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Endeudarse en verano: cómo evitar que el dinero se nos escurra entre las manos
Las dos preguntas que tienes que hacerte antes de tirar de crédito en vacaciones

Planificación, planificación, y después, más planificación. Esa sería la clave principal para disfrutar de las vacaciones sin caer en el endeudamiento. Y cuanto antes, mejor. Todos estamos de acuerdo en que el verano es un tiempo para disfrutar, relajarse, descansar, pasarlo bien... Y de forma automática asociamos nuestras vacaciones con la realización de un viaje, con una estancia en playa o montaña, con actividades deportivas, culturales o de ocio, salidas, cenas, terrazas… Pero eso, qué duda cabe, recuerda Miguel Camiña, confundador de Micappital, «es un gasto adicional que se sale de la rutina financiera. En nuestro día a día, cuando vamos a trabajar, no gastamos tanto. Por eso es más probable que en estos meses muchas personas acaben por endeudarse en vacaciones».
Lo que suele suceder, prosigue Camiña, es que durante el resto del año «procuramos más o menos apretarnos el cinturón para mantener un límite de gasto adecuado a nuestros ingresos, pero en vacaciones nos quedamos sin fuerza de contención y el dinero se nos escurre entre las manos. Podemos, incluso, llegar a gastar mucho más de lo razonable, empezar a tirar de crédito y entrar en una situación de endeudamiento o bola de nieve, que no es, para nada, deseable y menos en este momento».
¿Cómo podemos evitar esto? La solución, señala este experto, está en la planificación. Es decir, explica, «debemos prever que en verano vamos a relajar el control del gasto y preparar con antelación un presupuesto que nos permita disfrutar de las vacaciones con tranquilidad y sin preocupaciones».
A su juicio, deberíamos ser capaces de estimar, en base a nuestra experiencia de años anteriores, «con qué cantidad nos sentiremos cómodos y establecer una rutina de ahorro destinada a estos gastos veraniegos desde el mes de septiembre». Así, remarca Camuña, «tendremos todo el año para reunir ese presupuesto extraordinario». «Y cuanto antes nos sentemos con nuestra pareja, o con la persona que nos vayamos de viaje a planificar, más ahorraremos».
Lo que suele ocurrir, reconoce, es que «los españoles no conocemos el concepto de ahorro, pero porque no nos lo han enseñado. Somos expertos en gastárnoslo todo. Menos del cincuenta por ciento ahorra. De hecho, algunas estadísticas señalan que solo lo hace un treinta por ciento, y el setenta por ciento restante vive por encima de sus posibilidades. El verano es uno de los grandes puntos de inflexión en el gasto. Lo habitual es escuchar a la gente decir que como lleva 'todo el año trabajando, ¿cómo no se va a ir de vacaciones?'. Pero esas personas se tendrían que hacer dos preguntas antes de tirar de la tarjeta de crédito: ¿Tienes ahorro? ¿Puedes pagarte tus vacaciones?».
Planificar siempre, invertir, depende
Ahora bien si ahorras, prosigue el confundador de Micappital. «puedes guardarlo en tu cuenta del banco, en una hucha con forma de cerdito o en una caja de galletas, que en ninguna de las tres opciones tu dinero va a crecer. Pero si decides, aunque sea una cantidad modesta, invertirlo, que sea con el asesoramiento de expertos». En la actualidad, prosigue, «la inversión se ha democratizado y cualquiera puede optar a un servicio de asesoramiento al alcance de pequeños patrimonios), conseguirás una rentabilidad que hará que luzca más tu esfuerzo ahorrador».
Todo depende, reconoce, del plazo y del perfil de riesgo del cliente. «La inversión en fondos, de donde puedes sacar tu dinero en el momento que lo desees, te permitiría, además, planificar con tiempo ese viaje soñado para el que necesitas un presupuesto especial. Calculando el coste que tendría ese viaje y diseñando un plan de inversión a medida, podrías estar en condiciones de realizarlo en 2 o 3 años».
Pensar estas cosas con tiempo, remarca Camuña, «nos ayuda a ajustarnos a nuestra realidad financiera». Lo que nunca es aconsejable, insiste, «es endeudarse para irse de vacaciones, pues convertir esa situación en normalidad tiene un riesgo muy alto para las familias. Si no podemos asumir ese desembolso con ligereza tenemos dos opciones: o planificar con tiempo, o asumir la realidad y ser más modesto con nuestras expectativas veraniegas».
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