Su hijo puede aprender a comer jugando

Con juegos, fichas, consejos... el programa Tcuida Junior enseña a padres e hijos a seguir una alimentación equilibrada

Su hijo puede aprender a comer jugando

m. j. pérez-barco

Desayunar, comer, merendar, cenar... es una guerra diaria en muchas familias: padres que pierden los nervios, niños que se niegan a ingerir alimentos o se vuelven caprichosos o comen demasiado o desequilibradamente... Esos malos hábitos a la mesa pueden tener remedio con el programa Tcuida ... Junior, una iniciativa de los Laboratorios Ynsadiet y Cofares (Cooperativa Farmacéutica Española), para mejorar la alimentación, tanto en los niños como en los padres. Con el asesoramiento de un nutricionista, con juegos, con fichas... los más pequeños aprenden a comer de forma divertida y los adultos a seguir las pautas más adecuadas. El objetivo final es educar a unos y a otros en una nutrición equilibrada.

Las nutricionistas, con conocimientos de psicología y pedagogía infantil, «enseñan a los niños y a sus papás a preparar nuevas recetas, a saber limitar ciertos alimentos y conocer aquellos que deben consumir más, les incentivan a practicar deporte, a ir juntos al mercado para hacer la compra...», explica Elisabet Lorenzo, nutricionista y coordinador del sistema Tcuida Junior.

«Se trata de que comer sea algo divertido»

El programa está dirigido a niños de 6 a 12 años. Es el momento ideal, aunque depende de la madurez de cada pequeño. «Antes de esa edad, a los cinco años, los niños no nos van a entender porque están todavía en el periodo de prueba y experimentación. A los 6 años ya quieren aprender e implicarse», señala la nutricionista. De todas formas reconoce que «a esas edades son las personitas más complicadas para enseñarles nutrición: es difícil orientar a un niño, porque se lo puede tomar como una obligación cuando se trata de que le guste comer, y de que sea algo divertido».

«La comida no es un castigo»

A la consulta con la nutricionista (cada 15 días) acuden juntos padres e hijos. El asesoramiento se realiza en la farmacia ( más de 700 ya cuentan con este programa ). Es una labor de educación. «Por ejemplo, hay niños que se niegan a probar alimentos nuevos. Nosotros les explicamos que si no prueban el limón no conocerán lo que es el sabor ácido». En casa, el trabajo continúa con una guía con juegos, fichas y recomendaciones para niños y adultos.

« Llegan madres desesperadas porque su hijo no come o porque ellas pierden los nervios. También hay que enseñar a los padres que la comida no es un castigo, que deben normalizarlo, que tengan imaginación para crear nuevos platos y para saber por qué su hijo rechaza un alimento, porque puede ser que tenga una ligera alergia alimentaria», concluye la experta.

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