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Ampliación de paladar infantil: las razones por las que es necesario y a qué edad es más conveniente

Una experta asegura que si existe una mala oclusión cuando el niño aún tiene dientes de leche, se puede tratar para que el hueso no continúe creciendo de forma anómala

Los dentistas aconsejan que los niños acudan a una revisión bucodental después de la Navidad

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Carlota Fominaya

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Hay ciertas señales que deben alertar a los padres de que es el momento de llevar a su hijo al ortodoncista. Según la doctora Lilianne Cruz Amador, especialista en ortodoncia y ortopedia dentofacial, estas serían «que el niño respire por la boca en lugar de por la nariz, que mastique por un solo lado o que haga una deglución atípica, es decir, interponiendo la lengua entre los dientes en lugar de apoyarla en el paladar».

Se trata de «funciones inadecuadas que si no son tratadas a tiempo -advierte-, van a dar lugar a alteraciones en los huesos maxilares y por tanto, también en la posición y oclusión de los dientes».

Para esta experta, que recibe niños en su clínica desde los tres años, explica que «si existe una mala oclusión cuando el niño aún tiene dientes de leche, se puede tratar para que el hueso no continúe creciendo de forma anómala».

Muchos padres se sorprenden y hasta ponen en entredicho la necesidad de atacar el problema tan pronto pero, asegura Cruz Amador, «corregir a los 3, 4 o 5 años una mordida incorrecta es muy sencillo. Y al corregirla, permitiremos que el hueso continúe desarrollándose correctamente. Si por el contrario, dejamos esa mala mordida está continuará casi en el cien por cien de los casos en la dentición definitiva».

Por todo esto la especialista recomienda que a partir de los seis años, momento de erupción de los primeros molares definitivos, los niños visiten al ortodoncista. «Antes se solía decir: vamos a esperar a que termine el recambio dentario completo. Y después, si no había espacio, se quitaban dientes. Ahora preferimos salvar todos los dientes y empezar a hacer espacio haciendo crecer el hueso».

De hecho, aclara, «los aparatos actuales para niños de seis años son cada vez más cómodos gracias a la ortodoncia invisible. Frente a los clásicos brackets, la ortodoncia invisible se quita durante las comidas y les permite tener una mejor higiene, si pierden un alienador pueden continuar con el siguiente y no hará falta que acudan de nuevo a consulta y, aunque el resultado es el mismo. Es sorprendente lo cuidadosos que son los niños con sus alineadores».

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