¿Y si los adolescentes hacen caso a Instagram y se toman un descanso de la red social?

Aun así, para Zabala «resulta curioso cómo, si Instagram no hiciera algo así, seguiríamos criticando que los adolescentes pasen demasiado tiempo utilizando la red. Y es curioso cómo, si anuncia la implantación de esta funcionalidad, también nos parece “postureo” o una manera de blanquearse». Esa es, al menos, la opinión del psicólogo José Ramón Ubieto, autor de libros como “Niñ@s Hiper: Infancias hiperactivas, hipersexualizadas, hiperconectadas” o el más reciente “El mundo pos-covid: entre la presencia y lo virtual” , para quien «parece claro que es una operación de marketing de la compañía en respuesta a las graves críticas y acusaciones que han recibido por ocultar informes internos donde hablaban de los daños en la salud mental en adolescentes».

De hecho, para este autor, la eficacia de esta medida es de por sí «muy discutible ya que los propios adolescentes tendrán dificultades para aplicarla a ellos mismos y si se piensa en clave paterna, ya existen otras apps de control parental más sofisticadas y útiles». Así lo corrobora Zabala, para quien, «en general, no son medidas ni estrictamente necesarias ni tampoco, en mi opinión, inútiles . Dar opciones al adolescente para que sea consciente del uso que hace de las redes puede resultar positivo, aunque lógicamente insuficiente si queremos abordar otras cuestiones».

No obstante, la autora del blog Iwomanish reconoce que sí aprovechará la nueva funcionalidad para activarla tanto en su cuenta de Instagram como en la de sus hijos adolescentes . «No como solución al “enganche”, sino como elemento añadido para ser conscientes de lo que hacemos y, en caso necesario, reaccionar. No solucionará situaciones de uso problemático ni sustituirá a la responsabilidad personal ni fomentará expresamente actividades más allá del móvil. Pero tampoco reducirá todo eso». En cualquier caso, concluye Ubieto, « la mejor app de control parental siguen siendo los padres que son los que deben estar al tanto del uso que hacen sus hijos de la tecnologia y negociar con ellos las condiciones de ese uso, preservando algunos espacios ( sueño, comidas familiares, encuentros sociales presenciales, prácticas deportivas y al aire libre )».