Un nuevo ataque a la familia

Intuyo que al Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez le incomoda la existencia de matrimonios que desean libremente tener muchos hijos, que eso es algo arcaico, medieval y hasta franquista. Siempre en nombre de las minorías y las excepcionalidades, la intención del actual Gobierno parece ser desnaturalizar el concepto tradicional de familia, creando hasta 16 tipos de familia. ¿Por qué ese empeño en perseguir a la institución nuclear de cualquier civilización?

Vivimos tiempos dominados por la libertad individual, el bienestar y la «obligada» felicidad, lejos de la adquisición natural de derechos y obligaciones. En lugar de premiar y mostrar como un ejemplo para todos a las familias unidas y comprometidas (con muchos o pocos hijos), se intentan mezclar todos los escenarios posibles -insisto, 16 tipos de familia- para diluir a la familia de siempre.

No son ni parecidas las realidades de una familia numerosa con las monoparentales, las que tienen hijos con discapacidad o los partos, adopciones y acogimientos múltiples. ¿Por qué no llamar a las cosas por su nombre? Porque ahora, a cualquier modelo de convivencia hay que llamarlo familia y, de este modo, que el concepto de familia formado por un hombre y una mujer pierda totalmente su significado y se diluya en el actual universo emotivista-relativista que nos ha tocado vivir.

Es hora de defender sin ambages el único y verdadero sentido de la familia, el que se asienta en el matrimonio comprometido, ese que decide compartir la vida de ambos para siempre. Es en la familia donde nos sentimos acogidos, confiados y amados. Es en la familia donde se origina nuestro modo de ser y donde nos desarrollamos como personas. 

Estimados lectores, sin familia no hay sociedad. Como decía el papa Benedicto XVI, «en la lucha por la familia está en juego el hombre mismo».