Las razones que hacen que a los niños no les cueste ser felices y te gustaría imitar
Míriam Tirado es la autora de 'La fuente escondida' explica muchas de las cosas que los adultos podemos aprender de los menores

Míriam Tirado es la autora de 'La fuente escondida', un álbum ilustrado con un mensaje muy importante: ha llegado el momento de conectar con nosotros mismos, buscar qué cosas nos hacen felices, qué pequeños detalles nos hacen ser nosotros mismos. Aunque el libro está ... enfocado para lectores más pequeños, considera que es un mensaje para personas de todas las edades porque entre la vorágine del día a día, del trabajo o la actualidad, nos olvidamos de nosotros mismos.«La fuente escondida es nuestra esencia, el SER que verdaderamente somos», puntualiza.
Y, ¿por qué está esta esencia tan escondida?
Porque está en nuestro interior y como vivimos en una sociedad que está tan desconectada al interior y tan conectada a lo externo, a veces la perdemos o, mejor dicho, nos perdemos y, entonces, tenemos que re-encontrarnos.
¿Por qué cuesta tanto mirar hacia nuestro interior?
Porque no estamos acostumbrados. Tampoco nos han enseñado a hacerlo ni lo hemos aprendido en el colegio, etc. Así que a veces, efectivamente, nos cuesta y como es algo a lo que no estamos habituados, cuando lo hacemos, puede incomodarnos.
¿Qué beneficios supone encontrar esta fuente?
Estar en conexión con nosotros mismos significa estar alineados con nuestro ser más auténtico y los beneficios son numerosos: desde sentirnos mejor, estar más en paz, vibrar más alto, sentirnos más felices y conectados también a los que nos rodean, etc.
Si es tan beneficiosa , ¿por qué nadie nos enseña a poner en práctica esta fórmula?
Porque en nuestra sociedad, lo espiritual no cotiza al alza y porque quien quizás nos podría haber enseñado, tampoco sabía cómo conectar con su fuente, probablemente. No se puede transmitir lo que uno no sabe.
¿Cómo se aprende a conectar hacia uno mismo?
A base de práctica en la escucha de uno mismo, desde el silencio y la calma y a menudo desde el parar. Aprenderemos si creamos las condiciones para la conexión con uno mismo y eso significa dedicarnos momentos a solas, momentos en la naturaleza, momentos de silencio… para así, poco a poco, ir conectando con nuestro verdadero ser.
¿Nos cuesta ser felices?
Habrá a quien sí y a quien no. A los niños, por ejemplo, les cuesta muy poco porque viven el presente de una forma tan plena que en el juego, en la imaginación y en la presencia encuentran a menudo muchos momentos de felicidad. Obviamente tendríamos que acordar qué entendemos por felicidad, pero para mí es esa sensación de plenitud de cuando uno está alineado con su ser, y los niños esto lo saben hacer extremadamente bien.
¿Por qué en tu cuento es el hijo quien enseña a su padre a hacer esta mirada interior?
Por dos motivos. Primero porque los niños llegan conectadísimos a su fuente y es con la edad y con la cantidad de condicionantes que les van afectando (culturales, familiares, sociales) que se van desconectando a veces de su fuente. Y, segundo, porque los peques nos enseñan muchísimas cosas a las madres y a los padres, más de las que creemos. Tienen una sabiduría innata que a veces a los adultos nos deja con la boca abierta y nos ayuda a tomar consciencia de muchas cosas.
¿Qué más podemos aprender de los niños?
A vivir el aquí y el ahora plenamente. Ellos lo hacen muy bien: cuando hacen algo están absolutamente allí, sin pensar en lo que vendrá después o en lo que ya ha pasado. Esta presencia plena es un gran aprendizaje, de hecho y en ese sentido, tenemos al gurú en casa. También nos enseñan el valor de las pequeñas cosas porque se entretienen mirando una hormiga o admirando una flor que ayer no estaba. ¡Podría estar contando aprendizajes que nos transmiten los peques durante horas!
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