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Día de la prevención del suicidio

«Contar que intenté quitarme la vida dos veces es hoy mi terapia»

Alba confiesa que hay que huir de la vergüenza por el qué dirán y luchar por que el suicidio deje de ser un tabú

Laura Peraita

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Cuando Alba empezó Bachillerato hace siete años en un centro nuevo comenzó a compararse con sus compañeros y a obsesionarse con su cuerpo , lo que con el tiempo desencadenó en una gran depresión. Ella siempre había sido una chica muy alegre, activa, deportista... De repente su entorno se preguntaba porqué ya no quería salir, ni hablar con nadie .

Cada vez estaba más obsesionada y más triste. Poco a poco se dio cuenta de que estaba sumergida en un pozo del que no podía salir. Fue entonces cuando le diagnosticaron anorexia .

No pudo más con esta situación y decidió quitarse la vida . Pero no resultó. La vida le dio una nueva oportunidad. Pensó en buscar ayuda en la salud pública «y fue catastrófico». «Me preguntaban si sentía ansiedad y, como tenía mucha, me dieron una medicación. Recuerdo las pastillas sobre mi mesilla y que si tomaba cierta cantidad me dormía plácidamente y, así, no me obsesionaba con mi problema ni tenía hambre. Aquello se convirtió en mi círculo vicioso», confiesa.

Sin embargo, se angustió al pensar que su vida siempre sería así, y que necesitaría continuamente tomar pastillas para estar más relajada, dormida, para no sufrir. «Llegó un momento en que me dije 'no puedo seguir así' . Casi no podía articular palabra por el estado en el que me encontraba por la anorexia. No quería despertarme. No quería sufrir. Vi que en mi mesilla tenía el material para acabar con el sufrimiento y quise utilizarlo. Y si no me despierto mañana, no me importa —pensé—. No fue planeado. Llevaba semanas sufriendo. Mi idea surgió de un momento para otro ».

Ella sabía que iba a destruir a su familia al no despertar al día siguiente, « ¡pero es que yo estaba destruida! ¿Qué haces: eres egoísta o sigues destruyéndote con ese dolor que la gente no entiende? Fui egoísta», confiesa.

Por suerte despertó. «Desperté fatal. Continué con una terapia. Los especialistas me preguntaban que, después de lo ocurrido, si pensaba todavía en morirme. No sabía cómo expresarme. Les explicaba que a mí me daba igual todo , salir a la calle, que me atropellaran...».

«¡Tienes que contárselo ya!»

Su familia y amigos no sabían que ella había intentado quitarse la vida. Cuando empezó la Universidad le volvieron otra vez sus obsesiones por compararse y sufrió un gran bajón emocional. Decidió acabar definitivamente con todo quitándose la vida, justo cuando su familia veía que ella ya salía y parecía haber recuperado su ánimo —pero desconocían todo su sentir interior, sus subidas y bajadas emocionales...—.

« Esa segunda vez tuve mucho miedo. Me tomé muchas pastillas pero, al parecer, no fueron suficientes. Desperté. En el móvil tenía muchas llamadas de mi pareja, que es psicóloga, y me motivó a que hablara con mi madre y hermana. «¡Tienes que contárselo ya!». Fui temblando, casi sin voz, les confesé lo que acababa de hacer y que no era la primera vez».

Cuando se lo contó, su madre y hermana le contestaron que imaginaban que algo pasaba, sobre todo cuando la habían visto tan tirada en la cama aquella mañana. Entonces Alba, contrariada, pensó: «¿Sabíais que me pasaba algo desde hace tiempo y no habéis hecho nada, no me habéis preguntado?» . Pero lo cierto es que ella tampoco abría la boca para contar su más mínimo sentimiento.

Hoy, pasado el tiempo, reconoce que «mi terapia es contar que intenté quitarme la vida dos veces. Eso me libera. Abrirme y decir cómo me siento hoy. En cuanto estoy un poco baja de moral tengo que contarlo. Uno mismo tiene que abrirse. Hay que olvidarse de la vergüenza. Olvidarse de lo que piensen los demás. Todos tenemos nuestras debilidades. Me ha pasado muchas veces que, por contarlo, la persona que tenía delante me ha confesado también sentimientos tremendos. Hay que quitarse esa barrera de vergüenza y miedo. Te das cuenta de cuánta gente hay como tú».

El hecho de participar en asambleas —como la organizada esta semana por el Teléfono contra el Suicidio en la Asamblea de Madrid—, y contar mi experiencia de forma tan abierta, mucha gente que me conocía se me acercaba y me decía «Alba, cuanto lo siento» . Sin embargo, yo les contesto que no lo tienen que sentir y que gracias a lo que he pasado —aunque haya sido duro y complicado— hoy soy la persona que soy. No deben sentirlo, deben apoyar la causa para acabar con prejuicios y que el suicidio deje de ser un tabú».

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