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Martes y 13: ¿qué hay detrás del miedo a este día?

La fobia al martes y 13 se llama trezidavomartiofobia y tiene que ver con la necesidad de control y seguridad

Algunas personas tienen fobia al martes y 13.
Raquel Alcolea Díaz

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¿Sabías que el miedo a los efectos del martes y 13 se denomina « trezidavomartiofobia »? La tradición popular en España, Grecia y algunos países de Latinoamérica considera este día como una jornada de mala suerte, si bien esta creencia no tiene base científica ni mitológica, sino que la fobia al número 13 (que también tiene un nombre específico, triscaidecafobia) se relaciona con la última cena de Jesuscristo (al traidor, Judas, se le asigna el número 13), con el tarot (la carta de la muerte es el 13), el Apocalipsis (el 13 es el capítulo dedicado al Anticristo), la Cábala (que enumera 13 espíritus malignos), las leyendas nórdicas (referencia a Loki), el antiguo Egipto e incluso con la Edad Media (un martes cayó la ciudad de Constantinopla, actual Estambul, en el año 1453).

Tan extendida está la creencia de que el número 13 trae mala suerte que en algunos aviones no hay fila 13 ni asiento número 13 para evitar que no quieran adquirir ese billete. En algunas ciudades no hay decimotercera avenida y en algunos hoteles y apartamentos tampoco aparece el número que se asocia a la mala suerte .

Temer al martes y 13 es una superstición . Pero, ¿qué aspectos psicológicos hay detrás de las supersticiones ? Como explica la psicóloga Zoraida Rodríguez Vilchez , algunos factores que están detrás de estos temores infundados son la necesidad de predictibilidad y control, la necesidad de seguridad, el intento de eludir responsabilidades, el sesgo confirmatorio y la profecía autocunplida.

Buscamos sentirnos seguros

Las personas necesitamos vivir en un mundo predecible, con un orden y unas reglas que explican por qué pasan las cosas. El problema aparece, tal como destaca la psicóloga, cuando creamos asociaciones que no tienen consistencia científica («Si se me cruza un gato negro, tendré mala suerte») y creamos una correlación ilusoria.

Esto puede ser lo que nos lleve, según alerta la psicóloga Zoraida Rodríguez a la llamada profecía autocumplida . «Ante una situación que creo que me da mala suerte, me condiciono y soy yo quien me provoco una serie de desgracias. Si activo un pensamiento concreto sobre algo eso me provoca una emoción (nervios o miedo, por ejemplo) y esa emoción da lugar a una conducta (torpeza o despiste, por ejemplo) que es al fin y al cabo lo que puede lugar a que suceda algo negativo», explica.

La necesidad de control y de seguridad también está detrás de las supersticiones. «Es algo ilusorio poder controlar todo, pero lo que sucede es que cuanto más control crees que tienes, más seguro te sientes. En las situaciones estresantes buscamos aferrarnos a algo que nos tranquilice. Y aquí es donde entran elementos como los amuletos o los objetos fetiche», comenta la psicóloga.

Otro elemento que tiene que ver con las supersticiones es también el hecho de eludir la responsabilidad. Las frases del tipo «Si miro el móvil y me ha escrito un WhatsApp le digo que se venga a la fiesta» son aparentemente absurdas pero lo que esconden es esto: «Si algo nos sale mal y lo podemos achacar a la mala suerte o la acción de otros, no quedamos expuestos al fracaso propio o a la acusación de los demás», aclara Zoraida Rodríguez.

Nos autoconvencemos de ideas equivocadas

Una vez que hemos creado la regla supersticiosa («como es martes y 13 el día va a ser un desastre») la mente busca aquella información que confirme la regla y rechaza aquella que no la cumple. «Lo que sucede es que cuando uno se autoconvence de que no puede hacer algo o de que va a pasar algo mala, en realidad está condicionando su propio comportamiento», revela la psicóloga.

Para actuar frente a estas supersticiones y comenzar un tratamiento para superarlas, la experta explica que lo habitual es emplear fórmulas similares a las de los casos de trastorno obsesivo compulsivo . «Primero se trabaja con la exposición (para que comprenda que no pasa nada si ese día no hace un gesto concreto o no lleva un amuleto, por ejemplo). Después se complementa con técnicas de relajación, confianza y pensamiento racional», explica.

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