En el verano entre 2º y 3º de la ESO los menores comienzan a tontear con el alcohol
La práctica de deporte «es el primer factor de protección para alejarles de este consumo», apuntan los expertos
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Iniciar sesiónDiversos estudios certifican que la edad media de inicio en el consumo de alcohol en nuestro país es a los catorce años. «El cambio definitivo en los menores se origina en el verano entre segundo y tercero de la ESO. Es cuando se produce ... en ellos la transición entre no tomar ni una gota una gota de alcohol a beberlo », advierte Laura Martín, educadora social del grupo educativo de la Fundación Alcohol y Sociedad (FAS) .
Explica que durante el primer curso de Secundaria, con 12 años, no se aprecian consumos, mientras que en segundo comienzan a interesarse por el asunto y creen que lo saben todo al respecto , sobre todo en el caso de las chicas que empiezan a tener relaciones sentimentales con chicos algo más mayores que ya toman alcohol. «En el verano de tránsito a tercero es cuando se aprecia un consumo generalizado que se inicia en fiestas de los pueblos o playa, reuniones particulares, en pandillas de amigos... , un hábito que se va consolidando según avanzan en edad hasta que, en muchos casos, su ocio se resume a quedar para beber», apunta la educadora de la FAS.
Antes de que llegue esta situación y se dé la ocasión de que la ingesta de alcohol sea cada vez mayor, a pesar de que Eulalia Alemany, directora técnica de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) , reniega de que se hable de consumo responsable «puesto que ingerir alcohol siempre perjudica a la salud y altera la percepción» , se recomienda que las familias hablen con sus hijos sobre los riesgos del alcohol cuando aún no lo han probado.
Una cabeza más amueblada
«El momento del consumo va a llegar antes o después –matiza Laura Martín–, y si los padres se han preocupado de hablar con su hijo e informarle de los posibles riesgos de beber alcohol, tendrá más herramientas para tomar decisiones cuando tenga una copa en la mano. Su cabeza estará más amueblada para afrontar la situación».
La juventud es muy influenciable por su grupo de amigos y es muy posible que si los demás beben al final lo hagan todos , pero al tener conocimiento real y de primera mano por parte de la familia, será más fácil que utilice esas habilidades sociales básicas para resistir a la presión grupal sin miedo a sentirse el único que no bebe.
Eulalia Alemany asegura, no obstante, que «hay jóvenes que no beben con sus iguales y perciben que no pasa nada por ello. Los datos –prosigue– indican que el 59% de los menores de 18 años consume alcohol. Es una cifra muy preocupante. Cierto. Haciendo una comparativa en esta franja de edad, el 26,7% consume tabaco y el 19,3% cannabis».
Añade que otra de las razones por las que hay menores que no consumen, además de los factores educativos y familiares, «son que lo han probado y no les ha gustado su sabor , que les disgusta la sensación que produce la pérdida de control o que son conscientes de que no les sienta bien a su salud, sobre todo en aquellos que practican más deporte», matiza la directora técnica de la FAD.
Cómo actuar si llega ebrio
Si no es el caso, y un menor llega a casa ebrio, Laura Martín recomienda no hablar en ese momento con él . En primer lugar, porque en ese estado no se enterará del mensaje que se le quiere transmitir y, en segundo, porque los padres tienen tal enfado que no abordarán el problema con profundidad y dirán cosas de las que luego se podrán arrepentir. «Lo más adecuado es decirle que se vaya a dormir y que queda una conversación pendiente para cuando se levante por la mañana».
En el momento de mantener esa charla, aconseja, si no se ha hecho antes, recordarle los riesgos para su salud, que son muchos, y que lo ideal es el consumo cero, pero si bebe debe ser con moderación. «Hay que hacerle saber que el hecho de que lo haga en exceso no solo le afecta a él, sino que asume muchos riesgos como tener o provocar un accidente de tráfico. Es imprescindible ponerle límites y normas y si no las cumple deberá aceptar las consecuencias de su comportamiento, tal y como si de un contrato se tratara».
La importancia del deporte
La educadora social de la FAS también destaca que es muy importante que estos jóvenes realicen algún tipo de deporte « porque es el primer factor de protección para que se alejen del alcohol . Deporte y alcohol no son compatibles porque baja el rendimiento de sus marcas, se saltan entrenamientos por estar de resaca y observan que sus objetivos de progreso se van al traste. Es una forma de que, por ellos mismos, se percaten de que hay otras alternativas de ocio más saludables».
Las familias también deben dar ejemplo de un consumo responsable porque el alcohol está muy normalizado en nuestra sociedad. «Si, por ejemplo, un padre se toma varias cervezas y después coge el coche con sus hijos, estará transmitiéndoles que no pasa nada ‘porque controlo’ y, posteriormente, ellos repetirán ese mismo patrón. Hay que ser muy cuidadosos con este tipo de comportamientos porque los hijos aprenden de todo lo que ven hacer a sus modelos de referencia», concluye Laura Martín.
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