«Hemos dejado atrás el paro y un bajo con humedades en Madrid para empezar de cero en un pueblo»

Yennifer no podía seguir más tiempo viviendo en esa situación. «No ingresaba nada, por más que buscaba trabajo, solo salían sustituciones, no era suficiente para pagar la luz, los alimentos, el piso... Lo más mínimo. Justo cuando ya debía tres meses de alquiler y estaba a punto de tirar la toalla, me hablaron del proyecto de la Fundación Madrina y no me lo pensé», reconoce.

Esta mujer se puso en contacto con Conrado Giménez, presidente de la institución, quien le habló del proyecto de realojo de familias en zonas rurales, con perfiles de familias de inmigrantes como la suya o españolas, una tendencia que han visto acelerada tras el inicio de la pandemia.

Ella recuerda cómo fue un jueves a visitar Santa María del Berrocal y se quedó enamorada del pueblo pero, sobre todo, «de su gente, que es súper cálida, de cómo me preguntan cómo estoy cuando me ven... Nos han acogido muy bien. En Getafe mis hijos no podían salir casi a la calle solos. Aquí van con su bicicleta solos al colegio, no pasan coches, hasta ellos mismos se sienten más seguros, y eso se nota», apunta.

Todavía no está trabajando pero dispone de alimentos de la Fundación Madrina para subsistir y el alcalde del municipio está buscando la fórmula para que varias mujeres como ella estudien un curso de atención sociosanitaria a mayores. «Ojalá consigamos ayuda para hacerlo», dice con ánimo. De momento, ya están empadronados y sobre todo, muy contentos.

Iniciativas como esta, concluye el presidente de Fundación Madrina, «son más necesarias que nunca, ya que en los próximos meses una de cada dos familias vulnerables podría perder su hogar . La pandemia está generando una "nueva pobreza" que se está transformando en "pobreza estructural" de manera acelerada en España. La crisis económica y el paro, así como la falta de ayudas sociales, sitúa a centenares de familias con menores en situación de calle. Hasta nosotros llegan más de 10 familias diarias que engrosan una lista de espera de más de 500 familias sin techo».

El proyecto de «Pueblos Madrina» busca paliar este problema con la ayuda de sus «madrinas rastreadoras», que hablan con párrocos, maestras y alcaldes de pequeños pueblos, menores de 4.000 habitantes normalmente y con problemas de envejecimiento. Algunas de las familias realojadas cuentan con hasta 6 o 9 hijos, que difícilmente pueden sobrevivir en las grandes ciudades. Los pueblos brindan alojamiento gratuito hasta que encuentren trabajo.

En la Fundación han comprobado que se consigue trabajo en varios meses, de limpieza y cuidado de mayores para las mujeres y de hostelería y cocina en los hombres. Igualmente, hay familias que pueden llevar el bar o tienda del pueblo, o bien se dedican, en menor medida, a tareas agrarias y ganaderas. Todas las familias tienen el acompañamiento de las «madrinas» para la alimentación y la búsqueda activa de empleo.

Otro beneficio de esta colaboración mutua se ha empezado a ver en los menores, especialmente en adolescentes, cuyos problemas de ansiedad y estrés se reducen considerablemente. Todos han experimentado un cambio positivo desde que están viviendo en el pueblo , han mejorado mucho sus notas y según los padres, están más felices y dinámicos.