VIDA EN PAREJA

Estrés, la enfermedad de las parejas

La intensa actividad del día a día puede desencadenar situaciones de tensión, incluso de conflicto, con la pareja. De ahí al divorcio a veces solo hay un paso

m. j. pérez-barco

Los psicólogos y psiquiatras los denominan estresores y para el resto de los seres humanos, no duchos en la materia, son los quebraderos de cabeza y los agobios que nos preocupan todos los días. Se trata de esas pequeñas cosas de la vida cotidiana que ... llegan a situaciones en las que sentimos que no damos abasto, que no nos da la vida y que, al final, desembocan en discusiones y malestar con la pareja y con los hijos. El estrés del día a día nos engulle: llevar a los niños al colegio; media hora más de atasco en el coche; aguantar las órdenes, muchas veces sin sentido, del jefe o una discusión con un compañero de trabajo; estar pendientes de hacer la compra, de recoger por la tarde a los niños, de tirar la basura o de que el marido no ha retirado los platos de la mesa o la mujer no ha planchado la camisa del día siguiente (porque no nos engañemos, ni se ofenda nadie, esos roles están todavía muy vigentes en las familias más modernas).

«La pareja se llega a distanciar tanto que un mal día no se reconoce»

Al final del día, no quedan fuerzas, ni ganas, para hablar con la otra persona con la que convivimos, todo se reduce a un cruce de preguntas y respuestas muchas veces vacías. Y lo más importante, el afecto, las sensaciones, las impresiones, los sentimientos y los pensamientos se quedan en el tintero de nuestro interior. La pareja se llega a distanciar tanto que un mal día no se reconoce. En el peor de los casos, el estrés les separa, se divorcian, originando además cuadros de ansiedad y depresión que necesitan ya de una terapia y tratamiento farmacológico.

Malestar en la familia

«Se ha comprobado que la cantidad de estresores pequeños de la vida diaria tienen mucha incidencia en el desarrollo del malestar en la familia y, por ese motivo, los matrimonios acaban muchas veces en divorcio», afirma Adrián Cano, director de la Unidad de diagnóstico y terapia familiar de la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra . De hecho, las estadísticas revelan que cada año se rompen más matrimonios. En 2010, fueron 127.473 parejas las que decidieron emprender cada uno la vida por separado, un 2,45% más que en el año anterior. Y no hace falta que se produzcan acontecimientos de gran trascendencia (despido, enfermedad, la muerte de un familiar...) «ante esos estresores graves el entorno, la familia y los amigos reaccionan mejor», apunta Cano?, las responsabilidades del día a día van cargando a ambos.

Es un hecho constatado: El 54% de los españoles afirma llevar una vida estresada, según un estudio de la Fundación Pfizer . El trabajo, la familia, los hijos y, ahora con esta profunda crisis, la falta de un empleo son los motivos principales. Los que más se quejan de esa situación son los adultos entre 35 y 49 años, y más las mujeres. A ellos les estresa más el trabajo y a ellas también la familia. En los últimos dos años incluso los españoles se sienten más presionados por dos situaciones contrapuestas: los que trabajan, por la mayor carga de actividad que soportan, y los desempleados, sobran las palabras. «Estamos viendo que muchas separaciones se producen por problemas derivados de la situación económica: padres que trabajan muchas horas y se sienten mal por no atender a sus hijos, que no recortan el horario por miedo al despido, madres que no dan abasto, hijos que hacen solos los deberes...», señala Clara Isabel Lacunza, psicóloga del Servicio Navarro de Salud .

Deterioro de la relación

Sin duda, la situación económica es un handicap más que agrava las preocupaciones del día a día. ¿Pero cómo nos afecta? «Los estresores diarios crónicos repercuten en que hay menos tiempo para estar con la pareja, hay menos experiencias de bienestar con el cónyuge, menos capacidad de disfrutar en la pareja y empeora la calidad en la comunicación, cuesta más expresarse de forma positiva, se ven las cosas peor y se tiende a engrandecerlas más. Y mientras ocurre eso, no somos conscientes», explica el doctor Cano. Cuando existen pequeños estresores continuos hay un alto riesgo de enfermedad física y psicológica: alteraciones del sueño, dejamos de comer, de hacer ejercicio, nos deprimimos, sentimos ansiedad, empeora el contacto familiar y conyugal, sentimos hostilidad hacia el otro, rigidez...».

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