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Día Mundial de la Salud Mental

Consejos para superar la enfermedad cuando entra en una familia

Un proyecto de pisos tutelados hace que los afectados lleven una vida normalizada, bajo la supervisión de especialistas

Alejandra González

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Cuando se convive con una persona con algún tipo de problema de salud mental se produce una «carga» psicológica en los familiares por el sufrimiento –según apuntan desde la Asociación AISS Salud Mental–. Esta institución, a través de su directora. Ana Villota, ofrece unos consejos sobre cómo superar el diagnóstico de esta patología.

— Pedir ayuda

Buscar a alguien que pueda ayudar para hacer la vida más fácil a un hijo, una hermana, un padre..., no significa que se le quiera menos. Las familias deben mantener una relación afectuosa y de cariño y dejar que los profesionales hagan lo demás (supervisiones).

— No caer en el estigma

Un problema de salud mental solo es una enfermedad, no es una maldición. Con el tratamiento y seguimiento adecuado, las personas pueden llevar una vida con total normalidad.

— Seguir a los expertos

Los profesionales conocen la enfermedad y a sus pacientes, por lo que saben cuál es la mejor forma de tratarla.

— Hablar con ellos

Hay que preguntarles por sus intereses y buscar la forma de que pueda disfrutar de las actividades que más les interesen (al aire libre, deportes, cine...).

— Tener paciencia

Aprender a ver más allá de la enfermedad. Las relaciones humanas siempre conllevan complicaciones. Pensar en cómo mejorar su vida y la de la familia, no solo en cómo afecta la patología.

Los pacientes que viven en pisos tutelados ganan en independencia

Vivir en familia desestabiliza. Así lo afirma Ana Villar, quien, a través de AISS, lleva a cabo un proyecto de pisos tutelados donde los pacientes pueden llevar una vida normalizada , bajo la supervisión de especialistas. «Ven a sus familiares siempre que quieren, pero son los expertos quienes se encargan de todo lo referente a la enfermedad».

Para las familias, estos hogares son una esperanza porque no tiene forma de institución. «Tienen llaves y libertad plena para salir y entrar, aunque recibiendo unos cuidados concretos», insiste Villar. La convivencia entre los inquilinos «es buena, muy positiva y sin conflictos. Nada tienen que ver las conductas agresivas con la enfermedad mental», asegura.

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