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España cuenta con la tasa más alta de Europa de ludópatas entre 14 y 21 años

Reclaman medidas de prevención, regular la publicidad del juego de azar y que se considere un problema de salud pública

EN VÍDEO: Apuestas, publicidad e internet: el explosivo cóctel que crea adicción entre los más jóvenes D. CONDE

Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (Fejar) alertan de que el perfil del ludópata en España está cambiando rápidamente. Así lo advierte Juan Lamas , director técnico de esta federación, al asegurar que si hace unos años el adicto al juego era mayoritariamente un hombre casado entre los 35 y 45 años, actualmente a las asociaciones de Fejar en todo el país llegan jóvenes de entre 18 y 25 años. «Es relevante también el aumento de consultas de familias con hijos menores de edad en relación con los juegos de azar y apuestas que, a pesar de que legalmente no puedan apostar hasta cumplir los 18 años, consiguen jugar y, en muchos casos, convertirse en presas de los trastornos de la ludopatía».

Participar en apuestas no es legal en España hasta la mayoría de edad , sin embargo, –tal y como señala la Guía Clínica «Jóvenes y Juego Online», elaborada por Fejar y financiada por el Ministerio de Sanidad,– a día de hoy los mecanismos para que los operadores de juego online puedan controlar que quien está jugando es mayor de edad «son todavía insuficientes». Cualquier menor podría llegar a usurpar la identidad, por ejemplo, de uno de sus progenitores, con los datos de una tarjeta de crédito.

Apuestas deportivas y póker online

No hay estudios concluyentes de la dependencia en menores, difícil de cuantificar debido, precisamente, a que no pueden jugar dentro de la legalidad. Aún así, desde Fejar insisten en que los jugadores patológicos son cada vez más jóvenes y que, a diferencia de lo que ocurría hace una década, en que el 75% de los casos eran adictos a las máquinas de tragaperras –y el resto a otras modalidades presenciales como rascas, quinielas...–, hoy los más jóvenes están seducidos por las apuestas deportivas y el póker en la modalidad online.

Son varias las razones que explican esta adicción tan temprana. En 2011 entró en vigor la regulación del juego online en España con la Ley 13/ 2011 . A partir de esa fecha, tal y como expone la Guía «Jóvenes y Juego Online», se incentivaron numerosas estrategias de publicidad a través de diferentes canales de comunicación y redes sociales. El aumento de reclamos publicitarios, tales como bonos de bienvenida, promociones o anuncios en todos los medios de comunicación, es especialmente relevante en grupos que puedan ser más vulnerables, entre los que se encuentran los jóvenes y adolescentes.

En busca de ayuda

Precisamente, « entre 2012 y 2015 se apreció un crecimiento mayor de jóvenes en busca de ayuda para salir de su adicción al juego –apunta Juan Lamas–. En 2015, los menores de 26 años supusieron un 16% de las nuevas acogidas, mientras que antes de la legalización el porcentaje era escasamente del 3,8%».

Según Guillermo Ponce, psiquiatra especializado en adicciones, «España tiene la tasa más alta de jóvenes ludópatas (de entre 14 y 21 años) de toda Europa». Explica que los jóvenes están muy familiarizados con el uso de las tecnologías digitales , lo que les expone masivamente a diferentes servicios de juego. «Numerosos estudios ya han señalado que la prevalencia entre los adolescentes de conductas de juego problemático es, por lo menos, el doble que en adultos».

Aliviar tristeza y ansiedad

Uno de los factores que lo motiva es que el estado del desarrollo neurobiológico en la etapa infantil y juvenil determina una mayor sensibilidad a las recompensas y una mayor propensión a implicarse en conductas de riesgo. Ponce asegura que el efecto estimulante del juego puede ser capaz de aliviar transitoriamente estados de ansiedad y tristeza frecuentes en la adolescencia. «Además, a estas edades hay una mayor dependencia del reconocimiento social en grupos de iguales, lo que determinaría un riesgo especial en aquellos en los que se presione para determinadas prácticas, como el juego o el uso de sustancias».

Tampoco hay que pasar por alto que la expansión de modalidades de juego y la difusión de propaganda a través de internet supone un aumento exponencialmente mayor de la disponibilidad para jugar, principalmente en aquellos que más utilizan estos medios. Si hace años se comprobó que la mayor disponibilidad de juego (más centros de apuestas, casinos o tragaperras) se asocia con un aumento de casos de ludopatía , «es fácil entender que la omnipresente promoción digital del juego y las múltiples posibilidades de practicarlo impliquen un aumento del riesgo entre los principales usuarios de los medios digitales», explica Guillermo Ponce.

Por otro lado, señala que el hecho de posibilitar el acceso a diferentes modalidades de juegos de azar a una edad más temprana favorece el desarrollo de los problemas derivados, «pues está firmemente constatado que el inicio más temprano de estas prácticas se asocia con una mayor rapidez de la progresión a la ludopatía y una mayor gravedad de esta. Anteriormente había una media de 5-6 años desde el inicio de la conducta de juego hasta que se desarrollaba la adicción, mientras que en la actualidad, en solo unos meses se ven atrapados por el juego por la facilidad de acceder a él en cualquier lugar y las 24 horas del día.

Trampas encubiertas

Guillermo Ponce también alerta de las modalidades encubiertas, como el juego sin dinero de diferentes videojuegos, o el juego de prueba, en modo «demo» , en páginas de juegos de azar que no restringen esta modalidad a menores, y en las que, por estrategia promocional, se facilita la consecución temprana de ganancias elevadas. «La experiencia de obtener una elevada ganancia puede ser un disparador del desarrollo del hábito de jugar hasta niveles peligrosos: muchos pacientes ludópatas relatan cómo su hábito se inició a raíz de una ganancia elevada puntual, que implantó en ellos la creencia falsas de una gran probabilidad de conseguirla o de una especial habilidad personal para lograr éxito en los juegos», explica este psiquiatra.

Por este motivo, recomienda a los padres que vigilen lo que hacen sus hijos en internet y no dejen que caigan en estas trampas encubiertas de juegos que les puede hacer que, poco a poco, dediquen muchas horas «enganchándose» a ellos. « Los videojuegos son solo la fase inicial porque, aunque carecen de ganancia económica, les aporta esa sensación gratificante de ser buenos cada vez que consiguen ganar puntos o pasar niveles y de ser ellos los que dominan las jugadas».

Uno de los mayores problemas en este asunto para el director técnico de Fejar es que «la Administración considera el juego de azar como un mecanismo recaudativo, sin percibirlo como un canal adictivo que genera graves problemas , tanto en el propio individuo atrapado por el juego como en su entorno familiar, social... Es una adicción sin sustancias con consecuencias psicosociales muy graves y, por ello, –insiste Lamas– el Estado debería asumir también parte de su responsabilidad a la hora de responsabilizarse de los costes de salud pública para recuperar a estos ludópatas desde edades cada vez más tempranas. En España el 1% de la población juega de manera patológica; es decir, hay afectadas unas 400.000 personas , a lo que hay que sumar el trastorno que genera en la familia, lo que supone que finalmente incide en un 2,5% de la población, un millón de personas, lo que es una cifra nada desdeñable», apunta Lamas.

No culpabilizar a los padres

En este sentido, y para evitar que estas cifras aumenten, el director técnico de Fejar apunta que es necesaria una regulación de la publicidad, que se considere el juego de azar como un problema de salud pública, sobre todo en sectores más vulnerables como la juventud y la infancia, y se adopten medidas de prevención.

Juan Lamas destaca que cuando un joven se convierte en ludópata no se puede culpar a los padres. « Existe una responsabilidad compartida entre familia y Administración . Los progenitores no pueden luchar por ellos mismos contra los mecanismos de la Administración. Lo único que pueden hacer es informar a sus hijos de los riesgos que supone iniciarse en este tipo de prácticas que están diseñadas precisamente para atraer en sucesivas ocasiones a su consumo», concluye.

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