Abrazos: ¿eres de los que le gusta darlos, recibirlos... o esquivarlos?

-¿Qué tipo de abrazos hay?

Para hablar de los tipos de abrazos debemos tener en cuenta cómo se siente quien lo recibe, la intención de quien lo da y los factores que lo acompañan en la situación en concreto.

El abrazo requiere de unas condiciones especiales para que ocurra de forma armoniosa. Supone un contacto íntimo entre dos o más personas y no todos los abrazos son adecuados. Las personas que participan deben estar dispuestas para disfrutarlo.

Puede ser una forma de saludo a personas a las que queremos transmitir una emoción más intensa que a través de un simple 'hola'. Suele ser común entre amigos íntimos o familiares.

También es protagonista en situaciones de consuelo, de condolencia, o incluso, de gran excitación. Es una manera de transmitir amor, calma y ayudar a regular las emociones de la persona afectada.

En ocasiones, podemos encontrar abrazo en el baile como momento de ocio y disfrute en el que dos personas se funden en una sola al ritmo de la música.

El abrazo puede simbolizar confianza, cariño, cercanía y muchas otras cosas que se manifiestan dependiendo de la situación y las personas que participan.

-¿Qué importancia tienen desde que nacemos?

El bebé nace con muy poca información del mundo al que acaba de llegar y de su propio cuerpo. Tiene una gran necesidad de recibir estímulos a través de sus sentidos para ir adquiriendo conocimiento valioso para su buen desarrollo físico, intelectual y emocional.

El tacto es una de las principales vías por las que recibe información y a través de los abrazos recibe cariño, calma y posibilidad de regular sus emociones. Además debemos tener en cuenta que la piel es el órgano más grande que tenemos ya que cubre todo nuestro cuerpo, y está deseosa de recibir contacto.

El bebé necesita sentir que pertenece a un grupo y a través del abrazo conseguiremos que se sienta incluido; es decir, que su presencia es importante.

El pequeño está descubriendo el mundo y, por eso, necesita nuestra presencia y contacto. Dada su inmadurez, en muchas ocasiones expresa sus emociones de forma descontrolada. En ese momento, ofrecer un abrazo puede ser la mejor opción ya que estamos ofreciendo regulación.

-¿Qué aporta tanto a los padres como a un hijo cuando se funden en este gesto amoroso?

El abrazo nos permite transmitir cariño y amor. Significa dar, pero también recibir. En él creamos un espacio de intimidad y cariño que facilita la conexión emocional entre padres e hijos. A través del abrazo estamos comunicando que la otra persona nos importa. Por eso estamos a su lado dispuestos a entenderla y acompañarla en el momento.

Pueden ser de gran ayuda para manejar las emociones. Un buen abrazo profundo y sentido, acompañado de una buena respiración, es una herramienta indispensable para ayudar a regular las emociones de los pequeños y mayores.

Cuando un niño explota, el adulto también se remueve. Pero el pequeño debe saber que si necesita y quiere regularse puede acceder al abrazo del adulto. El abrazo le transmite consuelo, comprensión, y la rabieta comienza a disminuir. Es una forma maravillosa de reconciliación en la que padre e hijo saben que lo importante es el amor que los une. De este modo permitimos que el niño se sienta entendido y regulado.

El abrazo, en definitiva, nos recuerda que somos seres sociales, que necesitamos a los otros y que ellos también nos necesitan. Aporta ese momento de intimidad, reconocimiento y al mismo tiempo nos brinda la posibilidad de regularnos en momentos de excitación.

-¿A quién llena más: el que lo da o el que lo recibe?

El abrazo beneficia a todo aquel que participa. Para poder beneficiarse del abrazo debemos estar dispuestos a hacerlo. Ya sea para darlo como para recibirlo. Pero, en cualquier caso, el momento en el que se abre el círculo íntimo, en el que juntan los corazones de los participantes, aparece una magia sanadora. Los participantes comparten con el otro su respiración y emoción, dejando que formen parte de su espacio más íntimo.

-Los abrazos nos acompañan durante la vida, desde el nacimiento al fallecimiento. ¿Por qué hay personas a las que les cuesta abrazar? ¿Qué se pierden?

A pesar de que empiezan a darse desde edades muy tempranas, no siempre es fácil saber fundirse en los brazos de otros porque supone conectar con las emociones. Nos lleva a un momento de contacto íntimo y puede ser que no estemos dispuestos a disfrutarlo. Es importante que la situación sea la adecuada y que las personas que participan quieran formar parte del abrazo para poder disfrutarlo. De no ser así, es importante respetar el espacio de cada uno.

-¿Deberíamos abrazarnos todos los días?

Sin duda es un gesto que ayuda a reparar y regular nuestras emociones. Crea un círculo íntimo en el que se juntan los corazones y reciben calor humano. Los abrazos, siempre que sean bienvenidos, pueden ser la mejor medicina y la energía necesaria para disfrutar de la vida.