que las familias puedan seguir priorizando la fruta por encima de otros alimentos«. Estas son sus propuestas:

-Ensalada de frutas:

-¡Fruta en la ensalada es un sí! La sandía con queso feta, el melocotón con ensalada de burrata o las fresas quedan genial en cualquier ensalada.

-Gazpachos y salmorejos: Contienen una cantidad de agua alta y además podemos customizarlos con sabores. Gazpacho de fresas o de cerezas son nuestros favoritos.

-Smoothies fresquitos

-Brochetas de frutas mixtas

-Limonada de sandía, licuando sandía y mezclando con limón y menta

-Aguas de frutas: con rodajas de fresa, pepino y menta a una jarra de agua fría, tenerla siempre en la nevera para tomarla fresquita

-Fruta semi congelada: Parte sandía en trozos grandes y métela 30 minutos al congelador