El tiempo en la adolescencia
María Rueda Núñez de Villavicencio, profesora de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, explica que el tiempo es la «herramienta educativa que tenemos los padres en nuestras manos»
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La docente describe la adolescencia como un periodo de decisiones arriesgadas
No sabría decir si estamos ya con la generación X, la Y o la Z; sólo sé que yo soy una 'boomer' y eso me convierte casi en 'algo vintage'. Así funciona su cabeza. Los adolescentes miran hacia delante, sin ver el futuro o sin ... preocuparse por éste, pero siempre anhelando lo que vendrá ya, ahora. Parece que lo pasado, pasado está y, por el hecho de haber pasado, carece de valor. Y ellos extrapolan este 'sentir' a todo lo que les rodea.
El tiempo es la herramienta educativa que tenemos los padres en nuestras manos. El tiempo que les hagamos esperar para obtener una respuesta, el tiempo que tardemos en responderles a una llamada, el tiempo que tardemos en leer su mensaje de WhatsApp o el tiempo que pasemos con ellos sentados en la mesa. Ese tiempo maravilloso podemos conseguir que transcurra con más tranquilidad de la que ellos casi pueden soportar. Paciencia, escucha, espera, tranquilidad, sosiego, calma... Todo esto es lo que nosotros les enseñamos alargándoles su presente, para que, de esta forma, ellos aprendan a frustrarse y a no conseguir todo en ese mismo instante.
La adolescencia se describe como un periodo de decisiones arriesgadas. Esto se debe, en parte, al hecho de que es el periodo en el que los adolescentes empiezan a experimentar con conductas más imprudentes. La toma de decisiones en adolescentes no tiene en cuenta las consecuencias, ya que para ellos el presente es algo efímero y en el futuro se ven como invulnerables y las consecuencias siempre positivas. Todo tiempo compartido con un adolescente es una lucha.
Ellos lo quieren todo ya y los «boomers» estamos casi en la obligación de hacerles esperar. Lo divertido es conseguir que nosotros gestionemos el tiempo, su tiempo, y ganemos la batalla. Y, así, día tras día, podremos ver como el adolescente nervioso, alterado y, a veces, desquiciado, se va tornando en una persona que empieza a apreciar los momentos que vive, saboreándolos y tomando conciencia de lo vivido. Al final, con tiempo, después de todo nuestro trabajo como padres, veremos que sólo hace falta sentarse a esperar.
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